Cambiados
La liturgia taurina representada en el festejo hellinero del S¨¢bado de Gloria ofreci¨® una obra con dos actores, Joselito y Litri, uno haciendo del otro. El primer s¨ªntoma del intercambio de papeles lo di¨® Joselito al terminar, con su primero, unas ver¨®nicas con adornos de hinojos, uno de los cuales le sirvi¨® para dejar al toro frente al percher¨®n. Sigui¨® el repertorio con su capotillo y despu¨¦s se lanz¨® a una faena en la que, con detalles arom¨¢ticos, introdujo desplantes y adornos ping¨¹¨ªs y efectistas. Termin¨® con otro desplante de hinojos.Litri deber¨ªa estar refunfu?ando: "?Pero qu¨¦ hace este t¨ªo? A ver qu¨¦ papel interpreto yo ahora". Posiblemente se le encendi¨® una lucecita y barrunt¨®: "Ya lo tengo, se va a enterar, har¨¦ de Joselito". Lo intent¨®, pero en vano. Su supuesto reposo art¨ªstico para andarle al burel se dilu¨ªa a la hora de la verdad. Los defectos eran muchos: mulet¨®n retrasado, cite en oblicuo y carrerita a enmendar terrenos. As¨ª que al final tir¨® de su propio repertorio pueblerino y calienta p¨²blicos a base de ratimagos y chundarata y no interes¨® a la concurrencia.
Peralta / Parra, Joselito, De la Vi?a, Litri
Toros de Peralta, bien presentados y manejables, y quinto, sobrero, de Daniel Ruiz.Joselito: oreja; dos orejas. Rafi de la Vi?a: oreja; silencio. Litri: ovaci¨®n en los dos. Hell¨ªn, 14 de abril.
La representaci¨®n volvi¨® a lo que de ella se esperaba en la segunda parte. Joselito, en Joselito, dict¨® una lecci¨®n casi magistral con el percalillo, y sobre todo con la tambi¨¦n m¨ªnima muleta. Le sali¨® una casi perfecta sinfon¨ªa, plena de ortodoxia y clasicismo. Despu¨¦s se adorn¨® con garbo y torer¨ªa, y enterr¨® la tizona hasta los gavilanes. Y Litri volvi¨® a ser Litri en el ¨²ltimo, un zambombo enorme con el que se reboz¨® en la arena, mon¨®tona y heterodoxamente, entre bostezos.
De la Vi?a abus¨® tambi¨¦n del reclinatorio y se entreg¨® en el segundo, cuya pajuna embestida tal vez merec¨ªa m¨²sica cl¨¢sica y no heavy rock. Fue una labor de m¨¢s cantidad que calidad. Le toc¨® el garbanzo negro del quinto, un marrajo reserv¨®n que pegaba tornillazos y al que no dome?¨® porque era imposible.
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