Gorbachov despu¨¦s del congreso
"Dejemos de ser una partidocracia. Aprendamos de los errores de otros para no correr la misma suerte", el llamado hecho desde lo alto del micr¨®fono n¨²mero 11, instalado en un palco de la gran sala del Krerrilin, parec¨ªa venir del cielo. La mayor¨ªa de los delegados no pod¨ªan ver al orador, pero todos le escuchaban en un silencio religioso. Este hombre ha sabido resumir en dos frases la postura de este 282 Congreso del Partido Comunista de la URSS (PCUS). Los otros, los partidos comunistas de Europa del Este, ya han perdido su poder. Para evitar que lo mismo sucediera en la URSS, era necesario encontrar, a cualquier precio, una buena defensa durante los 11 d¨ªas de debate en la gran sala del Kremlin. ?Era eso factible?Mija¨ªl Gorbachov respondi¨® sin lugar a dudas de manera positiva, y, desde su punto de vista, se comprende. En contra de todos los pron¨®sticos, gan¨® la batalla contra los conservadores. Por tanto, la URSS no dar¨¢ marcha atr¨¢s y no renunciar¨¢ ni a su perestroika ni a su nueva pol¨ªtica exterior. Los buenos deseos de los dem¨®cratas occidentales acompa?an a Gorbachov en su determinaci¨®n de seguir adelante. No se impresionaron con las dimisiones espectaculares, al final del congreso, de Bor¨ªs Yeltsin y de los alcaldes de dos de las ciudades sovi¨¦ticas m¨¢s importantes: Anatoli Sobtchak, de Leningrado, y Gavriil Popov, de Mosc¨². El m¨¢s conocido de ese tr¨ªo, Yeltsin, gan¨® gran popularidad en Rusia denunciando los privilegios de la partidocracia y profesando un nacionalismo ruso y, es preciso aclarar, no xen¨®fobo. Sin embargo, los intentos de hacerse popular en el exterior, particularmente en Espa?a, no parecen haber sido muy fruct¨ªferos. Su biograf¨ªa se asemeja mucho a la de Gorbachov, pero intelectualmente no tiene su misma talla. Lo que es m¨¢s, y seg¨²n sus propias palabras, s¨®lo cree en un futuro de Rusia, de la uni¨®n de las rep¨²blicas sov¨ª¨¦ticas, en la violencia, precisamente cuando los occidentales temen que ¨¦sta estalle.
Pero incluso analizando el 28? congreso con toda la simpat¨ªa que se siente por Mija¨ªl Gorbachov, surge una serie de preguntas sobre los l¨ªmites de su victoria. Desde el comienzo de la perestroika, los cuadros del PCUS sometidos a la presi¨®n de la base han cambiado mucho. Son m¨¢s j¨®venes, menos arrogantes, est¨¢n m¨¢s directamente relacionados con la sociedad. M¨¢s de uno de ellos ha denunciado, con el mismo furor de Yeltsin, los privilegios de la ¨¦poca anterior, cuando los dirigentes y los cuadros viv¨ªan en un mundo aparte, donde no hab¨ªa crisis de vivienda, ni penurias, ni dificultades para viajar. Para demostrar que actualmente son todos modestos, los candidatos a los cargos directivos' anunciaban espont¨¢neamente en el congreso que ellos no ten¨ªan fortunas en sus cuentas de ahorro y que tampoco viv¨ªan en grandes pisos. A pesar de estos progresos, el PCUS no es un partido como los dem¨¢s, y para que uno pudiera convencerse de ello fue suficiente asistir a la sesi¨®n del congreso dedicada a las finanzas.
A. Nizovtseva se encarg¨® de informar sobre ingresos y gastos del PCUS. ?Se le pregunt¨®, sin miramientos, sobre el importe de las divisas que el partido deposita cada a?o en una cuenta en Suiza! "No es cierto", protest¨® ella, "depositamos todas las divisas que ganamos en el extranjero en el Banco Nacional". Pero ?c¨®mo las gana? ?C¨®mo un partido pol¨ªtico gana divisas en el exterior?
