?Ad¨®nde va Izquierda Unida?
Las claves radican en su heterogeneidad no resuelta (la superposici¨®n de peque?as organizaciones alrededor de un partido hegem¨®nico), en la vaguedad de su proyecto y en la frecuente demagogia de su pol¨ªtica. El principal l¨ªmite de IU es su actual car¨¢cter de coalici¨®n de partidos, con la presencia simb¨®lica de independientes. En realidad, esta formaci¨®n aparece ante el grueso de la opini¨®n p¨²blica como pantalla de los comunistas -pese a los esfuerzos de ¨¦stos para que no sea as¨ª-, dada la irrelevancia organizativa de sus aliados.La contradicci¨®n m¨¢s evidente se manifiesta, pues, en las relaciones IU-PCE. Si ambos preconizan una misma pol¨ªtica basada en el socialismo democr¨¢tico no se entiende la dualidad, y, si no es as¨ª, debe suponerse que los comunistas mantienen el programa cl¨¢sico de inspiraci¨®n leninista. Por una parte, sus m¨¢ximos dirigentes afirman que el PCE no desaparecer¨¢ como partido y que IU no debe concebirse como embri¨®n de uno nuevo, pero, a la vez, se preconiza ceder "soberan¨ªa" a esta instancia y ser una simple "tendencia" interior de la misma.
El trasfondo del debate es, claro est¨¢, la conversi¨®n de IU en partido unificado, pero la ¨¦lite comunista y el grueso de la militancia se oponen hoy a esta salida. En realidad, los argumentos aducidos para descalificarla no son de recibo: Anguita se?ala que los partidos "cl¨¢sicos" ya no tienen sentido en la sociedad actual, de ah¨ª la novedad que representa IU, pero cabr¨ªa objetar que ¨¦sta no tiene por qu¨¦ adoptar un modelo organizativo tradicional y que, como coalici¨®n, no es m¨¢s que una agrupaci¨®n de partidos precisamente "cl¨¢sicos". Tampoco se entiende por qu¨¦ la conversi¨®n,de IU en un solo partido reducir¨ªa el pluralismo ya que podr¨ªa funcionar de modo genuinamente democr¨¢tico.
A todo ello hay que a?adir una dificultad suplementaria y no menor: la articulaci¨®n de IU con organizaciones afines en las nacicrialidades, cuesti¨®n que est¨¢ en el trasfondo de las diferencias entre el PCE y el PSUC. En teor¨ªa, el PCE es favorable a abrir las alianzas a todas las izquierdas alternativas, respetando su independencia, pero, de hecho, predominan criterios instrumentales y unitaristas. As¨ª, el modelo de Estado preconizado afirma un vago e inconcreto federalismo, con una asunci¨®n puramente verbal de la plurinacionalidad espa?ola. M¨¢s asombroso es que un destacado l¨ªder comunista pretenda aplicar el tipo de relaciones que existen entre el PCE y el PSUC a IU e IC, confirmando, con esta asimilaci¨®n impl¨ªcita, la concepci¨®n instrumental de tales "plataformas de masas".
Lo endeble del proyecto pol¨ªtico de los comunistas espa?oles es la superposici¨®n de elementos viejos y nuevos: no se puede mantener un pie en la "Revoluci¨®n de Octubre" y otro en los "nuevos movimientos sociales". Este c¨®ctel de tradici¨®n comunista y radicalismos alternativos no resulta cre¨ªble.
Debate necesario
Ciertamente, no se trata de crear un partido socialista bis, ni de ser la conciencia cr¨ªtica del PSOE, pues, en efecto, IU debe tener su propia pol¨ªtica. Esto es as¨ª porque es urgente un debate sobre la redefinici¨®n de la izquierda tras el colapso del socialismo real y el fin de la bipolarizaci¨®n. En este sentido, ni la tradici¨®n socialdem¨®crata ni la comunista son suficientes. Por una parte, el Estado del bienestar es privativo de muy pocos pa¨ªses y en un mundo cada vez m¨¢s desigual (realidad que no puede obviarse), y por otra, no se deben cerrar los ojos ante el fin de un determinado sistema socialista.
Empe?arse en mantener la ideolog¨ªa comunista tradicional -(vanguardismo, obrerismo, redentorismo) es hoy irreal. Las grandes l¨ªneas de un nuevo partido de izquierda deber¨ªan ser profundizar y renovar la democracia, com batir las tendencias olig¨¢rquicas, potenciar las libertades, favorecer una redistribuci¨®n econ¨®mica y social equitativa, preservar el medio ambiente y el equilibrio territorial.
Tampoco resulta de recibo el argumento de que para defender el socialismo democr¨¢tico ya existe el PSOE. En primer lugar, este partido no practica hoy una pol¨ªtica de este tipo, pero creo que ¨¦ste es un factor sedundario ya que, eventualmente, podr¨ªa modificar su orientaci¨®n en el futuro. Lo esencial es que no se ve por qu¨¦ un solo partido debe monopolizar una ideolog¨ªa.
Tomemos el ejemplo de algunas grandes ideolog¨ªas pol¨ªticas europeas como la conservadora, la democristiana o la liberal. ?Acaso en cada Estado s¨®lo un partido puede impulsar una pol¨ªtica conservadora, democristiana o liberal? No s¨®lo nada impide que una ideolog¨ªa, con toda la imprecisi¨®n del t¨¦rmino, sea defendida por m¨¢s de un partido, sino que, incluso, es preferible: se enriquecer¨¢ el pluralismo y se ofrecer¨¢n lecturas diferentes del tronco com¨²n. Las fuerzas no socialistas son varias y nadie preconiza su fusi¨®n; por tanto, deber¨ªa reconocerse que la existencia de diferentes izquierdas es positiva pues ello estimular¨¢ la competitividad y el debate.
El problema radica en las malas relaciones entre el PSOE e IU, siendo evidente que el sectarismo y las descalificaciones mutuas son el peor camino. Por una parte; la vocaci¨®n totalizadora del PSOE es criticable por aislar a IU y pretender favorecer una suerte de bipartidismo artificial y empobrecedor. Por otra, la desconcertante pol¨ªtica de IU y ciertas ambig¨¹edades improcedentes de algunos de sus dirigentes no favorecen su consolidaci¨®n.
No obstante, IU todav¨ªa puede estar a tiempo de tener su papel si sabe renovarse y avanzar en la audaz l¨ªnea propuesta por Occhetto. A mi juicio, ser¨ªa lamentable que la izquierda transformadora en Espa?a acabara resultando tan residual que la ¨²nica salida, a modo de mal menor, fuera como la de los progresistas norteamericanos o brit¨¢nicos, que tienen que acabar votando (cuando lo hacen) a dem¨®cratas y laboristas respectivamente.
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