Un marino excepcional

El teniente general de la Armada Jos¨¦ Antonio de Gazta?eta fue uno de los hom bres relevantes en la historia naval de nuestro pa¨ªs. Yo empece a interesarme por la personalidad de este navegante y constructor de nav¨ªos de guerra cuando mi mujer, Mercedes de Churruca, hered¨® la casa solariega que ¨¦l hab¨ªa levantado, a comienzos del setecientos, en la villa costera de Motrico. All¨ª, en esta mansi¨®n norte?a, de seis plantas, se conservan documentos, manuscritos, libros y dibujos del marino vasco que revolucion¨® el sistema de la ar quitectura de los grandes y peque?os nav¨ªos de combate cuando nuestras flotas eran, todav¨ªa, las primeras del mundo.No es s¨®lo ese aspecto el que confiere inter¨¦s a su figura, sino tambi¨¦n su contribuci¨®n al arte de la navegaci¨®n. El empleo de la corredera; las reducciones de las mediciones esf¨¦ricas a las planas; las novedades t¨¦cnicas como la adopci¨®n del buque de 70 ca?ones como n¨²cleo de la flota, equiparable a la funci¨®n actual de una fragata; la organizaci¨®n y puesta en marcha de diversos astilleros en la Pen¨ªnsula y en la Am¨¦rica espa?ola y el establecimiento del reglamento de recluta de la mariner¨ªa son otras facetas importantes de su obra.

En 1718 sufri¨® un lamentable percance en cabo Pessaro a bordo del San Felipe el Real, cuando, al frente de una flota mixta hispano-holandesa, fue atacado, sin existir declaraci¨®n de guerra previa, por una escuadra brit¨¢nica que dirig¨ªa el almirante Bing. Result¨® gravemente herido y despu¨¦s de una larga estancia en los hospitales de Sicilia regres¨® a su casa de Motrico, que iba terminando, poco a poco.

Volvi¨® al mando efectivo y algunas de sus actuaciones como jefe de la Armada del Mar Oc¨¦ano fueron memorables. Se recuerdan, entre otras, el regreso a C¨¢diz de la flota de 1726 conduciendo la plata de Veracruz, en cuyo itinerario burl¨® tres veces los ataques de la escuadra inglesa con r¨¢pidos e ingeniosos despliegues de la flota de custodia, entrando, por fin, en la bah¨ªa gaditana con los galeones de la plata intactos, cuando las arcas nacionales se hallaban exhaustas.

Gazta?eda falleci¨® en Madrid en febrero de 1728 y fue enterrado en el convento de la Concepci¨®n Jer¨®nima, en la capilla de San Esteban.