Yo tuve la culpa
Yo tuve la culpa o, si lo prefieren, mi enmienda n¨²mero 25 al art¨ªculo 124 del proyecto de ley org¨¢nica del Poder Judicial. Dec¨ªa as¨ª la enmienda de Euskadiko Ezkerra: "...los vocales ser¨¢n nombrados, 10 a propuesta del Congreso de los Diputados y otros 10 a propuesta del Senado, por mayor¨ªa de tres quintos de sus miembros, entre jueces y magistrados de todas las categor¨ªas judiciales y entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida competencia y con m¨¢s de 15 a?os en el ejercicio de su profesi¨®n, debiendo ser 12, como m¨ªnimo, el n¨²mero de los jueces y magistrados propuestos".Me estaba refiriendo, naturalmente, a la composici¨®n del Consejo General del Poder Judicial. Era el 27 de octubre de 1984 y la pol¨¦mica estaba servida.
Lo cierto es que la enmienda hizo til¨ªn al PSOE, sobre todo al entonces presidente de la Comisi¨®n de Justicia e Interior, Pablo Castellanos. Tambi¨¦n le gust¨® al ministro de Justicia, Fernando Ledesma, y la enmienda inici¨® su carrera reglamentaria con buena estrella. Con mejor estrella que aquella otra por la que yo pretend¨ªa la supresi¨®n pura y simple de la Audiencia Nacional.
Tronaron contra mi enmienda las derechas sempiternas, y el debate, rebasando el ¨¢mbito parlamentario, sali¨® a la calle. Para los jueces conservadores era casi una injuria, pero tampoco todos los jueces progresistas estaban de acuerdo con el nuevo sistema.
Aprobar la enmienda supon¨ªa romper el mecanismo, hasta entonces en vigor, que consagraba que treinta y tantos millones de ciudadanos -incluidos jueces y magistrados- nombraran, a trav¨¦s de sus representantes pol¨ªticos, diputados y senadores, ocho vocales del consejo. Y dos mil y pico ciudadanos, sin otra representatividad que una toga y un t¨ªtulo obtenidos por oposici¨®n, es decir, los jueces y magistrados corporativamente, nombraran los 12 miembros restantes. El sistema, evidentemente, era constitucional, pero no menos constitucional que el que se propon¨ªa.
Las razones de orden pol¨ªtico, moral y jur¨ªdico que invitaron a mi partido y a m¨ª mismo a presentar y sostener la enmienda fueron expuestas en mi discurso ante el pleno de marzo de 1985. La modificaci¨®n pretendida, ciertamente revolucionaria y para algunos hasta escandalosa, era perfectamente constitucional y, a mi juicio, la ¨²nica capaz de consagrar de modo definitivo la democratizaci¨®n del ¨®rgano de gobierno del Poder Judicial y de hacer efectivo el pronunciamiento constitucional que asegura que la justicia emana del pueblo.
Los jueces -dec¨ªa yo en aquella intervenci¨®n- van a seguir siendo independientes ante su conciencia y van a poderlo ser m¨¢s todav¨ªa, si cabe, porque en lo sucesivo el ¨®rgano que les gobierne, el que garantiza precisamente su libertad, va a tener el respaldo m¨¢s noble y m¨¢s poderoso que pueda concebirse en democracia: el propio pueblo a trav¨¦s de sus exclusivos y leg¨ªtimos representantes.
As¨ª pensaba entonces y as¨ª sigo pensando ahora. El procedimiento de elecci¨®n sigue siendo el mejor, o si se quiere, el menos malo. ?Qu¨¦ motivos tenemos para pensar que una elecci¨®n parcialmente corporativa tuviera menos defectos?
Lo que s¨ª tengo que confesar es que entonces no pensaba yo en la capacidad de algunos partidos pol¨ªticos para subvertir todo lo que tocan. Y eso, con independencia de que entonces les gustara o no la enmienda y la aprobaran o votaran en contra. La exigencia de mayor¨ªas cualificadas era una estricta invitaci¨®n al consenso democr¨¢tico para designar a los mejores. Nada tiene que ver con este grosero y rampl¨®n reparto de la tarta del poder judicial, incluida la guinda presidencial.
Yo aseguro que cuando defend¨ª la enmienda pens¨¦ sinceramente en libertad, en independencia judicial, en Justicia con may¨²scula, en equilibrio, en soberan¨ªa popular y, sobre todo, en el pobre justiciable, que siempre espera. Yo pens¨¦ en los grandes principios en cuya defensa me he movido y pienso seguir movi¨¦ndome.
Pens¨¦ incluso -quiero ser sincero hasta el final- en aquel consejo general de entonces, notoriamente escorado a la derecha...
Pero nunca pens¨¦ en el se?or Mart¨ªn Toval oficiando de cocinero mayor del Parlamento. Aunque votasteis en contra de aquella enmienda de Bandr¨¦s y no os lo merezc¨¢is, esto para ti, Rato. ?sta es tu parte, Roca. Esto para ti, Caso. Aqu¨ª est¨¢ lo tuyo, Anasagasti. Lo siento, para ti nada, Sartorius, por malo. Los del Mixto, como siempre, castigados sin postre. ?Ah!, y no os olvid¨¦is: presidente, don fulano de tal, y si no, no hay tarta.
Esto no tiene nada que ver con lo que dise?amos pol¨ªtica y jur¨ªdicamente entonces. La verdad es que esto da mucha verg¨¹enza.
Tienen raz¨®n los Jueces para la Democracia. Lo que est¨¢ en crisis no es el sistema de elecci¨®n del consejo. Lo que est¨¢ en crisis es el propio comportamiento parlamentario. En el Congreso se ha pervertido el sistema, cayendo en un inadmisible reparto de puestos y mercadeo de compromisos que nada tiene que ver con la configuraci¨®n pol¨ªtico-constitucional del consejo.
Me queda una esperanza. He le¨ªdo la lista de los propuestos. Veinte puestos y 20 candidatos. No habr¨¢ debate. La elecci¨®n ser¨¢ autom¨¢tica. No conozco a todos. Algunos me merecen especial¨ªsima consideraci¨®n y confianza.
Estoy seguro de que, al menos algunos de estos hombres y mujeres, libres e independientes, van a saber recordar esa condici¨®n a sus propios electores a partir del momento mismo de su elecci¨®n.
Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s es presidente de Euskadiko Ezkerra y diputado en el Parlamento Europeo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.