Despidiendo a los b¨¢rbaros
A finales de agosto tuvo lugar en M¨¦xico, D. F., un encuentro de intelectuales organizado por Octavio Paz, cuya conclusi¨®n fue particularmente sonada a causa de unas pol¨¦micas declaraciones de Mario Vargas Llosa sobre el PRI. No conozco en detalle lo que all¨ª se debati¨®, pues s¨®lo he le¨ªdo las rese?as de prensa al respecto. Pero en estas mismas rese?as hab¨ªa ya bastantes cosas sabrosas y que me suscitaron reflexiones. Durante el encuentro celebrado a mediados de septiembre en Verines entre ensayistas de nuestro Estado tuve ocasi¨®n de comunicarlas a los amigos all¨ª reunidos y de discutirlas con ellos. Lo que sigue es el precipitado de mi posici¨®n en tal coloquio.En las mencionadas rese?as se dijo reiteradamente que los intelectuales reunidos en M¨¦xico eran en su mayor¨ªa "partidarios del mercado". Por lo general, esta calificaci¨®n sonaba a derogatoria: un poco como si dijese que eran simpatizantes de la tortura o del tr¨¢fico de armas. Y yo me pregunto: ?conocen ustedes muchos intelectuales que expl¨ªcita y razonadamente no sean hoy partidarios del mercado? No me refiero a que se?alen las insuficiencias del mercado, sus contradicciones o injusticias f¨¢cticas, sino a que sean favorables a otra cosa que no sea el mercado, la econom¨ªa de mercado (sea en su versi¨®n neoliberal dura, liberal cl¨¢sica, socialdem¨®crata o como fuere). Si los hay, que den un paso al frente.
Dejemos de lado a los intelectuales, cuya importancia es m¨¢s bien ret¨®rica, y su inter¨¦s, aleatorio. Vamos a la gente importante de verdad, a los pol¨ªticos. ?Tenemos muchos pol¨ªticos que se declaren contrarios a la econom¨ªa de mercado? ?Que expl¨ªcitamente rechacen la mejora de su gesti¨®n, sea hacia lo competitivo o hacia lo igualitario, y propongan abolirla? Despu¨¦s de todo, en eso precisamente consist¨ªa el marxismo, no s¨¦ si se acuerdan: Marx defini¨® el inter¨¦s com¨²n de los asalariados no dentro del sistema actual, sino contra ¨¦l. Pidi¨® la destrucci¨®n del r¨¦gimen salarial, no su reforma. ?Alg¨²n pol¨ªtico actual del espectro parlamentario comparte tal criterio y lo convierte en programa electoral? Si lo hiciese no durar¨ªa mucho en el Parlamento; n¨®tese: en ning¨²n Parlamento. Una cosa es objetar contra tal o cual aspecto del mercado y otra muy distinta presentar una enmienda a la totalidad y proponer una alternativa cre¨ªble. Y si los pol¨ªticos y quienes les elegimos pensamos as¨ª, ?por qu¨¦ son tan especialmente despreciables los intelectuales partidarios del mercado?
Una aparente excepci¨®n ental consenso: los te¨®logos, a juzgar por los que se reunieron no hace mucho en Madrid bajo el sorprendente dilema "Dios o el dinero" (un eco, supongo que involuntario, del weberiano "o Dios o la sociedad"). All¨ª se nos inform¨® de que la extensi¨®n del capitalismo total al mundo entero supondr¨ªa todo tipo de estragos y esclavitudes. Lo importante, claro est¨¢, ser¨ªa aclarar qu¨¦ se entiende por total. ?Un capitalismo extremadamente neoliberal, que aboliese toda intervenci¨®n reguladora y redistributiva del Estado, o cualquier capitalismo implantado a escala mundial? En este ¨²ltimo caso, el capitalismo queda decretado ', intr¨ªnsecamente perverso", o, como dijo el padre D¨ªez Alegr¨ªa con m¨¢s discreci¨®n, "moralmente cuestionable". No s¨¦ si a los se?ores all¨ª reunidos se les ocurri¨® plantearse que el Dios de la teolog¨ªa cristiana es moralmente mucho m¨¢s cuestionable que el capitalismo, el dinero o cualquier otra invenci¨®n humana... En todo caso, aseguraron que el socialismo a¨²n conserva intacto su potencial ut¨®pico porque no ha sido realizado todav¨ªa en ninguna parte. Nueva pregunta: ?qu¨¦ socialismo? No ser¨¢n los socialismos democr¨¢ticos que conocemos en Europa, pues ¨¦stos no son sino una forma m¨¢s cuerda de gestionar el odioso capitalismo; supongo que tampoco se referir¨¢n al socialismo real, liquidado por derribo casi en todas partes y bastante cuestionable a cualquier nivel all¨ª donde dura (Cuba, China). ?Se referir¨¢n al proyecto puro de Marx, traicionado por quienes intentaron ponerlo en pr¨¢ctica como Cristo por las Iglesias? Pero seguro que Marx, que era un materialista serio, hubiese preferido ser hoy un cient¨ªfico desmentido en parte por la experiencia social que un utopista de esos que ¨¦l detestaba, bueno s¨®lo para consolar a te¨®logos y charlatanes. No se puede ser un pensador hist¨®rico y reclamarse juntamente de lo a¨²n no venido...
