El Consejo que viene y su elecci¨®n parlamentaria
Antes del d¨ªa 23, el Parlamento (Congreso y Senado a partes iguales) deber¨¢ proceder a la elecci¨®n de los 20 vocales que en los pr¨®ximos cinco a?os regir¨¢n los destinos del Consejo General del Poder Judicial. Seg¨²n el autor, el balance del Consejo cesante no puede reputarse positivo, y el que viene s¨®lo podr¨¢ ser eficaz si asume el riesgo de tener ideas, de expresarlas cr¨ªticamente y de formular alternativas, siempre que sea necesario, a la pol¨ªtica judicial del Ejecutivo.
Una reflexi¨®n sobre el mandato de este Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en los ¨²ltimos d¨ªas de su quinquenio no permite ser optimista, desde luego, hacia el pasado, pero, ?y hacia el futuro?Es as¨ª, desde una perspectiva atenta a la forma en que se ha producido su inserci¨®n en la din¨¢mica institucional, en el juego del poder, porque se han visto ampliamente confirmados los temores puestos de manifiesto por el Tribunal Constitucional en su sentencia 108/1986. Y es que, en efecto, la parcelaci¨®n del CGPJ y el reparto de las cuotas de presencia en ¨¦l como si de, participaciones accionarias se tratase dej¨® la puerta abierta a "la l¨®gica del Estado de partidos" qu¨¦, ¨¦sta s¨ª ha hecho un buen trabajo.
De otro lado, la hiperlegitimaci¨®n democr¨¢tica que se dec¨ªa buscar con el nuevo sistema de designaci¨®n, al no ser acompa?ada de un coherente reforzamiento de competencias, ha hecho del ¨®rgano de gobierno de los jueces. una instituci¨®n en permanente riesgo de deslegitimaci¨®n por la ineficacia, regularmente actualizado. Riesgo que, al menos en alguna medida, podr¨ªa haberse ,conjurado por aqu¨¦l mediante una ocupaci¨®n imaginativa y creadora del espacio pol¨ªtico, aunque precario, siempre disponible. Pero su condici¨®n objetivamente dependiente, el papel efectivamente asumido de mandatario impl¨ªcito, de mim¨¦tico y sobre todo acr¨ªtico gestor de una pol¨ªtica ajena, cercenaron esa posibilidad ya en origen. Al fin, y al cabo, los vocales no hab¨ªan sido elegidos para eso.
Tal es el motivo de que en este momento, en medio de la calma, al menos aparente, que la situaci¨®n electoral impone -se- est¨¢ seleccionando ahora, no en las Cortes-, no deje de percibirse cierto desasosiego, incluso en muchos decididos partidarios del m odelo vigente.
Tedioso discurso
Se ha dicho en estos d¨ªas que el CGPJ "no debe despolitizarse, sino justamente lo contrario", reaviv¨¢ndose a partir de aqu¨ª el tedioso discurso subcultural sobre si la justicia y la pol¨ªtica, bla, bla, bla... Como si a estas alturas fuera todav¨ªa ¨¦se el problema.
Pero no es por ah¨ª por donde van los tiros. 0 al menos no los tiros que hay que temer. ?stos son los que podr¨ªan hacer blanco de nuevo sobre el papel constitucional del CGPL Y su peligro es bien evidente desde el momento en que alguien tiene la capacidad de decidir, desde una pol¨ªtica preconstituida, desde una determinada pol¨ªtica, cu¨¢l y c¨®mo haya de ser la del Consejo, incidiendo consecuentemente en la futura composici¨®n del mismo.
Se ha dicho, y es otra obviedad, que el CGPJ no tiene encomendada la representaci¨®n corporativa de los jueces. Y tambi¨¦n que la independencia de ¨¦stos y de aqu¨¦l no consiste en una confrontaci¨®n permanente con el Gobierno.
Lo primero es muy cierto. Pero no m¨¢s que lo es la necesidad de que la componente judicial del Consejo se encuentre tambi¨¦n legitimada en cierto modo frente a los jueces gobernados. A tal fin se ha sugerido que de alguna forma colateral podr¨ªa utilizarse el cauce asociativo. Algo es algo.
En cuanto a lo segundo, est¨¢ bien lejos de m¨ª el prop¨®sito de incitar al pr¨®ximo Consejo a constituirse en permanente sentada ante el palacio de la calle de San Bernardo. El ten¨ªa tiene otro alcance y sobre todo una trascendencia cualitativamente bien distinta.
Inquisici¨®n policial
En efecto, independencia no es antagonismo gratuito, pero s¨ª leg¨ªtima capacidad de conflicto en el marco constitucional, cuando ello fuera necesario; y, claro est¨¢, tambi¨¦n de consenso; pero no inducido ex ante, sino dial¨¦cticamente alcanzado desde la rec¨ªproca autonom¨ªa formal y de hecho. O por decirlo con otras palabras, en el caso del Consejo que termina, independencia habr¨ªa sido, por ejemplo, demostrar aptitud para decir algo serio contra las grav¨ªsimas y antidemocr¨¢ticas agresiones sufridas por la jurisdicci¨®n en la juez Huerta; o condenar, en vez de identificarse con ella, la inadmisible inquisici¨®n policial que dio lugar al lamentable expediente abierto al juez de Puerto del Rosario en el caso D'Artagnan; o salir al paso del actual ministro de Justicia cuando ¨¦ste reconvino al Consejo desde los micr¨®fonos de Radio Nacional por no haber dicho a los jueces mediante una circular c¨®mo habr¨ªan de interpretar determinada ley (!)...
El presidente Gonz¨¢lez dirigi¨® al CGPJ durante el debate parlamentario sobre el estado de la naci¨®n, en la sesi¨®n del 25 de febrero de 1988, el reproche de "no tener un proyecto de desarrollo de lo que le compete (como) poder". Reproche no precisamente sincero, si se tiene en cuenta que con ¨¦l buscaba desplazar sobre el Consejo las cr¨ªticas vertidas por la oposici¨®n acerca de la pol¨ªtica judicial del Gobierno. Pero reproche pertinente porque la ausencia de ciertas competencias no exime de la responsabilidad de tener ideas y de expresarlas cr¨ªticamente; de formular alternativas cuando ello sea necesario -?y vaya si lo ha sido y sigue siendo!- frente a la pol¨ªtica del Ejecutivo para la justicia.
Ojal¨¢ que aqu¨ª y ahora, en la perspectiva de un nuevo Consejo, las palabras del presidente Gonz¨¢lez, le¨ªdas por su lado bueno, tengan algo que decir a quienes est¨¢n confeccionando la lista de los 20- espero que no de los 21- que pr¨®ximamente llegar¨¢ a las C¨¢maras.
es magistrado.
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