La falta de patrocinio reduce el presupuesto de la excavaci¨®n
La primera campa?a de recuperacI¨®n del barco de la Corona de Arag¨®n hundido al sur de Cerde?a tiene un presupuesto de unos 20 millones de pesetas, cifra notablemente inferior a la prevista inicialmente. Esta disminuci¨®n de los fondos disponibles se debe, seg¨²n fuentes vinculadas al proyecto, a las reticencias del capital privado para patrocinar actividades culturales que no tengan asegurado un fuerte impacto popular.
La mencionada disminuci¨®n presupuestaria no afectar¨¢ al desarrollo de los trabajos desde el punto de vista cient¨ªfico. Son los 21 miembros de la expedici¨®n los que con su esfuerzo personal sufren y suplen con buen humor la falta de determinados medios. Los integrantes de la expedici¨®n -formada por 18 arque¨®logos, un m¨¦dico, un ingeniero naval y un sargento del Ej¨¦rcito- conviven en una casa de dos plantas en la que, a causa de la falta de espacio, la mesa de trabajo y el ordenador comparten el sal¨®n con dos camas.
La jornada
La jornada se inicia para el grupo a las siete de la ma?ana. Tres lanchas neum¨¢ticas conducen diariamente a los expedicionarios, en una traves¨ªa de poco menos de un cuarto de hora, hasta la peque?a isla de Cavoli, frente a la que se encuentra el yacimiento. Una breve reuni¨®n, la se?afizaci¨®n de la zona de trabajo y la instalaci¨®n de las chuponas -aparato que se utiliza para retirar la capa de arena que cubre el barco-, resultan imprescindibles antes de iniciar la excavaci¨®n. Los arque¨®logos realizan, en grupos de tres o cuatro personas, dos inmersiones diarias cada uno de alrededor de una hora. El trabajo en el fondo del mar resulta relativamente c¨®modo, dada la prefundidad a que se realiza, unos 15 metros, y la limpieza de las aguas. El resto del tiempo se dedica al control y mantenimiento del material, a la limpieza del campamento, a la comida (bocadillos y fruta, casi siempre melocotones) y al ocio.
Sin corriente el¨¦ctrica y sin agua potable, la estancia en Cavoli, un islote sin apenas vegetaci¨®n y abundantes mosquitos, no resulta nada c¨®moda. Y el proyecto de hacerla algo m¨¢s confortable con la construcci¨®n, por ejemplo, de una letrina, fue abortado por un grupo de cient¨ªficos de la Universidad de Cagliari que desarrollan un programa de investigaci¨®n en el otro extremo de la isla: "Argumentaron que en la isla falta mucha materia org¨¢nica".
La traves¨ªa de regreso a Villasimius se produce alrededor de la seis de la tarde. Una ducha (para la que los expedicionarios disponen de dos cuartos de ba?o), la cena en un hotel y un breve paseo por la localidad completan la jornada.
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