Un documental recuerda la participaci¨®n de la Brigada Lincoln en la guerra civil
Decepci¨®n es la palabra que mejor resume la programaci¨®n a concurso que se pudo ver ayer en la Semana de Cine de Valladolid. Un no ya olvidable, sino directamente prescindible filme portugu¨¦s, Os cornos de Cronos, y una fallida ¨®pera prima checa constituyeron el parco bagaje. La noche anterior, en cambio, dos espl¨¦ndidas mujeres, la realizadora Judith Montell y la ocasional actriz Ruth Davidow, se trajeron bajo el brazo un trozo de la historia de nuestro convulsionado siglo, For ever activists!, vibrante llamamiento a favor de mantener viva la memoria que recuerda la historia de la Brigada Lincoln, grupo de norteamericanos que luch¨® en la guerra civil a favor de la Rep¨²blica.
En cierta forma, Cas sluhu (Tiempo de sirvientes), la ¨®pera prima de la checoslovaca Irena PavI¨¢skov¨¢, forma un involuntario d¨ªptico con otra pel¨ªcula vista el martes, Praga, el mes de la libertad, del franc¨¦s Patrick Volson. Si en esta ¨²ltima, un chato producto coyuntural con destino televisivo, se intentaba dar una visi¨®n de la sociedad checa antes y despu¨¦s de noviembre de 1989, a trav¨¦s de distintas entrevistas, en Tiempo de sirvientes se termina ofreciendo una pr¨ªstina radiografia de una clase social ausente del filme anterior, la nomenklatura del r¨¦gimen comunista, a trav¨¦s del distorsionado prisma de una mujer ambiciosa.No le falta a PavI¨¢skov¨¢ una buena dosis de iron¨ªa, que llega incluso al sadismo cuando muestra a su hero¨ªna en acci¨®n. Pero en todo caso su discurso, de altas ambiciones cr¨ªticas, es trasladado mediante una historia mal contada, con un gui¨®n reiterativo que llega a resultar incluso extravagante.
Pecados de debutante que, en el caso del filme portugu¨¦s, no eximen a su realizador, toda vez que Jos¨¦ Fonseca e Costa es un hombre que lleva en el oficio nada menos que 20 a?os. Os cornos de Cronos parte de una situaci¨®n argumental cercana a, por ejemplo, la adoptada por Hemingway en su mejor novela, Detr¨¢s del r¨ªo y entre los ¨¢rboles, es decir, los amores imposibles de una joven arist¨®crata y un hombre maduro.
Pero toda comparaci¨®n entre ambos argumentos acaba aqu¨ª. El filme de Fonseca, que nace de un texto literario y a ¨¦l permanece pesadamente anclado, es aburrido hasta la extenuaci¨®n, pretencioso y vacuo, placado de di¨¢logos falsamente trascendentales que en manos de otro -Manuel de Oliveira, por ejemplo- hubiesen sido la ocasi¨®n para un jugoso discurso mordaz sobre la saudade, esa t¨®pica y mortal variedad portuguesa de la melancol¨ªa, pero que en las suyas no son m¨¢s que pasto para carcajadas involuntarias.
Desde hace varios a?os, la secci¨®n Tiempo de Historia se ha convertido, en el seno de la programaci¨®n de la Seminci, en un reducto imprescindible para encontrar filmes que las actuales condiciones del mercado cinematogr¨¢fico hacen pr¨¢cticamente invisibles. Es el caso de Forever activists! de Judith Montell. El proyecto naci¨® en 1986, durante el viaje que los 80 supervivientes de la Brigada Linco1n realizaron a Espa?a para conmemorar el 50 aniversario de su generoso compromiso con la causa de la legalidad republicada agredida, y del cual el filme es testimonio.
?ste, un documental de una hora de duraci¨®n, alterna en una estructura cl¨¢sica la entrevista -en presente con fragmentos de filmes de la ¨¦poca, y m¨¢s all¨¢ de lamentar que no aborde aspectos conflictivos -como por ejemplo las causas mismas del final de la participaci¨®n brigadista en la contienda-, resulta pertinente por lo que su propia directora de fine como su doble pretensi¨®n: "Por una parte, la voluntad de servir para que los j¨®venes conozcan un cap¨ªtulo fundamental de la historia no s¨®lo de Espa?a, sino tambi¨¦n de Estados Unidos. Por la otra, su valor como testimonio del compromiso de una generaci¨®n que supo ir m¨¢s all¨¢ de la guerra espa?ola y extendi¨® su militancia a diversas causas tan aparentemente diversas como la denuncia del MaCarthismo, la lucha por los derechos civiles y contra la intervenci¨®n americana en Vietnam o el apoyo a la Nicaragua sandinista".
En un emotivo coloquio posterior, tanto Montell como Ruth Davidow, brigadista de 79 a?os, recordaron que Espa?a fue la oportunidad no s¨®lo de luchar contra el fascismo "sino tambi¨¦n de aprender a ser m¨¢s libres".
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