El telescopio viajero
A VECES se siente el orgullo de la especie; a veces, el horror, y de esta contradicci¨®n est¨¢ formado un permanente desequilibrio humano. El telescopio Hubble flota ahora en su ¨®rbita; es uno de los grandes temas de orgullo, y de lucha tambi¨¦n contra lo que se ha llamado angustia c¨®smica, nacida m¨¢s o menos cuando Galileo miraba al cielo por su entra?able tubito ¨®ptico y empezaba a explicarnos que no somos nadie, tina idea que se desarrollar¨ªa hasta la informaci¨®n precoz del astr¨®nomo Hubble -cuyo nombre se perpet¨²a en el del telescopio orbital- de que el universo naci¨® de una explosi¨®n, que las galaxias se expanden a mayor velocidad cuando m¨¢s lejanas est¨¢n de la Tierra y que quiz¨¢ todo esto que llamamos orden en el espacio no sea tal. El telescopio va a transmitirnos im¨¢genes y medidas que puedan confirmarlo, apurando el juego de tiempo y espacio, haci¨¦ndonos ver la naturaleza de algunas estrellas tal como fueron hace miles de millones de a?os -cuando emit¨ªan la luz que ahora le llega a ¨¦l- y probablemente el nacimiento y desarrollo de alguna galaxia como la nuestra. Si todo responde a las expectativas podremos confirmar algunas de las teor¨ªas que hoy se desarrollan a partir de Keppler, de Galileo o de los otros son¨¢mbulos que pasaron sus noches renacentistas mirando al cielo; pero tambi¨¦n se pueden negar. Puede ser que los elementos de juicio que el hombre sabio obtenga de esta inmensa pr¨®tesis que a segrega o como la ¨²ltima muestra de la evoluci¨®n de su especie deshagan algunas o todas estas teor¨ªas y aparezca un nuevo concepto de la creaci¨®n del universo y de su morfolog¨ªa.?Va a ser ¨²til para la vida? Desde el momento en que se sabe que las ciencias, las humanidades, los conocimientos y las informaciones son multidisciplinares, los descubrimientos del Hubble estar¨¢n relacionados, a la larga, con todo el saber. No se puede excluir el militar, y eso es algo que ensombrece cualquier ufan¨ªa. Porque tampoco se puede negar que la civilizaci¨®n avanza como una lanza: hay una punta aguzada que est¨¢ al frente, mientras por su asta se va desvaneciendo su fuerza hasta llegar a la empu?adura de la ignorancia y la pobreza. Conviven en el mundo todas las gamas del hombre hist¨®rico, desde el m¨¢s avanzado hasta el que llamamos primitivo impropiamente, porque es tan actual como todos los dem¨¢s. Y todos sabemos tambi¨¦n que las grandes evidencias no se abren camino f¨¢cil hacia la base de la pir¨¢mide, donde los comportamientos siguen siendo elementales, supersticiosos o encubiertos por la miseria y el miedo. La demagogia de que con el dinero del Hubble -medio bill¨®n de pesetas cuando finalice el experimento- se podr¨ªan haber eliminado algunas de las miserias de este bajo mundo es real s¨®lo hasta un punto. Hay que pensar que todo el complejo de conocimientos que estos ingenios proporcionan a lo largo de la historia va dejando siempre un rastro de mejoras comunes, aunque mal distribuidas, y unas ideolog¨ªas, como se produjo en el humanismo y sus inagotables desarrollos.
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