Nostalgia de anteayer
Max Sunyer Tr¨ªoPuestos a recapitular, se puede decir que los a?os ochenta, entre otras cosas, han estado marcados en el terreno del jazz por el surgimiento de m¨²sicos j¨®venes ¨¢vidos de sentir lo mismo que los maestros que hicieron historia en la primera mitad de nuestro siglo.Max Sunyer no es tan joven como para sentir esas tentaciones pero, a su modo, es tan nost¨¢lgico como el que m¨¢s. Sus esfuerzos van encaminados no tanto a revisar, sino a prolongar hasta hoy la vigencia del estilo dominante en los primeros a?os setenta que pudo vivir intensamente cuando comenzaba a tocar la guitarra profesionalmente, y en los que mandaban los John McLaughlin y Larry Coriell. Toda fidelidad tiene su premio, aunque a veces las recompensas, si se reciben en calderilla, pesan como una losa y se convierten casi en un castigo.
Max Sunyer (guitarra), Carles Benavent (bajo) y Salvador Niebla (bater¨ªa)
Clamores Jazz. Madrid, 28 de noviembre.
La m¨²sica de Sunyer y su tr¨ªo de tres, seg¨²n ¨¦l mismo aclar¨®, sigue anclada en la est¨¦tica ¨¢cida y megal¨ªtica de la primera Mahavishriu Orchestra, con alg¨²n reposo en forma de m¨²sica amable y campestre tipo Pat Metheny y un poco de la atm¨®sfera moderna de viaje intergal¨¢ctico que tanto frecuenta Bill Frissel, el ¨²ltimo gu¨ªa espiritual de la guitarra a pedales. Con estas influencias de dudosa entidad, a lo m¨¢s que se puede aspirar es a una presunta modernidad trasnochada y algo ingenua, adquirida a cr¨¦dito, y con un inter¨¦s tan alto que nunca se termina de satisfacer.
Result¨® chocante que m¨²sicos considerados modernos se remontaran con frecuencia a la noche de los tiempos. Ejemplo palpable fue el estilo contundente del bater¨ªa Salvador Niebla, quien todav¨ªa parece concebir los tambores como medio insustituible de comunicaci¨®n entre aldeas distantes, como evidenci¨® con la fuerza y primitivismo de su despliegue continuo de brazos, a lo Billy Cobham, en su labor de apoyo a Sunyer y Carles Benavent.
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