La muerte vive en Colombia
ENVIADO ESPECIAL El diario bogotano El Espectador se preguntaba ayer a toda plana en primera p¨¢gina con tr¨¢gico escepticismo: "El poder ?para qu¨¦?". ?Para qu¨¦ celebramos elecciones?, ven¨ªa a decir, 6para qu¨¦ siguen luchando tantos colombianos por la paz en este pa¨ªs regido por la sinraz¨®n y la m¨¢s siniestra violencia? La respuesta que repiten los ciudadanos, m¨¢s por instinto que por convicci¨®n, es (que hay que seguir adelante para evitar la barbarie total, el golpe de Estado, que hoy se cierne como una amenaza real sobre Colombia.
El asesinato el jueves pasado del candidato presidencial del Movimiento 19 de Abril (M-19), Carlos Pizarro, s¨®lo ha venido a corroborar que la muerte se ha convertido en Colombia en una costumbre, en una forma de vida. A fuerza de convivir con ella se la ignora o se la oculta detr¨¢s de un seguro de vida o un comportamiento heroico.
Pasa a la p¨¢gina 5
Colombia vive bajo la sombra de un golpe de Estado
Viene de la primera p¨¢gina
Despu¨¦s del asesinato el jueves pasado del candidato presidencial del Movimiento 19 de Abril (M-19), Carlos Pizarro, el peligro de interrupci¨®n del sistema democr¨¢tico ha sido por primera vez revelado por el ex presidente liberal Carlos Lleras Restrepo, quien denunci¨® la existencia de "un gran compl¨® que busca impedir la realizaci¨®n de las elecciones por el monstruoso medio de la eliminaci¨®n de los candidatos".
Pero a este pa¨ªs le faltan ya fuerzas para reaccionar ' o lo hace por las v¨ªas del radicalismo o del cinismo, como muestra de su desesperaci¨®n. El m¨¢ximo dirigente del Partido Social Conservador, el ex presidente Misael Pastrana, fue obligado el s¨¢bado a bajar del avi¨®n en el que pretend¨ªa viajar a la ciudad de Cartagena. El piloto, haci¨¦ndose eco del p¨¢nico creado por el asesinato en pleno vuelo de Carlos Pizarro, pidi¨® a Pastrana que utilizase otra v¨ªa de transporte.
No es un caso aislado. Miles de pasajeros de la l¨ªnea oficial colombiana, Avianca, han pedido a Pos dirigentes de la compa?¨ªa que prohiban viajar a los colombianos, pol¨ªticos o dirigentes de cualquier sector, amenaza dos de muerte. Los padres de los alumnos de un colegio situado junto a la residencia del general Miguel Maza, el principal responsable en la lucha antinarc¨®ticos, le ' han pedido a trav¨¦s de una carta p¨²blica que se vaya a vivir al campo, donde su presencia no ponga en peligro a nadie.
Los periodistas tienen miedo
Los periodistas se citan a horas ins¨®litas con los dirigentes de partidos de izquierda, buscando el momento y el lugar en los que se supone que se hace m¨¢s dif¨ªcil la actuaci¨®n de los sicarios asesinos. Hace dos meses muri¨® una conocida reportera colombiana cuando tomaba un caf¨¦ en un local p¨²blico con tres dirigentes campesinos con los que planificaba un reportaje. Los cuatro calleron por un r¨¢faga disparada por matones a sueldo.
Un caricaturista reflejaba este clima de la tr¨¢gica periodicidad de los magnicidios con un dibujo en el que, bajo el t¨ªtulo de "mensaje de condolencias por el ¨²ltimo asesinato", el presidente Virgilio Barco se desped¨ªa del p¨²blico desde las pantallas de televisi¨®n con un sencillo "hasta pronto".
Las mismas caras de espanto, las mismas m¨²sicas de forzado entusiasmo, las mismas vestimentas negras se repiten de entierro en entierro. S¨®lo cambia una cosa: el nombre del cuerpo que ocupa el f¨¦retro. Luis Carlos Gal¨¢n, el l¨ªder liberal, dej¨® flores en su d¨ªa sobre la tumba de Jaime Pardo, el primer dirigente de la Uni¨®n Patri¨®tica; Bernardo Jaramillo, el sucesor de Pardo, las puso sobre la l¨¢pida de Gal¨¢n; Carlos Pizarro, sobre la de Jaramillo; y el nuevo l¨ªder del M- 19, Antonio Navarro, sobre la fosa de Pizarro.
La muerte se ha convertido en Colombia en una costumbre, en una forma de vida. A fuerza de convivir con ella, se la ignora o se la oculta detr¨¢s de un seguro de vida o un comportamiento her¨®ico. "Hay que reivindicar el alt¨ªsimo valor del derecho a la vida como principio fundamental", exig¨ªa ayer desde las p¨¢ginas de El Espectador el presidente de la Comisi¨®n Permanente por los Derechos Humanos, Alfredo V¨¢zquez Carrizosa. "Una sociedad con el derecho a la vida anulado, como es Colombia, est¨¢ sumida en la barbarie colectiva"". La proximidad de la muerte, el desprecio colectivo al valor de la vida ha llevado hasta un segundo plano el inter¨¦s por la autor¨ªa de esas muertes. Matan fuerzas ocultas que no quieren a Colombia, se conforman con pensar los colombianos.
Pero hay m¨¢s que eso. Por si no fue suficiente la muerte de Jaramillo, el asesinato de Pizarro ha dejado crudamente en evidencia a las fuerzas paramilitares, conectadas, seg¨²n pol¨ªticos de izquierda y defensores de los derechos humanos, con sectores del Ej¨¦rcito que quieren abortar la democracia antes de que el sistema genere fuerzas que rompan el tradicional esquema liberal-conservador.
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