Curro pu?ales
Domecq / Romero, Espartaco, CepedaToros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presencia, flojos, descastados, 2? y 4? (sobrero), bravos. Curro Romero: estocada corta descaradamente baja (pitos); dos pinchazos en la paletilla, rueda de peones, dos pinchazos bajos, pinchazo traicionero en el ijar y se tumba el toro (bronca); despedido con lluvia de almohadillas. Espartaco: estocada (oreja); bajonazo (vuelta). Fernando Cepeda: estocada perpendicular delantera (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada ca¨ªda (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza, 20 de abril. Sexta corrida de feria. Lleno
Curro Romero mat¨® el cuarto toro a pu?aladas, y al primero no le dio mejor trato. Curro Romero no era ayer el fara¨®n del toreo, lujo de la Tauromaquia, capricho del Baratillo, sino Curro pu?ales pu?alero siniestro capaz de pegar bajonazos buscando los s¨®ta nos corp¨®reos del torillo inocente, y hasta por el mism¨ªsimo ijar, en ocasi¨®n de que el torillo inocente atend¨ªa los requerimientos de un pe¨®n.
De Curro se pueden entende las inhibiciones, el macheteo dis tante de pit¨®n a pit¨®n que recet¨® a su primer toro, los respingos y mantazos con que libraba las en castadas embestidas del cuarto pues tiene hecho de eso oficio, y el quintaesenciado toreo que atesora s¨®lo lo ofrece con motivo de las grandes solemnidades; por ejemplo, la coronaci¨®n de un rey, la llegada del hombre a la luna y fastos por el estilo. En cambio no se pueden entender de Curro las argucias navajeras en pleno ruedo, menos a¨²n en la Maestranza pues suponen una mueca grosera a la noble historia del coso, una traici¨®n a cuanto tiene de gallard¨ªa y nobleza la misma Tauromaquia.
Se la armaron, esta vez gorda y con ira. Durante el navajeo, con lanzamiento de almohadillas y alg¨²n bote de cerveza tambi¨¦n Y cuando lo del ijar, el p¨²blico se dirigi¨® enfurecido a la presidencia, exigiendo que el navajero fuera expulsado del templo. Curro consigui¨® colmar la paciencia de todo el mundo, cada cual manifestaba su enfado seg¨²n pod¨ªa, a alguien le iba a dar un infarto, y uno le grit¨®: "?Currooo, tienes m¨¢s cuento que la Expooo!"; as¨ª, con muchas oes, que es peor.
En el reverso total de Curro est¨¢ Espartaco, que tendr¨¢ poco arte pero verg¨¹enza torera mucha, y se aplic¨®, ayer como siempre, a sacar partido de sus toros, poniendo en el empe?o lo mejor de su pundonor, de su valent¨ªa y de su t¨¦cnica. Ambos toros eran terciadillos y estaban inv¨¢lidos, aunque es necesario destacar la bravura y la encastada nobleza del primero, as¨ª como el temperamento reservoncente del quinto, pues de ah¨ª podr¨ªan deducirse los m¨¦ritos de Espartaco en sus respectivas faenas. La del primero estuvo muy por debajo de la que hubiera conseguido cualquier torero con sensibilidad art¨ªstica y la del segundo muy por encima, y en cambio el p¨²blico se las premi¨® al rev¨¦s.
El p¨²blico estaba ayer espartaquista a tope y le entusia.sin¨® la primera faena de Espartaco, as¨ª diera los muletazos lentos o r¨¢pidos, cruzado o fuera de cacho. Se cay¨® el toro, estuvo largo tiempo tumbado en la arena, y el entusiasmo no decay¨® en absoluto. En cambio, los conocimientos y los arrestos para pisar el terreno adecuado, ligar los pases y, en definitiva, sacar partido del quinto, el p¨²blico se lo recompomens¨® sin excesos.
Ocurri¨® que, para entonces, el p¨²blico empezaba a estar harto de la corrida. Llevaba en el tendido dos horas. Fernando Cepeda, que despu¨¦s de lucirse en ver¨®nicas exquisitas no entendi¨® al tercer toro y le hizo una faena tan larga como anodina -en el sexto repiti¨® la sesi¨®n- hab¨ªa a?adido sopor a la tarde. El cuarto fue devuelto incomprensiblemente despu¨¦s recibir cuatro varas, y pasaron 20 minutos hasta que le dio la gana de irse al corral tras los cabestros. Y, por ¨²ltimo, lo de Curro, metamorfoseado de repente en pu?alero, fue una frustraci¨®n que no merec¨ªan la afici¨®n sevillana en general y, el currismo en particular. Cuando al ocaso se marchaban Arenal arriba, cabizbajos y cariacontecidos, menudo disgusto llevaban.
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