Buena gentuza
Goodfellas, aqu¨ª traducida (nos cuentan que con refrendo o incluso iniciativa del propio Scorsese, que de ser as¨ª se hace c¨®mplice o autor de un tonto atentado contra la inteligencia que derrocha en su pel¨ªcula) por Uno de los nuestros, es un filme de enorme inter¨¦s, que lleva dentro una de los experimentos formales m¨¢s brillantes del cine estadounidense actual y que aporta a la historia del thriller algunas im¨¢genes, ritmos y variantes argumentales original¨ªsimas, en realidad in¨¦ditas.El asunto argumental de Goodfellas (o Buenos chavales, o Colegas, o Amiguetes) es una sorprendente, explosiva combinaci¨®n de eleg¨ªa y ferocidad, de lirismo y de violencia, de ternura y de crueldad, es decir, de poema y de documento. Una vez m¨¢s, Martin Scorsese vuelve la mirada a las intrincadas aceras de su infancia neoyorquina y se suelta la melena de algunas sus im¨¢genes primordiales, nutricias, que ya alimentaban los prodigiosos fondos de sus densas Taxi driver, Malas calles y, lavados con lej¨ªa posmoderna, tambi¨¦n de After hours, aqu¨ª convertido (?tambi¨¦n con anuencia de su creador?) en un subnormal ?Jo, qu¨¦ noche!
Uno de los nuestros (Goodfellas)
Direcci¨®n: Martin Scorsese. Gui¨®n: Nicholas Pileggi y Scorsese, basado en el libro de? primero. Fotograf¨ªa: Michael Bailhaus. Montaje: Thelma Schoonmaker. Producci¨®n: Winkler. Estados Unidos, 1990. Int¨¦rpretes: Robert de Niro, Ray Liotta, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Paul Sorvino. Cines Palafox, Cristal, Arlequ¨ªn y (en versi¨®n original) Alphaville.
El filme cuenta la historia de un grupo humano cerrado sobre s¨ª mismo, un gang, una pi?a animal arropada por leyes propia s no escritas e intransferibles y una moral igualmente intransferible y sin c¨®digos inteligibles fuera de las fronteras de la tribu urbana que lo genera como la ara?a segrega su tela envolvente y mort¨ªfera. Se trata de una historia ver¨ªdica -el destino de los hampones de poca monta que osaron emprender un atraco de altos vuelos a las oficinas de la sucursal estadounidense de la Lufthansa- que Scorsese hila sobre el bastidor invisible de su experiencia ¨ªntima del paso de su propio tiempo. De ah¨ª, de este bastidor l¨ªrico, brota el genio de este duro y negr¨ªsimo filme, la imagen de la cotidianidad de la vida de estos miserables hampones de la apacible trivialidad que hay tras las compulsi¨®n de sus cr¨ªmenes y de la conversi¨®n de sus fechor¨ªas en mito.
Prodigioso montaje
La brillantez de la secuencia -propia de un virtuoso del tiempo filmico- es apabullante y adquiere la evidencia de un pu?etazo entre los ojos en el prodigioso montaje sonoro-visual, donde la trepidaci¨®n casi chirriante del encadenamiento de los sucesos penetra en la mirada con la ligereza y facilidad con que un chorro de agua se escapa de entre los dedos de una mano abierta. Como, en sentido inverso, se quedan tenazmente pegados a la retina los comportamientos de los tipos, las composiciones de los actores, que uno ve y casi no cree de puro perfectas, ya que, poseyendo cada una de ellas una poderosa distinci¨®n, son sin embargo inseparables, logrado el conjunto del reparto una maravilla de interrelaci¨®n de gestos, palabras y conductas, lo que es vital para un filme como ¨¦ste, de protagonismno colectivo.Un solo reparo -y pensamos que se trata de algo m¨¢s que una pejiguera perfeccionista- que hacer a esta inteligent¨ªsima y formidable obra: hay dentro de ella algunas reiteraciones innecesarias. Entre las notas tomadas a pie de pantalla hace unos meses, en Venecia, por este comentarista cuando vio por primera vez Goodfellas, hay seis anotaciones exactamente iguales: "Esta imagen ya ha sido propuesta: signo innecesariarnente repetido". Dos visiones posteriores del filme, a nuestro juicio, confirman que tales reiteraciones no son imprescindibles. Y una, vez m¨¢s hay que acudir al axioma b¨¢sico de que en un buen filme -en los otros da igual- todo lo que no es necesario sobra. Y lo cierto es que a esta maravillosa Goodfellas le sobran ocho o diez de sus largos -pero nada fatigosos, sino todo lo contrario- 150 minutos de duraci¨®n.
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