Matta
Yo conoc¨ª a Roberto Matta antes de ser pintor, cuando realmente no era para nosotros sino un arquitecto nuevo y simp¨¢tico, que iba a casa de Beb¨¦ y Carlos Morla, y donde lo encontr¨¢bamos con frecuencia los a?os anteriores a la guerra civil. Morla, que era entonces agregado cultural de la Embajada de Chile, pero con una categor¨ªa casi de embajador, era un hombre muy elegante, y muy cari?oso, que hab¨ªa convertido su casa en un verdadero centro cultural, un refugio para nosotros, los j¨®venes poetas y pintores que pas¨¢bamos all¨ª tardes enteras. Federico Garc¨ªa Lorca, Manuel ?ngeles Ortiz, Maruja Mallo y yo ¨¦ramos los m¨¢s asiduos, y a Matta -seg¨²n le divierte decir ahora- no le cre¨ªamos en nuestra cuerda.Su condici¨®n fant¨¢stica de pintor no se le descubri¨® hasta algo m¨¢s tarde, cuando fue recibido en Par¨ªs por Breton y el grupo de los surrealistas, por Duchamp, Dal¨ª, Magritte, Penrose, Tanguy y Mir¨®, y particip¨® con ellos en 1938 en la Exposici¨®n Internacional del Surrealismo. En esa exposici¨®n, y en la primera individual que hizo en Nueva York, en 1942, a la que titul¨® La tierra es un hombre, se destap¨® el hombre sorprendente y vital que es ahora.
Porque Matta es, sobre todo, la sorpresa. La sorpresa en la pintura y la sorpresa en todo cuanto hace, en las conversaciones, en las opiniones, en la manera de desarrollar las opiniones. Surge, de pronto, como un meteoro, y luego casi no se atina a hablar con ¨¦l. Uno dice una palabra, y Matta r¨¢pidamente la convierte en cien cosas diferentes, cambia unas por otras, crea y recrea cualquier momento, dejando, despu¨¦s de estar una tarde con ¨¦l, en el aire de uno, la velocidad imparable de sus improvisaciones. Es un pintor con verdadero talento literario, que busca siempre el modo de darle un giro inesperado a las cosas, y capaz de conjugar airosamente, en una de sus ¨²ltimas exposiciones, el verbo Am¨¦rica. "El verbo Am¨¦rica es conjugar participios pasados con presentes condicionales, es reorganizar todos los pret¨¦ritos de las cuentas y cuentos del in dio del Mediterr¨¢neo con los ind¨ªgenas de Am¨¦rica y del Pac¨ªfico; es poner bien los dedos en lo que los une, en vez de despreciarse con megat¨®nicas megaloman¨ªas. El verbo Am¨¦rica es estrujar la cultura tradicional del Mediterr¨¢neo con un probable arte nacional de Am¨¦rica. Todo esto es todav¨ªa una arriesgada convicci¨®n, / un proceso de construcci¨®n, / una concentra da ficci¨®n, un aparato de recuerdos, / un tormento m¨ªtico, / un matrimonio c¨®smico,/ un mundo tan reciente que parece escondrijo, / una b¨²squeda de tierras prometidas, / una gana que carece de nombre,/ una amenaza de pecado, / un cat¨¢logo de nudos/ o una recreaci¨®n circular como un puente de tierra".
Durante los a?os que estuve en Italia fui varias veces a visitarle a su castillo de Tarquinia, la prodigiosa ciudad etrusca llena de tumbas antiguas, donde ¨¦l trabaja incansablemente. All¨ª ha llevado esculturas africanas colosales, que colecciona celosamente, y sus propias esculturas en metal, unos extraordinarios artefactos que hace y deshace de mil formas. En el castillo, que est¨¢ rodeado de un jard¨ªn precioso y de un estanque con peces, su mujer, Germana, es el alma ole todo. Como un arc¨¢ngel loco y extraordinario, recorre los, pasillos y las habitaciones, ampl¨ªa y registra lo que dice Matta, y se desvive tras ¨¦l, adivin¨¢ndole los pasos.
Pero a Matta no se le puede fijar en un momento determinado, ni en un sitio. Por Roma, tan pronto aparec¨ªa como desaparec¨ªa, sin que supi¨¦ramos de qu¨¦ modo. Una gran amiga de los dos me telefone¨® un d¨ªa, alarmada y divertida: "Oye, ha pasado por aqu¨ª Matta, camino de Pompeya, y me ha dejado a uno de sus hijos sin decirme cu¨¢ndo vendr¨¢ a recogerlo. Por cierto que es guap¨ªsimo y est¨¢ lleno de piojos". Para Duchamp, Matta era el pintor m¨¢s. profundo de su generaci¨®n, y sus cuadros son realmente la visi¨®n deslumbrante de un mundo personal¨ªsimo. Su pintura es creadora de acontecimientos inesperados, de personajes muy po¨¦ticos que ejercen la misma atracci¨®n, y la misma sorpresa, que Matta. Tienen la calidad de algo nuevo, virginal, de algo que surge como de la naturaleza como de una rama, de una flor, o de un p¨¢jaro. Porque ¨¦l est¨¢ mezclado con todo lo natural, y forma parte de ese mundo que vive e interpreta tan maravillosamente. Est¨¢ sumergido de modo permanente en un estado de creaci¨®n, en el que aparece como en medio de un jard¨ªn., como si acabara de caer de un ¨¢rbol. Luego, toma algunas palabras por los cuernos, las voltea, las enlaza a otra conversaci¨®n, mueve algunos colores, y se va a dormir, detr¨¢s de su bast¨®n.
Copyright Rafael Alberti. 1990.
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