La merienda empapuzada

En Almer¨ªa, como en otras plazas se Interrumpe la lidia tras el tercer toro para merendar. En la primera de feria un empleado pase¨® un cartelito avisando que por necesidades de TVE la merienda s¨®lo durar¨ªa 15 minutos. En 15 minutos, por la dictadura televisiva, hab¨ªa que comerse una caja de medianoches, sendas cajas de emparedados de jam¨®n y de queso, una empanada de chorizo, tocinos de cielo, bienmesabes, bizcochos borrachos, pastelillos de cabello de ¨¢ngel; y todo ello bien regado con manzanillas, finos, tintos, blancos, cavas, etc¨¦tera. L¨®gicamente todo eso en un cuarto de hora significa empapuzarse. Aunque los m¨¢s impacientes, en vista de la advertencia, se tomaron ventaja. Como el primero de Cepeda fue un toro muy soso, comenzaron a desempaquetar cajas y a descorchar botellas. La merienda pudo haber sido m¨¢s placentera, pues al cuarto lo devolvieron por cojo al corral, y se fue solito. Pero los cabestros, m¨¢s resabiados, deb¨ªan de saber lo de la merienda, y no quer¨ªan volver a los corrales. Tambi¨¦n con el sobrero, que fue manso, se pudo continuar la merendola, pues Curro V¨¢zquez lo tore¨® con la derecha brevemente sin el menor ajuste, hasta que le hizo un extra?o y en seguida desisti¨®.

Zarandeo

En el quinto debi¨® de haber m¨¢s de un corte de digesti¨®n, pues cuando toreaba Juan Mora, reposadamente, a la ver¨®nica, fue violentamente zarandeado Se deshizo de las asistencias afortunadamente ileso. Para celebrarlo tambi¨¦n se descorch¨® m¨¢s de una botella. Y en ese ambiente de euforia se solicit¨® la oreja para el de Plasencia, tras una desigual faena en la que destacaron dos tandas de redondos, una serie de naturales con algunos enganchones y sobre todo su actitud temeraria, quiz¨¢s todav¨ªa algo inconsciente del golpe. El presidente, que tambi¨¦n hab¨ªa merendado, le otorg¨® el trofeo. El segundo, tan tercio que no debi¨® admitirse, se par¨® a poco de comenzar Juan Mora su faena. Consigui¨® una aceptable serie de redondos en la que lo hizo todo el torero. Curro V¨¢zquez a su primero le hizo una faena aseada.Las mejores ver¨®nicas de la tarde, tanto antes como despu¨¦s de la merienda, correspondieron a Cepeda. La falta de raza del sexto, como la de casi todo el encierro, impidi¨® que los muletazos decorosos del de Gines tuvieran la menor emoci¨®n. Emoci¨®n s¨ª que tuvo ver c¨®mo se puede engullir tan copiosa merienda en 15 minutos. Algo as¨ª como comer las uvas en Nochevieja.