El desgarbo
?nicamente quienes la conocieron ¨ªntimamente sab¨ªan que Greta Garbo no era la mujer perfecta que aparentaba ser en la pantalla. Y m¨¢s a¨²n, que una parte esencial de su hermosura proced¨ªa de la inversi¨®n visital de una fealdad, lo que llaman una malformaci¨®n cong¨¦nita, de su cuerpo. Quiz¨¢s no haya existido nunca en una pantalla un caso de transfiguraci¨®n tan misterioso como el suyo.Garbo, y esto no es aunque lo sea un juego de palabras, camin¨® por la vida desgarbada. Robert Walker desvel¨® que padec¨ªa una desproporci¨®n en las piernas, que eran demasiado largas entre r¨®tula y p¨¦lvis, y por consiguiente demasiado cortas entre rodilla y tobillo, lo que daba a sus movimientos la cualidad "de un ¨¦mbolo, una rectitud acerada que chocaba con su rostro", y que le imped¨ªa dar unos pocos pasos seguidos sin que pareciese que iniciaba una apresurada caminata.
Cuando filmaba se ve¨ªa forzada a controlar esta extrafla manera de andar y, al tener que reducir la fea velocidad de sus pasos naturales, adquir¨ªa, en palabras de Walker, Ia gracia que se descubre en el movimiento de una atleta filmada con c¨¢mara lenta".
El desgarbo de la mujer se convert¨ªa as¨ª en la actriz, a trav¨¦s del ojo de ver milagros de la c¨¢mara, en un andar largo, de lenta, intensa e irrepetible elegancia. Y era esta la causa de que el signo de la divinidad de Greta Garbo procediese de un humilde defecto de su esqueleto humano, aquejado del estigma de una remota anemia heredada, procedente del hambre que hubo detr¨¢s de su nacimiento.
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