Danuta Walesa
"En casa, la que manda soy yo"
Era florista; hoy es ya la primera dama de la nueva Polonia democr¨¢tico. Danuta Walesa es una mujer menuda de 40 a?os. De no ser todo lo famosa que es, nadie le creer¨ªa que es madre de ocho hijos, todos, adem¨¢s, del orondo electricista bigotudo que se convirti¨® el domingo en el primer presidente democr¨¢ticamente electo de Polonia.De aspecto juvenil, pero de ademanes tan decididos y seguros como su marido, Danuta es una madre de familia polaca como las desean para su patria el papa Juan Pablo II y el cardenal primado Jozef Glemp: madre prol¨ªfica, buena cocinera, fiel en la adversidad y el ¨¦xito, ama de casa por encima de todo. Desde que conoci¨® a Lech, en 1968, en su tenderete de venta de flores en Gdansk, su vida se ha dedicado a cuidar a su marido y a su prole en continuo incremento. Se encontraron en octubre. "Ten¨ªa algo que le distingu¨ªa de los dem¨¢s muchachos", recuerda ahora Danuta. Pocos meses despu¨¦s se casaron, y en 1970 naci¨® su primer hijo, Bogdan. Le siguieron a ¨¦ste Slawek, Przemek, Jarek, Magda, Mar¨ªa Victoria -nacida la misma noche en que se declar¨® la ley marcial, el 13 de diciembre de 1981 -y por ¨²ltimo, de momento, la peque?a Br¨ªgida.
"En casa, la que manda soy yo", asegura la mujer del nuevo presidente de Polonia. Sin embargo, los que conocen a la familia saben que Walesa se comporta como un "patriarca", seg¨²n unos; como un "moro", seg¨²n otros. Cuando el ex presidente Ronald Reagan visit¨® recientemente Gdarisk, Walesa se sent¨® en el coche con el hu¨¦sped norteamericano y olvid¨® fuera, en plena lluvia, a su consorte. Esta es una mujer dura y, al menos p¨²blicamente, no se queja.
Walesa siempre ha hecho gala de ser un hombre del pueblo al que la intelectualidad le resulta sospechosa. Le gustan la carne de cerdo, la sopa con guisantes y los callos. Tambi¨¦n los postres, ante todo dulces. Ella cocina para ¨¦l, y no parece ver con simpat¨ªa la perspectiva de trasladarse al palacio de Belwedere, sede de la presidencia en Varsovia. Ya ha dicho que quiere pasar la mayor parte de la semana en Gdansk y que s¨®lo acudir¨¢ a la capital cuando su presencia all¨ª sea necesaria.
Muchos piensan que lo har¨¢ m¨¢s de lo previsto en un principio, ya que se considera m¨¢s imprescindible de lo que la creen los dem¨¢s. Ella fue a recoger el Premio Nobel de la Paz en 1983, y pocos dudan de que se sentir¨¢ encantada de subir por escaleras alfombradas cuando el protocolo lo exija o permita.
Las estrecheces econ¨®micas del hogar de un electricista industrial en Gdansk desaparecieron hace ya a?os para dar paso a las comodidades de un premio Nobel autor de ¨¦xito y cotizado conferenciante en universidades norteamericanas harto solventes. El amplio chal¨¦, los coches de importaci¨®n y las visitas insignes tambi¨¦n han marcado ya la personalidad de la modesta ama de casa cuyo ¨²nico fin era ayudar al marido y educar a los v¨¢stagos en la gracia de Dios.
Pocos son los polacos que conf¨ªan en que Danuta Walesa renuncie a gozar ahora del ¨¦xito y el prestigio de su marido por el ancho mundo. Casi nadie cree que deje escapar la oportunidad de salir en las fotos, que en los pr¨®ximos cinco a?os de mandato presidencial de su marido se repetir¨¢n hasta la saciedad, en Washington y Mosc¨², en Roma, Par¨ªs o Estocolmo. La florista, madre, cat¨®lica y consorte pas¨® los peores momentos con el sindicalista perseguido. Ahora podr¨¢ gozar con ¨¦l la gloria del estadista.
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