Entre los intelectuales, y tambi¨¦n entre quienes les leen o escuchan, parece ir cundiendo una cierta nostalgia del ya fenecido equilibrio del terror entre los dos bloques. La disoluci¨®n parcial del imperio comunista ha dejado al vencedor sin referencia pol¨¦mica, como desamparado frente a s¨ª mismo. Busca adversarios morales contra los que ejercerse, emprende cruzadas de dudosa legitimidad, boxea contra el aire. Naturalmente, los carcas del comunismo (que abundan entre quienes no se sabe qu¨¦ muestra mejor su resentimiento, si el cl¨¢sico antiamericanismo de toda la vida o su antisocialismo, por considerar a los socialistas indebidos beneficiarios del revolc¨®n marxista) a?oran la potencia estalinista -ellos dicen que no el estalinismo en s¨ª como contrapeso del expansionismo triunfal de los yanquis. Pero tambi¨¦n los liberales, como suele verse en este tipo de coloquios sobre los pa¨ªses del Este, parecen echar de menos a los comisarios desaparecidos en vista del empe?o que ponen en denostarlos y alancear con impunidad mezclada de nostalgia al moro comunista fallecido. En ambos casos la situaci¨®n recuerda un poco la cantada por Kavafis en su conocido poema Los b¨¢rbaros,. La constataci¨®n de que estos ¨²tiles adversarios definitivamente ya no vendr¨¢n ni a invadirnos ni a rescatarnos parece haber causado cierta sensaci¨®n de orfandad. Porque esos b¨¢rbaros eran, pese a todo, una cierta soluci¨®n para distraernos de lo que realmente debiera preocuparnos a nuestro alrededor...
Los superficialmente ecu¨¢nimes deploran la desaparici¨®n de uno de los imperialismos porque consideran que la expansi¨®n irrestricta de cualquiera de ellos es igualmente indeseable. No es cierto: el problema que planteaban uno y otro era fundamentalmente diferente. En el caso del bloque leninista, lo malo hubiera sido su expansi¨®n universal; en el caso del
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F. Savater es catedr¨¢tico de ?tica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
Despidiendo a los b¨¢rbaros
Viene de la p¨¢gina anteriorimperialismo democr¨¢tico-liberal, lo malo ser¨¢ que no sepan o renuncien a expandirse universalmente. Lo malo de los rusos era que impusieran en todas partes su doctrina; lo malo de los yanquis es que se la guarden para ellos y no hagan nada por aplicarla a los dem¨¢s. ?Es una versalizable la econom¨ªa de mercado y, por tanto, la democracia liberal de los derechos humanos? ?O debe necesaria mente basarse en la exclusi¨®n tanto econ¨®mica como pol¨ªtica de una mayor¨ªa? Afirmar esto ¨²ltimo y, por tanto, negar lo primero es uno de los dos postulados b¨¢sicos del marxismo m¨¢gico, que oculta su nombre y as¨ª sobrevive al desastre del marxismo cient¨ªfico (el otro es el reciclaje victimista del proletario alienado en consumidor alienado por la misma maquinaria del sistema). Pero asegurar que ning¨²n tipo de capitalismo democr¨¢tico es universalizable resulta tan convincente como jurar que ning¨²n objeto m¨¢s pesado que el aire puede volar: depende de la propulsi¨®n y del dise?o que se le d¨¦.
El resultado de despedir por fin a los b¨¢rbaros, a esa falsa alternativa colectivista a la modernidad industrial y pol¨ªtica consecuente, no tiene por qu¨¦ equivaler a la beatitud autocomplaciente. Por el contrario, ahora constatamos que casi todo est¨¢ por hacer: el establecimiento de una autoridad internacional efectiva que imposibilite las grandes guerras y vigile en todas partes el respeto a los derechos humanos, el plan de ayuda econ¨®mica a gran escala a los pa¨ªses subdesarrollados, el reforzamiento de los lazos de afiliaci¨®n interpersonales basados en la participaci¨®n y no en la pertenencia, la defensa de la libertad responsable de los individuos frente al paternalismo puritano de inspiraci¨®n religiosa o cient¨ªfica, etc¨¦tera. .. No es, ni mucho menos, autom¨¢tico que lo deseable vaya a triunfar y hay serios indicios de lo contrario, por lo que el optimismo beato s¨®lo es propio de imb¨¦ciles. A la capacidad de cr¨ªtica y reforma de los intelectuales no les va a faltar, sin duda, terreno en el que ejercerse. Y el lenguaje te¨®rico apropiado para la nueva situaci¨®n est¨¢ a¨²n por inventar...
En esta tarea, los intelectuales menos prejuiciosos tropezar¨¢n, sin duda, con los rezagados de uno u otro signo del ancien r¨¦gime. Si contrajeron tiempo atr¨¢s el h¨¢bito de pensar y no renuncian a seguir ejerci¨¦ndolo, se les acusar¨¢ de traici¨®n e inconsecuencia: "Hace un rato dec¨ªa usted que era de noche y ahora nos viene con que es de d¨ªa..., ?menudo chaquetero!". ?C¨®mo explicar a quien debe ser radical de peri¨®dico para llegar a fin de mes que la rotaci¨®n del globo terr¨¢queo tambi¨¦n es un proceso revolucionario?
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