Italia exhibi¨® m¨¢s coraje que estilo

Italia jug¨® mal, pero ha resuelto un problema: Tot¨® Schillaci, el siciliano, ser¨¢ desde ahora el compa?ero de Vialli en la delantera. Esta cuesti¨®n de la pareja de Vialli hab¨ªa alcanzado el rango de debate nacional. As¨ª son las cosas en Italia cuando se trata de f¨²tbol. Nada m¨¢s presentarse en la cancha, Schillaci dej¨® el asunto zanjado con un gol de ¨²ltima hora, a centro de Vialli precisamente. La hinchada qued¨® tan entusiasmada que gast¨® los ¨²ltimos 10 minutos en hacer olas en el estadio romano. Sin embargo, la felicidad italiana no esconde los problemas que tiene su equipo. Italia gan¨® su primer partido con coraje, pero con poco estilo. La modernidad es definitivamente patrimonio del Milan, no de este conjunto, tan preocupado en cuestiones pedestres como el marcaje individual a Ogris, un jugador mediocre se mire por donde se mire.El problema de Italia es su indefinici¨®n. Este equipo es una suma de caracteres contradictorios que acaba por generar una contradicci¨®n mayor toda v¨ªa: el indudable valor nominal de cada jugador no se concreta en un juego fluido ni armonioso. Azeglio Vicini ha armado un cuadro con un par de duros por aqu¨ª, alg¨²n estilista, los perseguidores de rigor y una delantera que resume por elevaci¨®n la falta de una idea concreta del juego. Est¨¢ Vialli, pero hasta un cuarto de hora antes de acabar el partido no se supo qu¨¦ acompa?ante recibir¨ªa el placet.
Frente a Austria sali¨® Carnevale, que dej¨® el sello de los delanteros corajudos, pero peleados con el gol. La ascensi¨®n de Schillaci le dejar¨¢ probablemente en el banquillo hasta e final del campeonato. La falta de concreci¨®n estil¨ªstica se ampl¨ªa al centro del campo. All¨ª Donadoni demuestra un partido s¨ª y otro tambi¨¦n que est¨¢ varios cuerpos por encima del resto de la l¨ªnea. Pero la manija la lleva Giannini, superficial, de vuelo corto, a pesar de la aparente correcci¨®n de su acciones. A la derecha, De Napoli es el fajador, uno de esos jugado res siempre presentes en cualquier selecci¨®n italiana. El problema reside en que Donadoni habla un lenguaje futurista y De Napoli uno m¨¢s arcaico, conectado con los viejos modos del catenaccio, de la defensiva.
De hecho, fue la conexi¨®n milanista la que ofreci¨® lo mejor del encuentro. La sociedad Baresi-Donadoni protagoniz¨® un par de jugadas de altura, como aquel pase del primer tiempo de Donadoni a Baresi que ¨¦ste interpret¨® a la perfecci¨®n con un env¨ªo sobre la marcha a Carnevale. Ah¨ª se acab¨® la inspiraci¨®n de la jugada porque Carnevale no se atrevi¨® a agotar la posibilidad de la acci¨®n y se sac¨® el bal¨®n de encima con un disparo desde el borde del ¨¢rea cuando la ocasi¨®n merec¨ªa algo m¨¢s fantasioso. La mayor parte del encuentro se gui¨® por un juego atropellado, favorecido por el f¨²tbol opaco de Austria, equipo cortito, de escasa entidad. Sus jugadores no fueron m¨¢s all¨¢ del buen orden en la cancha y una aceptable concentraci¨®n. Pese a sus dificultades, Italia pudo marcar en un par de ocasiones, muy especialmente en un mano a mano de Vialli con el portero austr¨ªaco, Lindenberger, que el italiano desperdici¨® por un exceso de suficiencia en su remate con el exterior del pie, o en una tremenda incursi¨®n de Donadoni por la izquierda que cerr¨® con un env¨ªo retrasado a Carnevale, que pifi¨® solo ante la porter¨ªa.
La ansiedad por la suerte del partido concluy¨® a 12 minutos del final. Schillaci acababa de saltar a la cancha cuando Donadoni tir¨® un pase muy inteligente a Vialli, uno de esos centros que aprovechan la potencia del delantero del Sampdoria. Vialli se estir¨® hasta la l¨ªnea de fondo y sac¨® un servicio alto y limpio que remach¨® el delantero del Juventus de Tur¨ªn con la cabeza.
Luego, la fiesta y la ola. Italia durmi¨® feliz, pero por debajo laten algunos graves interrogantes sobre su futuro en este torneo.
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