La Serena, presa de la autonom¨ªa
Los que ya estamos acostumbrados a que Extremadura sea noticia por el cabo Piris, el crimen de Azuaga o los sucesos de Palomas, no pod¨ªamos extra?arnos del espacio que los medios nacionales concedieron a la presa de La Serena. Olvidados ya del periodismo de informaci¨®n y de los escasos recortes que pudimos obtener de esta noticia, nos acogemos ahora a ese otro periodismo de opini¨®n, en el que Juan Benet y Eduardo Barrenechea nos sirven de coartada para decir algunas cosas m¨¢s sobre un evento que no merece pasar tan inadvertido.Ciertamente, no se hace una presa de 3.232 hect¨®metros c¨²bicos de capacidad de embalse todos los d¨ªas. Su construcci¨®n ha supuesto duplicar el agua embalsada de todo el Plan Badajoz (la presa de La Serena es mayor que Cijara, Garc¨ªa Sola y Orellana juntas). La capacidad de embalse de toda Espa?a asciende, tras la construcci¨®n de esta presa, a 45.000 hect¨®metros c¨²bicos, de los que 9.000 descansan en los embalses situados sobre territorio extreme?o. Si a esto a?adimos los 12.000 millones de pesetas invertidos en esta obra (casi la cifra de inversi¨®n de todo el Plan Badajoz, salvando la diferencia del tiempo), tenemos el cuadro de macrocifras que nos permite a los extreme?os ser los primeros en algo, aunque sea en kil¨®metros de costa, en agua embalsada o en hidroelectricidad.
Los que vivimos aguas abajo de este embalse recordamos perfectamente c¨®mo en fechas a¨²n no lejanas padec¨ªamos las caprichosas avenidas del Z¨²jar, en las que animales, tierras y casas sal¨ªan malparados en sus desbordamientos. Las irregularidades del Guadiana desde la desembocadura del Z¨²jar han quedado resueltas con esta gran obra.
Explicaciones
No soy la persona indicada para analizar los aspectos tecnol¨®gicos que esta obra aporta a la ingenier¨ªa de presas. Ser¨ªa de agradecer que el autor del proyecto explicara p¨²blicamente la idoneidad del emplazamiento escogido y por qu¨¦ no se consider¨® la alternativa de varias presas m¨¢s peque?as como suger¨ªa alguien del Partido Popular, aspectos ¨¦stos que no pudieron ser discutidos en su d¨ªa, aunque todo parec¨ªa indicar que, a pesar de la magnitud de la obra, era la soluci¨®n m¨¢s racional para la regulaci¨®n que se pretend¨ªa. De todas formas, es una tragedia para los pol¨ªticos tener que tomar decisiones de este calibre sin estudios alternativos y proyectos de impacto ambiental.
A Juan Benet quiero decirle que, aunque comparto con ¨¦l que la presa de La Serena merec¨ªa otro tratamiento por los medios informativos, los benevolentes ecologistas que nos sabemos apoyados por los lagartos de nuestra comarca de La Serena s¨ª hemos alzado nuestra voz en defensa de esta obra. A pesar de su grandiosidad y de la falta de una mayor ?nformaci¨®n, como acabo de decir, apostamos por ella convencidos de que los impactos negativos, que sin duda los hay con su construcci¨®n, no son equiparables al enorme beneficio social que va a derivarse de la misma. Lo que prueba que no todos los ecologistas somos fundamentalistas o dogm¨¢ticos.
En aquella ocasi¨®n, a¨²n faltos de la informaci¨®n exigible a tan magna obra, cedimos y la apoyamos, convencidos de que el inter¨¦s social era indiscutible y que el impacto ambiental no evaluado tambi¨¦n era aceptable en ese entorno concreto. Pero hoy, transcurridos seis a?os, siguen, en muchos departamentos en los que se cuecen las grandes obras de infraestructura, los ingenieros emperrados en pasarse por ciertas partes los estudios de impacto ambiental que todo pa¨ªs que se precie de moderno debe respetar.