Como propietario de todas las imprentas y editoriales, sin olvidar la prensa, el PCUS es una de las grandes empresas comerciales del pa¨ªs. Incluso le parece normal invertir millones de rublos en la construcci¨®n de casas de descanso para el bienestar de sus cuadros. Adem¨¢s, se beneficia de los servicios gratuitos del KGB y de otros cuerpos estatales para velar por la seguridad de su miniestado. En el congreso no se habl¨® para nada de todo ello. Los partid¨®cratas s¨®lo hicieron una concesi¨®n: ?a partir de ahora, las casas de descanso del comit¨¦ central estar¨¢n a disposici¨®n de todos los miembros del partido! Es evidente que si se avanza a este ritmo, Bor¨ªs Yeltsin tiene un buen futuro por delante...
El segundo tema doloroso concierne al mercado. Los economistas gorbachovianos creen en una econom¨ªa de mercado que no generar¨ªa desigualdades sociales muy marcadas ni tampoco conducir¨ªa "al enfoque puramente comercial del desarrollo de la sociedad". Es por esta raz¨®n que quieren proceder por etapas y defender en cada momento a las capas sociales menos favorecidas. Gorbachov ha insistido en todos sus discursos sobre su determinaci¨®n de no sacrificar la originalidad de la sociedad sovi¨¦tica y de no copiar, como lo hacen los pa¨ªses del Este, al mundo capitalista. Sin embargo, lo que est¨¢ sucediendo en la URSS desde hace dos a?os no confirma para nada esta hip¨®tesis.
Una de las personas cercanas a Gorbachov, Iv¨¢n Frolov, ha reconocido que la nueva visi¨®n de un socialismo democr¨¢tico "no encuentra en la conciencia colectiva de los sovi¨¦ticos fundamentos s¨®lidos". Frolov culpa de esta actitud, sobre todo, a soci¨®logos y economistas que no han sabido dar a la perestroika una "base te¨®rica indispensable". Lo que no mencion¨® es que "a la espera de las tendencias espont¨¢neas", como se dice, de la sociedad, ¨¦stas la conducen m¨¢s bien hacia un mercado salvaje y no hacia aquel que desea Gorbachov.
"?D¨®nde tiene los ojos el KGB?", grit¨® uno de los delegados en direcci¨®n al presidente de esta temible instituci¨®n, VIad¨ªmir Kriuchkov. ?ste, un elegante general vestido de civil, se ajust¨® las gafas y respondi¨® inmediatamente en los mismos t¨¦rminos: "El KGB tiene los ojos all¨ª donde tiene que tenerlos". Poco tranquilizadora para los dem¨®cratas, a quienes no les gusta ser observados por esos ojos, la respuesta del general fue muy poco convincente a partir del momento en que empez¨® a hablar de su lucha contra la econom¨ªa sumergida. En 1989, sus servicios descubrieron muchas bandas organizadas de especuladores -dijo- y se les incautaron bienes por unos 468 millones de rublos. ?No tiene nada de qu¨¦ enorgullecerse cuando en el mismo discurso estima en 150.000 millones de rublos los ingresos de estos traficantes clandestinos!
El peligro de un estallido social existe en la URSS debido a esta redistribuci¨®n salvaje de los ingresos. El apoyo que recibi¨® la huelga pol¨ªtica de los mineros el 11 de julio lo demuestra de manera evidente. Gorbachov no se encuentra s¨®lo entre la barrera de la partidocracia, que no logra librarse de sus malas costumbres, y el martillo de los pol¨ªticos independientes -Yeltsin, Sobcthak, Popov-, que controlan importantes sectores del pa¨ªs. Hay muchos otros frentes abiertos: en las f¨¢bricas, en el campo, para no hablar del de las nacionalidades, que acaba de ser reactivado por la declaraci¨®n de soberan¨ªa de Ucrania. Vencedor en el congreso, Gorbachov tiene por primera vez las manos libres para actuar eficazmente. Tambi¨¦n puede contar con la ayuda occidental, capaz de hacer bajar la tensi¨®n sobre el mercado de consumo. Sin embargo, muchos expertos piensan que estos triunfos s¨®lo dar¨¢n sus resultados cuando la pr¨¢ctica diaria se ajuste mejor a las ideas de Gorbachov sobre el mercado intervenido y cuando el PCUS sepa darle un fundamento a la perestroika para poder decir, con Iv¨¢n Frolov, qu¨¦ es lo que mejor se corresponde con la conciencia colectiva de la mayor¨ªa de los sovi¨¦ticos.
Traducci¨®n: C. Scavino.
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