El padre Aristide arrasa en la elecci¨®n presidencial, seg¨²n resultados no oficiales
Hait¨ª ha celebrado m¨¢s la victoria electoral del sacerdote Jean-Bertrand Aristide en las elecciones presidenciales del domingo pasado que el fin de la dictadura duvalierista en febrero de 1986. La revoluci¨®n pac¨ªfica dirigida por el sacerdote surgido de los barrios m¨¢s pobres del pa¨ªs m¨¢s pobre de Am¨¦rica Latina se impuso finalmente a las campa?as millonarias y a los sabotajes electorales. A¨²n sin resultados oficiales, nadie dudaba ayer en Puerto Pr¨ªncipe que el triunfo de Aristide es rotundo, indiscutible y profundamente transformador de la historia de este pa¨ªs.
ENVIADO ESPECIAL,El Frente Nacional para el Cambio y la Democracia (FNCD), la coalici¨®n izquierdista encabezada por Jean-Bertrand Aristide -el sacerdote suspendido por el Vaticano por negarse a ser trasladado a una parroquia de Canad¨¢-, posee datos que le dan una victoria por m¨¢s del 70% en todo el pa¨ªs y cerca del 90% en Puerto Pr¨ªncipe. Los sondeos privados de las Naciones Unidas y de embajadas extranjeras coinciden b¨¢sicamente con esas cifras y dan por seguro un triunfo del FNCD que hace innecesaria la segunda vuelta.El m¨¢s convencido de su victoria es el propio pueblo haitiano, que se ech¨® a las calles ayer persuadido de que no era necesario contar los votos. El apoyo obtenido por Jean-Bertrand Aristide superaba el nivel de un triunfo electoral para convertirse en un aut¨¦ntico plebiscito que deja sorprendentemente el poder en manos de un hombre que ha prometido poner el Estado al servicio de los despose¨ªdos.
Al comenzar el d¨ªa, inmediatamente despu¨¦s de haber superado el miedo a una reacci¨®n violenta por parte de los enemigos del cambio, decenas de miles de personas recorrieron las calles de la capital haitiana con ramas de ¨¢rboles en las manos y gritos de alegr¨ªa desbordada por la victoria de Aristide.
Las gentes se abrazaban en las esquinas, saludaban a los blancos que habr¨ªan contribu¨ªdo en el proceso electoral, corr¨ªan al ritmo de la m¨²sica afrocaribe?a, saltaban y cantaban letras que anunciaban la llegada del hombre al que todos quieren como a un padre bueno que se preocupa por el bienestar de sus hijos."Titid, presidente""Titid ya est¨¢ aqu¨ª, Titid ya est¨¢ aqu¨ª", repet¨ªan con la convicci¨®n de un mensaje religioso y la exaltaci¨®n del vud¨². "Titid presidente, Titid presidente", gritaban con la fuerza de un ej¨¦rcito victorioso que acabara de vencer la ¨²ltima resistencia. Ni siquiera los llamamientos del propio Aristide a no celebrar manifestaciones para no caer en provocaciones y enfrentamientos pudieron evitar esta muestra espont¨¢nea de felicidad.Triunf¨® lo que los haitianos llaman lavalas, la avalancha popular que lo inunda todo y lo vence todo.
Nadie, ni el consejo electoral ni cualquier otra autoridad va a ser capaz de decirle ahora a este pa¨ªs que Aristide no ha ganado las elecciones, aunque los resultados oficiales no se espera que sean dados a conocer hasta el mediod¨ªa de hoy.Jean Bertrand Aristide se qued¨® todo el d¨ªa encerrado en un lugar desconocido, a buen recaudo de los tonton macoutes y de otros pistoleros de distintas tendencias que hab¨ªan jurado impedir por todos los medios que el sacerdote populista llegase a la presidencia de la Rep¨²blica.
Los observadores internacionales destacaron, en palabras del secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), Jo¨¢o Baena Soares, la paciencia de la poblaci¨®n para soportar todas las irregularidades electorales y elogiaron el comportamiento de las Fuerzas Armadas, que, hasta el momento, han encajado la realidad sin una sola muestra de insubordinaci¨®n. Un portavoz del FNCD, Evans Pol, nuevo a ca e e ecto de Puerto Pr¨ªncipe, declar¨® ayer que la victoria era inapelable y que el Ej¨¦rcito, como los dem¨¢s sectores de la sociedad haltiana, "tendr¨¢ que aceptar esos resultados".
Aunque toda la campafia de Aristide ha sido un anuncio de que el duvalierismo ser¨¢ liquidado y de que Aristide desarrollar¨¢ una pol¨ªtica antlimperialista, los observadores creen que el Gobierno del sacerdote no ser¨¢ excesivamente radical.
Se espera, por ejemplo, que invite a formar parte de su Gabinete a partidos que apoyaron al derrotado candidato centroderechista Marc Bazin, e incluso es posible que ofrezca el cargo de primer ministro a Serge Gilles, el l¨ªder de un partido socialdem¨®crata reconocido por la Internacional Socialista que integr¨® la coalici¨®n de Bazin.
La victoria de Aristide es, desde luego, una derrota de los planes de Estados Unidos, pero los asesores del triunfador creen que lo m¨¢s importante para los norteamericanos es demostrarle a Cuba que el ¨²nico pa¨ªs de Am¨¦rica Latina donde faltaban por celebrar elecciones libres ha cumplido ya ese tr¨¢mite.
Pero la historia final de estas elecciones no podr¨¢ escribirse hasta que Aristide tome posesi¨®n de la presidencia el pr¨®ximo 7 de febrero, quinto aniversario de la ca¨ªda de Jean Claude Duvalier. Hasta esa fecha, este sacerdote de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n deber¨¢ sortear todav¨ªa muchos obst¨¢culos, entre otros m¨¢s agresivos los intentos de golpe constitucional de quienes intentan probar que los comicios no fueron convocados en condiciones de plena legalidad. Despu¨¦s del 7 de febrero, el reto principal para Aristide ser¨¢ conservar el lavalas y satisfacer las enormes esperanzas de quienes creen haber interferido definitivamente en el tr¨¢gico destino de Hait¨ª.
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