Lucha por el bienestar
EL VIERNES pasado concluy¨® en Estocolmo el 312 Congreso del Partido Socialdem¨®crata Sueco. Al t¨¦rmino del mismo, el reelegido secretario general y actual primer ministro de Suecia, Ingvar Carlsson, ha expresado su convencimiento de que la ca¨ªda de popularidad de su Gobierno se ha detenido y que el futuro, aun cuando no sea rosado, permite concebir un moderado optimismo. A juicio del dirigente socialdem¨®crata sueco, hay tiempo y espacio suficientes para negociar con otras fuerzas pol¨ªticas algunos de los temas clave pendientes antes de que empiece la campa?a para las pr¨®ximas elecciones generales dentro de un a?o.Es cierto que los observadores m¨¢s atentos a la reafidad pol¨ªtica sueca coinciden en que las dificultades por las que pas¨® el Ejecutivo en el mes de febrero y que forzaron a Carlsson a abandonar sus funciones moment¨¢neamente parecen estabilizadas y es improbable que se reproduzcan. Dicho en otras palabras, el enfermo todav¨ªa goza de buena salud, pero de milagro. Los s¨ªntomas son de que Suecia est¨¢ a punto de ser afectada por la recesi¨®n econ¨®mica que amenaza a todos los pa¨ªses desarrollados sin que su posici¨®n aislacionista le haya servido de escudo ante tal amenaza.
El nivel de popularidad del Gobierno (35% de las intenciones de voto, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas) es uno de los m¨¢s bajos de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero lo grave no es que haya ca¨ªdo 10 puntos en tres a?os. Lo realmente preocupante es que el desplome se haya producido de manera paulatina, en una especie de goteo sistem¨¢tico, y no por culpa de una crisis espec¨ªfica. Ello es indicativo de un desgaste continuado de la credibilidad de la izquierda sueca y del modelo de Estado de bienestar que ¨¦sta intenta desesperadamente mantener. Y si resulta caro hacerlo, la filosofia humanista que propici¨® su establecimiento y que lo consagr¨® como ejemplo en el mundo entero, justifica ampliamente la lucha de los socialdem¨®cratas por la supervivencia del modelo. El congreso ha reafirmado todos los puntos del programa socialdem¨®crata de bienestar; pero no ha tenido m¨¢s remedio que suspender la introducci¨®n de reformas pendientes, como la de la jornada laboral de seis horas.
En dos puntos concretos, el Congreso otorg¨® su confianza a Carlsson para que negociara libremente con las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas (en realidad, con los partidos liberal y de centro; con los conservadores suecos le es pr¨¢cticamente imposible acordar nada): en la cuesti¨®n del compromiso de desmantelamiento de las 12 centrales nucleares suecas, aprobado en un plebiscito de 1980, y en el tema de la solicitud de ingreso en la CE. Pese a ello, los par¨¢metros son bastante r¨ªgidos. La desnucleariz aci¨®n energ¨¦tica cuenta con la oposici¨®n de los conservadores, las grandes empresas y, circunstancialmente, los sindicatos, que temen su efecto sobre el nivel del paro.
Por otra parte, es sabido que el tema del acceso a la Comunidad siempre ha suscitado gran reticencia en los sectores m¨¢s aislacionistas de la sociedad sueca y que, adem¨¢s, choca frontalmente con la neutralidad permanente del pa¨ªs escandinavo. Se dir¨ªa, sin embargo, que la desaparici¨®n de la guerra fr¨ªa, la reunificaci¨®n de Alemania, la pr¨®xima autoinmolaci¨®n del Pacto de Varsovia y poderosas razones econ¨®micas (aunque s¨®lo sea porque el primer cliente de Suecia es la CE) han disuelto algunas razones negativas. El 3 12 Congreso de la socialdemocracia sueca ha dado carta blanca a su secretario general y primer ministro para que estudie en profundidad y, en su caso, negocie el acceso de Suecia a la CE en 1993. Es, sin duda, una importante noticia.
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