La posici¨®n espa?ola
POR PRIMERA vez, Espa?a tiene que asumir su responsabilidad en un grav¨ªsimo conflicto internacional desde su nueva posici¨®n de miembro de la Comunidad Europea y de la OTAN. Las decisiones tomadas por el Gobierno hasta ahora, que han merecido la aprobaci¨®n de casi todos los partidos pol¨ªticos, han colocado a nuestro pa¨ªs entre las naciones que, en Europa y en todo el mundo, han tomado posici¨®n contra la agresi¨®n de Sadam Husein y por el restablecimiento de la independencia y soberan¨ªa de Kuwait. Espa?a ha cumplido sus obligaciones como miembro de la ONU y adoptado las medidas oportunas para que el embargo decretado por el Consejo de Seguridad sea aplicado de manera estricta. Ha cumplido asimismo sus obligaciones como miembro de la OTAN, asumiendo el compromiso de defender a Turqu¨ªa si es atacada. Y, a petici¨®n de Estados Unidos, ha dado facilidades para la utilizaci¨®n de las bases en relaci¨®n a la iniciativa norteamericana de defender a Arabia Saud¨ª de eventuales agresiones de Irak. Esta aceptaci¨®n -que supone una interpretaci¨®n muy flexible del tratado bilateral- ha sido acertada. Hemos testimoniado as¨ª nuestra solidaridad con EE UU en una tarea delicada, valorando sobre todo la importancia que tiene en estos momentos el apoyo militar a una Arabia Saud¨ª amenazada.Ahora, ante la persistencia de Sadam Husein en una actitud agresiva y de desprecio al derecho internacional, cabe examinar si Espa?a debe tomar nuevas medidas para contribuir a la acci¨®n internacional decidida por las Naciones Unidas. A este respecto, ser¨ªa absurdo hacer del eventual env¨ªo de una fragata espa?ola al Golfo una especie de prueba de nuestra solidaridad con el mundo occidental. Esa solidaridad ha quedado plenamente acreditada por el cumplimiento de los compromisos a que le obligaba su pertenencia a diversos organismos internacionales y su disposici¨®n a adquirir otros si as¨ª lo decidieran tales organismos en funci¨®n de la evoluci¨®n de los acontecimientos. Pero la decisi¨®n de si debe, adem¨¢s, adoptar por su cuenta otras medidas depende de un criterio pol¨ªtico, que al Gobierno espa?ol cumple definir, sobre la mejor manera en que podemos contribuir, colaborando con nuestros amigos y aliados, al ¨¦xito del embargo, al aislamiento de Sadam Husein y al fracaso de sus planes agresivos.
En el Golfo se encuentran ahora nav¨ªos de diversos pa¨ªses. Todos cumplen un papel disuasorio en relaci¨®n con Irak, si bien no todos tienen las mismas instrucciones de sus Gobiernos. Aunque las ¨²ltimas iniciativas diplom¨¢ticas de Estados Unidos parecen indicar que aceptar¨ªa un mando conjunto bajo bandera de la ONU, contin¨²a sin resolverse el problema de fondo. En concreto, EEUU y el Reino Unido consideran que pueden aplicar un bloqueo de Irak, es decir, una acci¨®n militar no prevista en la resoluci¨®n aprobada por la ONU. Esta resoluci¨®n se basa en el art¨ªculo 41 de la Carta de las Naciones Unidas sobre sanciones econ¨®micas, y no en el 42, referente al bloqueo y a otras medidas militares. Por ello, varios pa¨ªses, entre ellos Francia, as¨ª como el secretario general de la ONU, P¨¦rez de Cu¨¦llar, consideran que no ser¨ªa legal aplicar un bloqueo mientras dicho organismo internacional no haya aprobado una resoluci¨®n espec¨ªfica al respecto.
Felipe Gonz¨¢lez ha dejado claro que la posici¨®n espa?ola coincide con la del secretario general de la ONU. Conviene que se restablezca una interpretaci¨®n com¨²n sobre las decisiones de la ONU, que, l¨®gicamente, debe basarse en el criterio del secretario general, la persona responsable de velar por el cumplimiento de la Carta. Ser¨ªa muy negativo que la existencia de discrepancias en la interpretaci¨®n debilitase la extraordinaria unidad conseguida en la condena de Irak, y que constituye la baza fundamental para el ¨¦xito de la acci¨®n internacional emprendida.
En resumen, si se llega a la conclusi¨®n de que el bloqueo es necesario para que el embargo sea efectivo, ser¨¢ la ONU la que deber¨¢ decidirlo. En ese momento se plantear¨¢ de manera nueva la conveniencia de que Espa?a, como otros miembros de la ONU, aporte su contribuci¨®n a la ejecuci¨®n del mismo. Pero de momento, tal como est¨¢n ahora las cosas en el Golfo, es muy dudoso que el env¨ªo de un fragata espa?ola pudiese reportar beneficio alguno.
Por otra parte, el Consejo de la Uni¨®n de Europa Occidental (UEO) se va a reunir dentro de unos d¨ªas en Par¨ªs, a solicitud de B¨¦lgica y Holanda. L¨®gicamente, la situaci¨®n del Golfo estar¨¢ en el centro de la reuni¨®n. Es un marco adecuado para que los pa¨ªses miembros discutan sobre la crisis y adopten tal vez acuerdos conjuntos. Pero conviene que est¨¦ claro que Espa?a tomar¨¢ parte en esa reuni¨®n con plena libertad de criterio sobre lo que debe hacer y sin ninguna obligaci¨®n previa de aceptar las opiniones de otros miembros de la UEO. Se trata de una organizaci¨®n de defensa mutua para el caso de agresi¨®n a cualquiera de sus miembros, por lo que los pa¨ªses adheridos no est¨¢n atados por compromiso alguno con vistas a situaciones como la planteada en el Golfo. De hecho, dos de sus miembros, Francia y el Reino Unido, han decidido por su cuenta, y sin necesidad de consultar a la UEO, el env¨ªo de unidades navales -y el segundo, tropas- a la zona. No siendo funci¨®n de la Uni¨®n la coordinaci¨®n de operaciones como la emprendida, Espa?a no est¨¢ obligada a compartir decisiones que ese organismo pueda adoptar en relaci¨®n con tales operaciones.
Como se dice con acierto en la resoluci¨®n adoptada el 10 de agosto por la Comunidad Europea en Bruselas, es necesario prestar gran atenci¨®n a los aspectos pol¨ªticos de la crisis y estrechar, en estos momentos delicados, las relaciones entre los pa¨ªses europeos y el mundo ¨¢rabe, al que corresponde un papel esencial en el restablecimiento del derecho internacional. La presidencia de la CE est¨¢ haciendo un esfuerzo serio en ese sentido. La iniciativa del Gobierno franc¨¦s de enviar delegaciones -que incluyen representantes de los partidos de oposici¨®n- a explicar la posici¨®n de su pa¨ªs a diversos Estados ¨¢rabes es encomiable. Espa?a puede hacer una aportaci¨®n valiosa en esa labor diplom¨¢tica y pol¨ªtica, tendente a demostrar al mundo ¨¢rabe que las decisiones de la ONU no van dirigidas contra ¨¦l, sino en su beneficio.
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