La visi¨®n del mariscal Von Keitel
En febrero de 1945, a su retorno de la Conferencia de Yalta, el presidente Roosevelt dirigi¨® un mensaje extraordinario a ambas C¨¢maras del Congreso de EE UU. El entusiasmo por los acuerdos alcanzados era tan alto que, al d¨ªa siguiente, The New York Times encabezaba su transcripci¨®n con un titular a toda plana: "Se acabaron las zonas de influencia". Reflejaba bien el esp¨ªritu que Roosevelt quer¨ªa dar a la construcci¨®n de la paz en Europa y a unas Naciones Unidas asentadas en la cooperaci¨®n anglo- sovi¨¦tico-norteamericana, tras acabar con la hegemon¨ªa del III Reich alem¨¢n. A su regreso del encuentro en Helsinki con el presidente Gorbachov este 9 de septiembre, tambi¨¦n George Bush ha dirigido un mensaje al Congreso para anunciar "el nuevo orden que est¨¢ naciendo en el mundo. ( ... ) Ning¨²n dictador puede contar ya con la confrontaci¨®n Este-Oeste para impedir una acci¨®n concertada de las Naciones Unidas contra la agresi¨®n. Una nueva colaboraci¨®n ha empezado". En las mismas horas, las cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial suscrib¨ªan en Mosc¨² el Tratado del Acuerdo Final con respecto a Alemania, devolviendo a ¨¦sta su soberan¨ªa.La simultaneidad coincide con los s¨ªmbolos: el fin de la guerra de 45 a?os entre EE UU y, la URS S con la emergencia de lo que el canciller Kohl llama " el pa¨ªs m¨¢s poderoso de Europa"; el t¨¦rmino de la divisi¨®n de Alemania y la posibilidad de acabar con la de Europa; la ONU retorna a sus or¨ªgenes; EE UU perdi¨® su hegemon¨ªa absoluta de 1945. ?Qui¨¦n gan¨® esta larga guerra? Seg¨²n el Gorbachov que acud¨ªa a Helsinki, el mundo. La opini¨®n predominante en EE UU, por el contrario, es casi un¨¢nime en atribuirse la victoria; pocos en los medios intelectuales cr¨ªticos razonan que los reales vencedores son Alemania y Jap¨®n. Antes de fallecer hace unas semanas, el eminente historiador de la Universidad de Wisconsin William Williams planteaba a sus disc¨ªpulos explorar con perspectiva estructural un interrogante singular: "lo relevante no es si EE UU ha ganado la guerra, sino que la URSS, en un punto dado, ha decidido no continuarla. Y la gran cuesti¨®n para m¨ª estriba en llegar a saber por qu¨¦
El siglo XX es el siglo de Alemania. Termina como empez¨®, superadas las derrotas que en 1918 y 1945 le impusieron las coaliciones mundiales contrarias a su expansi¨®n hegem¨®nica. Por m¨¦ritos propios innegables, y tambi¨¦n ajenos. Una reflexi¨®n singular sobre estos ¨²ltimos la contiene un documento in¨¦dito que hall¨¦ con motivo de las investigaciones que acabo de hacer en los archivos nacionales de EE UU (Top secret, 26 juin 1945, Combined intelligence Committee, Memorandum for information... political, Intelligence report). Se trata de las respuestas que, al d¨ªa siguiente de la capitulaci¨®n del III Reich -7 de mayo de 1945-, hicieran a los servicios de inteligencia de EE UU el mariscal de campo Wilhelm von Keitel, jefe del comando supremo (Oberkommand) de las Fuerzas Armadas de Alemania, bajo la inmediata autoridad del canciller Hitler y otros generales de su rango. El analista del Ej¨¦rcito de EE UU transcrib¨ªa los conceptos de sus interrogados:
"El partido nazi (al que hacen responsable de haber perdido la guerra) era una instituci¨®n maligna desde que forz¨® a los anglo-americanos a destruir a Alemania; ahora, ha sido barrido, y su lugar en la lucha contra el bolchevismo ha sido ocupado por los aliados (anglo-americanos). Alemania debe, por tanto, ayudar a los aliados y oponerse a los rusos. Enga?ando a los aliados a reconstruir Alemania como baluarte contra los rusos, Alemania recuperar¨¢ su lugar como gran potencia".
En el abstracto debate en torno del socialismo como forma de organizaci¨®n material, su evoluci¨®n y el futuro de sus ideales, es notable la poca o nula consideraci¨®n que se da al peso de factores de fuerza real, geopol¨ªticos, en los avatares de las ideolog¨ªas que, como piedra de toque de su identidad -a favor y en contra-, toman la revoluci¨®n bolchevique de 1917 y sus cambiantes irradiaciones en Europa y el mundo hasta hoy.
