Estados Unidos est¨¢ con George
Las ¨²nicas voces discrepantes del despliegue militar ordenado por Bush proceden de la derecha
Hasta este momento, pocas voces se han escuchado en Estados Unidos en contra del despliegue militar norteamericano en la zona del Golfo ordenado por George Bush tras la invasi¨®n iraqu¨ª de Kuwait. Los sondeos muestran de forma inequ¨ªvoca que la opini¨®n p¨²blica apoya por ahora las acciones de su presidente por m¨¢rgenes que superan con creces el 70% del nivel de aprobaci¨®n popular. Sin embargo, parad¨®jicamente, las voces discrepantes provienen de la derecha y no de la izquierda, de los c¨ªrculos m¨¢s conservadores y no de los sectores m¨¢s liberales.
Salvo una manifestaci¨®n en contra de la intervenci¨®n militar de Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo, que consigui¨® a duras penas reunir a una cincuentena de asistentes frente a la Casa Blanca la pasada. semana, los portavoces del ala liberal del Partido Dem¨®crata y de los movimientos para la defensa de los derechos civiles se han pronunciado a favor del env¨ªo de tropas a la zona, aunque todos han subrayado la necesidad de mantener la unidad de acci¨®n internacional contra Irak y las bendiciones de la ONU.El ex candidato dem¨®crata a la presidencia y conocido opositor de la intervenci¨®n norteamericana en Vietnam, George McGovern, ha manifestado su apoyo a la posici¨®n de Bush, aunque ha expresado su esperanza de que Estados Unidos mantenga abiertas las opciones diplom¨¢ticas. Otro candidato presidencial dem¨®crata, Walter Mondale, barrido en las urnas por Ronald Reagan en 1984, se ha pronunciado en t¨¦rminos parecidos, aunque le gustar¨ªa ver una participaci¨®n m¨¢s activa de la ONU. "Cuanto m¨¢s se a¨ªsle a Sadam Husein a. trav¨¦s de una acci¨®n concertada mundial y no s¨®lo occidental, mejor", subray¨® el que fuera vicepresidente durante la Administraci¨®n de Jimmy Carter.
El predicador negro Jesse Jackson, que estuvo a punto de conseguir ser proclamado candidato del Partido Dem¨®crata en la ¨²ltima carrera presidencial y que ha viajado a Bagdad como periodista para entrevistar a Sadam Husein, se ha mostrado igualmente a favor del env¨ªo de tropas a Arabia Saud¨ª, pero ha advertido de los peligros que puede acarrear para el prestigio norteamericano una presencia continuada en Oriente Pr¨®ximo.
?Qu¨¦ hacen all¨ª?
Esta actitud de complacencia resignada con las acciones ordenadas por Bush por parte de los patrocinadores de las causas liberales en Estados Unidos choca abiertamente con la pos?ci¨®n adoptada por los portavoces del movimiento conservador de la derecha norteamericana, que han empezado a preguntarse en alta voz "qu¨¦ hacen unos chicos como ¨¦stos [los soldados] en un pa¨ªs como aqu¨¦l [Arabia Saud¨ª".
El columnista y comentarista de televisi¨®n Patrick Buchanan, director de comunicaciones en la Casa Blanca de Ronald Reagan, ha elogiado la habilidad diplom¨¢tica demostrada con Bush desde el comienzo de la crisis, pero ha criticado abiertamente la ret¨®rica utilizada por el presidente en sus alusiones a Sadam Husein que hace pr¨¢cticamerite imposible pensar en una retirada. "Ninguno de nuestros intereses es tan vital que requiera el uso de fuerzas de tierra para desalojar a Irak de Kuwait", ha escrito recientemente Buchanan.
Y, por su parte, la antigua embajadora norteamericana en Naciones Unidas, Jeanne Kirkpatrick, otra destacada representante del movimiento conservador, ha afirmado que Estados Unidos no tiene "un claro inter¨¦s nacional en el Golfo, sino intereses corripartidos por otras naciones". En la misma l¨ªnea se ha expresado el director de la revista conservadora American Spectator, Tom Bethell, para quien es inexplicable el ultraje que parecen sentir los norteamericanos "porque el petr¨®leo de Kuwait lo controla ahora un tirano de uniforme en lugar de los antiguos oligarcas vestidos de paisa.no".
La actitud de los conservadores norteamericanos, impensable en el contexto pol¨ªtico europeo, es totalrnente coherente con la tradici¨®n pol¨ªtica y sociol¨®gica de este pa¨ªs, donde la derecha ha tenido siempre un fuerte componente aislacionista y no intervencionista, ¨²nicamente roto a finales de la II Guerra Mundial como consecuencia del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, considerado por esa derecha como una cruzada anticomunista.
El aislacionismo
Desaparecida la amenaza comunista como consecuencia de los nuevos vientos que soplan en Mosc¨² y del derrumbamiento total del Pacto de Varsovia, la derecha norteamericana como ocurri¨® en los momentos previos de la dos guerras mun diales, se vuelve aislacionista.
Pat Buchanan expres¨® esos sentimientos en un art¨ªculo pu blicado la pasada primavera en la revista National Interest con el significativo t¨ªtulo de 'Am¨¦rica en primer lugar, en segundo y en tercero', en el que se decla raba en contra del pensamiento expresado por Bush de que, ante el fin de la guerra fr¨ªa, el deber de Estados Unidos era promover la difusi¨®n de la democracia en el mundo. "C¨®mo se gobiernan otros pueblos es asunto de cada pa¨ªs. Calificarlo de intereses vitales para Estados Unidos supone una contradicci¨®n desde el punto de vista hist¨®rico y del sentido com¨²n", escribi¨® Buchanan.
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