La telef¨®nica de los pobres
Un locutorio clandestino con tres cabinas funciona desde hace un mes en Ciudad Lineal
Cualquier ciudad del mundo est¨¢ al alcance de la mano por 300 pesetas desde un s¨®tano de Ciudad Lineal. Cinco minutos son 300 pesetas, 10 minutos son 500, y media hora, 1.500. Una gestor¨ªa, un instituto gemol¨®gico o una agencia de viajes pueden ser la tapadera de m¨¢s de cien llamadas diarias en los s¨®tanos de la capital. La contrase?a algunas veces consiste en golpear tres veces en la puerta y otras en entrar sin preguntar nada.
En la calle de Alcal¨¢, el local del locutorio est¨¢ alquilado por una agencia de viajes; en Gran V¨ªa lo gestiona un espa?ol que se escuda bajo la respetabilidad que confiere el nombre de instituto al local, y en el de Ciudad Lineal es un letrero de poca credibilidad lo que esconde el locutorio.
El locutorio de Ciudad Lineal lo gestionan cuatro j¨®venes chilenos. Trabajan durante toda la semana, incluidos los domingos y d¨ªas de fiestas. La jornada comienza a las nueve de la ma?ana y termina a las diez de la noche. Comen all¨ª y se asean en el servicio que hay en el mismo s¨®tano. En el local hay tres tel¨¦fonos, varias revistas para matar el tiempo de espera, ocho sillas y demasiadas l¨¢grimas.
Por la ma?ana suelen llegar espa?oles con trajes y buen conocimiento de ingl¨¦s para cerrar negocios con socios extranjeros. A partir de las cuatro de la tarde ya aparece un mayor n¨²mero de dominicanas, j¨®venes filipinos, estudiantes japonesas y marroqu¨ªes.
Las l¨¢grimas irrumpen en la mayor¨ªa de las conversaciones sin que la ligera cortina que separa los tel¨¦fonos sirva para proteger la intimidad. Los nervios y las sospechas afloran cada vez que llama a la puerta una cara desconocida. Esta semana se produjo un malentendido en el locutorio de Ciudad Lineal. Una emigrante dominicana que trabaja sin permiso de legal sospech¨® de una cliente nueva. Uno de los gestores del negocio tuvo que pedir a la dominicana que se marchara. El temor de la sirvienta lleg¨® a tal punto que no dejaba de mirarla. La se?ora comenz¨® a sentir miedo y miraba para todas partes. Los dem¨¢s clientes empezaron a marcharse, hartos de tanta mirada temerosa.
Cuando la polic¨ªa descubre alg¨²n locutorio nunca detiene a los clientes por el hecho de llamar. Los due?os del negocio, sin embargo, corren peor suerte. La argentina Marta Josefina Leoni fue detenida y acusada de haber estafado a Telef¨®nica 18 millones.
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