Las declaraciones del capitulado alto mando alem¨¢n siguen as¨ª:
"Los hombres que firmaron el reconocimiento de la completa derrota de Alemania eran j¨®venes comandantes en el Estado Mayor de 1918. Para ellos, el 7 de mayo de 1945 no es m¨¢s que otro episodio en la eterna lucha de Alemania por dominar. Vieron a su pa¨ªs destruido y reconstruido, y albergan en su coraz¨®n la creencia de que puede repetirse".
El oficial de EE UU que firma el informe sintetiza el esp¨ªritu de sus interlocutores:
"Para parodiar el famoso aforismo del general De Gaulle, Alemania ha perdido otra guerra, pero no ha perdido las posibilidades de hacer otra".
En cuanto a la evoluci¨®n interna de la derrotada Alemania, sigue el informe, "algunos de los generales alemanes esperan que los aliados van a aceptar, por ¨²ltimo, usarlos en la Administraci¨®n local para prevenir un levantamiento comunista; los actuales l¨ªderes de Alemania est¨¢n ya trabajando en lograr para Alemania el estatuto cobeligerante contra Rusia. Est¨¢n trabajando, en realidad, para derrotar a los aliados en la hora de su triunfo".
El informe no ve¨ªa soluci¨®n de continuidad entre la estrategia de los generales alemanes antes y despu¨¦s de su capitulaci¨®n:
- "Alemania a¨²n no considera que la lucha ha terminado ( ... ). La pol¨ªtica [de los generales] es tambi¨¦n bastante sencilla: enredar a toda costa a los aliados con los rusos. Cada acto independiente del Gobierno de Doenitz (entre la muerte de Hitler y la capitulaci¨®n) ha ido dirigido a ese fin. Radio Flensburg, bajo control de Doenitz, afirm¨® que el armisticio con los aliados hac¨ªa posible transferir fuerzas alemanas a pelear en el Este contra los rusos ( ... ). Ha comenzado una campa?a de rumores de que en un momento dado los aliados at2car¨¢n a los rusos ( ... ). Se est¨¢n esclareciendo las l¨ªneas seg¨²n las cuales los l¨ªderes oficiales de Alemania van a conducir esta campa?a ( ... ). ?sta es una campa?a fr¨ªa y perfectamente calculada. Emerge m¨¢s bien de la determinaci¨®n de probar que la concepci¨®n de la historia de Hitler era acertada".
A mediados de mayo de 1945, las ruinas de Berl¨ªn a¨²n humean tes, en el informe se lee el papel que a Espa?a asigna la visi¨®n del alto mando alem¨¢n: "Para apoyar este argumento, los alemanes pueden obtener apoyo de algunos ¨®rganos de prensa en muchos pa¨ªses, en particular de los peri¨®dicos espa?oles bajo control del repulsivo ragamadolio de Franco. La actual pol¨ªtica alemana es, por consiguiente, un paso en la gran campa?a del renacimiento de Alemania".
Lo ocurrido despu¨¦s de mayo de 1945 es conocido. Von Keitel fue juzgado y condenado a la horca por cr¨ªmenes contra los derechos humanos. Sus Fuerzas Armadas disueltas, los latifundios propiedad de los junkers que las mandaban fueron entregados a los campesinos, el pa¨ªs desmilitarizado. La Administraci¨®n de Truman -y las que le suceden-, iniciada la guerra fr¨ªa con la URSS, cre¨® la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), la remilitariz¨® y revigoriz¨® su infraestructura industrial. Nueve lustros despu¨¦s, la RFA absorbe a la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA), las estructuras y el mapa estrat¨¦gico-econ¨®mico de la Europa construida bajo la hegemon¨ªa d¨¦ Estados Unidos empiezan a cambiar de arriba abajo.,
Dos matizaciones de coyuntura a la visi¨®n del jefe militar alem¨¢n. Primera: la nueva Alemania emerge en su nuevo poder sin su ej¨¦rcito prusiano, sin los lastres de una econom¨ªa militarizada. Segunda: tiene presente la lecci¨®n de que dos veces en este siglo ha sido aplastada por una coalici¨®n ruso (sovi¨¦tico)-norteamericana. Von Keitel hac¨ªa depender el renacimiento alem¨¢n de la divisi¨®n entre estos ¨²ltimos. La futura proyecci¨®n de Alemania, sin embargo, reside m¨¢s bien en su acuerdo con ambos, en una Europa donde la RFA que domina la Comunidad Econ¨®mica Europea se une, desde el Atl¨¢ntico, a una RDA cuya ¨¢rea econ¨®mica se prolonga m¨¢s all¨¢ de los Urales hasta VIadivostok. El tratado que se acaba de firmar en Mosc¨² lo permite, al renunciar Alemania a la guerra como instrumento de pol¨ªtica exterior; al armamento nuclear, biol¨®gico y qu¨ªmico, y reducir sus Fuerzas Armadas a un techo de 370.000 hombres. Estamos asistiendo, probablemente, al comienzo del fin de la peque?a Europa que tiene integrada a Espa?a.
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