Los vigilantes del museo

Al hilo de la noticia aparecida en el cuadernillo de Madrid de EL PA?S del 21 de noviembre, Grave incidente entre dos visitantes y los vigilantes del Reina Sof¨ªa, me gustar¨ªa dejar constancia:1. De la zafia impresi¨®n que en mi ¨¢nimo dejaron los vigilantes de la exposici¨®n del escultor y pirtor suizo Alberto Glacometti el mismo d¨ªa en el que ocurrieron los hechos relatados en la noticia, y en el que yo, junto con un amigo, visit¨¦ el Reina Sof¨ªa. Un museo de prestigio como pretende ser el Reina Sof¨ªa deber¨ªa contar con otros medios de vigilancia y seguridad, como, por ejemple, circuitos cerrados de televisi¨®n, que permitieran disfrutar plenamente en la contemplaci¨®n de la obra de arte expuesta. En cualquier caso, si se juzgara necesaria la presencia de vigilantes, ser¨ªa aconsejable impartir a los mismos clases de buena educaci¨®n, as¨ª como imbuirles algo de sensatez y de capacidad de discernimiento. Medidas que evitar¨ªan episodios como el sucedido el lunes 19 de noviembre en el Reina Sofia (por lo dem¨¢s, ya frecuentes en otros ¨¢mbitos, como el metro madrile?o, sin ir m¨¢s lejos), y que tienen siempre como protagonistas a los vigilantes y guardias jurados, que demuestran su escasa preparaci¨®n ps¨ªquica para desempe?ar la tarea que se les encomienda.

2. Me gustar¨ªa dejar constancia, asimismo, de la escasa informaci¨®n que se proporciona al visitante para manejarse con facilidad por las salas, as¨ª como de la antipat¨ªa generalizada de los bedeles y de la suciedad que impregnaba los cristales de las torres de entrada al museo.- Alberto Luj¨¢n.