Una ley facilitar¨¢ el mecenazgo empresarial
Las exenciones fiscales ayudan, pero no son determinantes para el desarrollo del patrocinio cultural
La ley no ser¨¢ la panacea, no ser¨¢ el elixir m¨¢gico que curar¨¢ las graves patolog¨ªas que sufre el patrimonio arquitect¨®nico ni la p¨®cima que mover¨¢ a los empresarios a verter r¨ªos de dinero en el teatro, el cine, la m¨²sica o la literatura. Y ello es as¨ª por dos motivos, a los que, con distintos matices, aludieron algunos de los participantes en el Congreso sobre Patrimonio Cultural y Mecenazgo celebrado recientemente en Barcelona.Primer motivo: "La existencia o no de exenciones fiscales no determina la actividad econ¨®mica", se?al¨®, entre otros expertos, el secretario general t¨¦cnico del Ministerio de Cultura, Borja Puig de la Bellacasa; "el patrocinio", agreg¨®, "se ejerce m¨¢s en funci¨®n de intereses empresariales -publicidad, promoci¨®n de imagen de marca, sinton¨ªa con las demandas del entorno social- que estrictamente econ¨®micos". Un buen ejemplo de ello es lo que ocurre en Italia, donde, pese a existir menos beneficios fiscales que en Espa?a, las cantidades destinadas por las empresas al mecenazgo cultural -unos 75.000 millones de pesetas en 1986- superan a las de los restantes pa¨ªses de la CE.
Las empresas italianas -y las espa?olas o francesas- valorar¨ªan m¨¢s, seg¨²n esta tesis, el incremento en la estima social que podr¨ªa proporcionarles la restauraci¨®n de un monumento o de un cuadro especialmente significativo para los habitantes de la zona en la que distribuyen sus productos, por ejemplo, que la bonificaci¨®n fiscal que por este gasto pudiera corresponderles. Y estar¨ªan m¨¢s interesadas en asociar su imagen de marca -o un determinado producto- a un gran pintor, a una primera figura de la l¨ªrica o a una estrella del pop que el descuento en sus impuestos que pudieran obtener por la inversi¨®n efectuada en apoyo de los acontecimientos protagonizados por aqu¨¦llos.
Un empresario en la 'tele'
Y no por excepcional -o quiz¨¢ no tanto- resultar¨ªa menos plausible que algunos empresarios, como el franc¨¦s G. Monin, encontraran en el patrocinio cultural una excelente v¨ªa de acceso a determinados ambientes sociales o de acercamiento al poder "Yo no era nadie", afirm¨® Monin en un encuentro sobre mecenazgo celebrado en T¨¦ramo (Italia) "Pero ahora", agreg¨®, "desde que hemos creado la Colecci¨®n Monin de arte contempor¨¢neo [formada por una treintena de obras de autores que no enumer¨®], me llaman regularmente desde la radio y la televisi¨®n, y mi trato con las autoridades de las ciudades [Grenoble, Lyon o Nimes, entre otras] en las que operan mis empresas -y en cuyos museos est¨¢n depositadas las pinturas- es m¨¢s fluido". "A los empleados de mis empresas", concluy¨® Monin en su apasionada defensa del patrocinio cultural, "no les importa que gastemos parte de los beneficios en obras de arte, al contrario. Ellos saben que estoy aqu¨ª, contando lo que hacemos, y est¨¢n orgullosos".Pero el empresario Monin, as¨ª como sus, colegas italianos o espa?oles, no har¨ªa -ni hace- ascos a la idea de complementar los beneficios derivados del patrocinio cultural con un descuento en sus impuestos. Descuento o bonificaci¨®n que ya prev¨¦ la normativa vi gente en Espa?a aunque, seg¨²n coincidieron en se?alar algunos de los asistentesal congreso de Barcelona, resulte "poco adecuada e insuficiente". En la primera parte de la cr¨ªtica, es decir, en la afirmaci¨®n de que la legislaci¨®n actual resulta confusa y dispersa, parece estar de acuerdo el Gobierno, dado su compromiso de presentar un nuevo texto al Parlamento. Un texto cuyo principal objetivo no ser¨¢ el de establecer nuevas posib¨ªlidadesd de deducci¨®n fiscal -aunque algunas habr¨¢-, sino el de clarificar y agrupar las ya existentes en un solo cuerpo legal, seg¨²n inform¨® durante el congreso Puig de la Bellacasa.
Agrupar, clarificar, pero no ampliar, al menos de forma significativa -y ¨¦ste es el segundo de los motivos por los que la nueva ley no ser¨¢ la panacea-, constituyen los objetivos del Gobierno, que, entre otras razones, se justifican, seg¨²n Puig de la Bellacasa, en el hecho de que los mecanismos de bonificaci¨®n fiscal que la normativa vigente ofrece a las empresas "son poco utilizados". Hecho que se produce, en unos casos, por el poco conocimiento que se tiene de la existencia de las mencionadas normas y, en otros, por la reticencia de los eventuales beneficiarios de su utilizaci¨®n. Entre las primeras figura, por ejemplo, la ley sobre publicidad, que permite deducir ¨ªntegramente como gasto las cantidades destinadas al patrocinio. Y entre las segundas se encuentra, entre otras, la ley del patrimonio hist¨®rico espa?ol, poco utilizada, al parecer, por la reticencia de algunos propietarios de piezas importantes a informar de su existencia a la Administraci¨®n.
Previsiblemente, la nueva ley no romper¨¢ estas barreras, que, por encima de los intereses privados, tienen el objetivo de luchar contra el expolio y la exportaci¨®n ?legal del patrimonio hist¨®rico, pero s¨ª facilitar¨¢ la actuaci¨®n de los patrocinadores. Siempre, claro est¨¢, que llegue a ser una realidad, porque la mayor¨ªa de los asistentes al congreso de Barcelona, v¨ªctimas de sucesivos desenga?os, aludieron al compromiso adquirido por el Gobierno de remitir el proyecto al Congreso a finales de a?o o a principios de 1991 con el popular refr¨¢n "si no lo veo, no lo creo".
Babelia
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