Les cuento una an¨¦cdota m¨¢s, para que se vea hasta qu¨¦ punto defendimos esta obra en el Gobierno de la Junta de Extremadura, en el que yo era titular de Obras P¨²blicas en aquellos momentos: cuando el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo program¨® la presa de La Serena, despu¨¦s de muchas reuniones con el director general de Obras Hidr¨¢ulicas y los t¨¦cnicos de su departamento, que la defendieron todos tenazmente, el Ministerio de Econom¨ªa, cuyo titular era entonces Miguel Boyer, se neg¨® a incluirla en la programaci¨®n que negoci¨¢bamos en el Comit¨¦ de Inversiones P¨²blicas. Autorizados por el presidente de la Junta de Extremadura, el vicepresidente y yo nos levantamos de la sesi¨®n, hicimos constar en acta nuestra radical oposici¨®n a que no se tuviera en cuenta las obras que consider¨¢bamos prioritarias para nuestra comunidad y nos fuimos de la reuni¨®n entre la Administraci¨®n central y la Administraci¨®n aut¨®noma de Extremadura. Al d¨ªa siguiente cedi¨® el Ministerio de Econom¨ªa (m¨¢s generoso con las inversiones nucleares en Extremadura), y la obra pudo ser aprobada y dotada presupuestad amente. Ahora est¨¢ inaugurada y con 700 hect¨®metros c¨²bicos de agua embalsada. Fue la primera batalla que le gan¨® una autonom¨ªa modesta al coloso central. Ahora s¨®lo falta, como he dicho en otro lugar, que se complete la obra de restauraci¨®n ambiental por el impacto producido, que se resuelva seriamente el problema de las personas afectadas por el embalse y que la conservaci¨®n y el buen aprovechamiento de la presa y de los usos que de ella se deriven queden garantizados por una gesti¨®n adecuada e inteligente.
Agradecimientos
A Eduardo Barrenechea -al que debemos agradecimiento los extreme?os por sus estudios de la raya de Portugal, en ¨¦pocas en que nuestra tierra no exist¨ªa en la preocupaci¨®n literaria socioecon¨®mica, y por otros muchos trabajos que nos ha dedicadoquiero decirle dos cosas: aunque los regad¨ªos del canal de Barros no se desarrollen en su versi¨®n m¨¢s ambiciosa, la presa de La Serena est¨¢ ya de sobra justificada como obra de regulaci¨®n, abastecimiento y producci¨®n hidroel¨¦ctrica. El que la riqueza que surja de esta obra se distribuya justamente es algo que trasciende a la propia presa y en lo que todos tenemos algo que decir.
Para un mayor abundamiento en la presa de La Serena y el canal de Barros y los problemas hidrol¨®gicos de la cuenca del Guadiana, remito al informe que realizamos a finales de 1978, publicado por Ruedo Ib¨¦rico, Extremadura saqueada, recursos naturales y autonom¨ªa regional, dir¨ªgido por Jos¨¦ Manuel Naredo y Mario Gaviria, en el que colaboramos un colectivo amplio de personas de las m¨¢s variadas disciplinas. Ya en aquellos entonces a algunos ecologistas no nos importaba aceptar la realizaci¨®n de alguna gran obra, siempre que estuviera justificada su realizaci¨®n, aunque l¨®gicamente seamos m¨¢s partidarios de las obras medianas o peque?as.
Quiero concluir se?alando la gran oportunidad de la presencia de los Reyes en la inauguraci¨®n de la presa de La Serena, y por partida doble: dos veces en una semana. Algunos fallos en la organizaci¨®n del evento fueron suplidos por la voluntad manifiesta de sus majestades de estar presentes en ese acto. Es otra an¨¦cdota m¨¢s que queda Incorporada a la memoria de esta presa.
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