El padre Aristide promete un Gobierno para Hait¨ª guiado "por el amor y la justicia"
El padre Jean-Bertrand Aristide, virtual presidente electo de Hait¨ª por abrumadora mayor¨ªa, descart¨® que su Gobierno vaya a tener una orientaci¨®n marxista, y anunci¨® que los principios que regir¨¢n su gesti¨®n ser¨¢n el amor y fa justicia, seg¨²n declaraciones de su principal colaborador y portavoz oficial.
"Lejos de ser marxista -aunque utiliza esta filosof¨ªa, como otras no cat¨®licas, para el an¨¢lisis de la realidad-, la acci¨®n de Aristide est¨¢ fundamentada sobre lo esencial del mensaje del Evangelio: el amor y la Justicia", manifest¨® ayer a los periodistas Paul Dejan, secretario privado del triunfador de las elecciones del pasado domingo.Aristide ha anunciado que no aparecer¨¢ en p¨²blico para reclamar su contundente victoria hasta que ¨¦sta no sea reconocida oficialmente por el Consejo Electoral, que s¨®lo ha informado hasta ahora de resultados muy parciales que confirman una ventaja del sacerdote por m¨¢s del 70% de los votos.
Paul Dejan afirm¨® que las acusaciones sobre el radicalismo de Aristide son "gratuitas" y asegur¨® que su actuaci¨®n como pr¨®ximo presidente no estar¨¢ guiada por ideolog¨ªas pol¨ªticas sino "por el respeto al pueblo haitiano, que consiste en reconocer en cada haitiano a un ser humano que debe ser tratado con plena dignidad, al que hay que garantizarle el ejercicio estricto de sus derechos humanos, de su derecho a la vida, al trabajo y a la justicia", Hait¨ª est¨¢ todav¨ªa bajo los efectos de lavalas, la palabra creole que define a la perfecci¨®n el movimiento popular que ha surgido en este pa¨ªs, la avalancha que promete borrar radicalmente el pasado y sentar las bases de una nueva naci¨®n. Aristide es solamente el l¨ªder de lavalas. No es miembro de ning¨²n partido pol¨ªtico, ni est¨¢ comprometido espec¨ªficamente con ninguna fuerza a la hora de integrar su Gabinete. Estar¨¢n los mejores, seg¨²n dijo Dejan, sin m¨¢s condiciones que sintonizar con lavalas.
Fen¨®meno ins¨®lito
El fen¨®meno de lavalas, adem¨¢s de trascendente para Hait¨ª, resulta ins¨®lito en el marco internacional. "Es la primera vez en Hait¨ª, en Am¨¦rica Latina y, tal vez, en el mundo", explica Paul Dejan, "que ha sido llevado a la presidencia un hombre que no tiene el respaldo del poder militar, ni del poder religioso, ni del poder econ¨®mico, ni del poder de la diplomacia internacional, ni del poder de los partidos tradicionales. Ha sido llevado a la presidencia por el pueblo para ser su portavoz".A la hora de buscar una explicaci¨®n a este fen¨®meno, muchos han querido ver en Aristide una suerte de ayatol¨¢ del Caribe. Pero la comparaci¨®n no sirve. Aristide no es fruto del fanatismo religioso de una poblaci¨®n en cuyas creencias se mezclan el catolicismo y el vud¨². El presidente electo ha advertido incluso que no tiene inconveniente en colgar los h¨¢bitos si el Vaticano le obliga a elegir entre su fe o su pa¨ªs. Aristide es -sin caer por una vez en la demagogia- un caso intr¨ªnsecamente puro de representaci¨®n popular. Como dijo en su campa?a: "Yo no soy el candidato, el candidato es el pueblo".
Esto, por supuesto, ha confundido al embajador de Estados Unidos, que declar¨® p¨²blicamente poco antes de las elecciones que los haitianos se arrepentir¨ªan si votaban por Aristide.
Esta amenaza parece olvidada hoy por los asesores de su sacerdocio, que afirman que el pr¨®ximo Gobierno haitiano no ser¨¢ antinorteamericano. "Ser¨¢ antiimperialista, pero no antiriorteamericano", declar¨® Dejan. "Lo que no toleraremos", a?adi¨®, "es que el Gobierno de Estados Unidos quiera seguir manteniendo al pueblo haitiano bajo su control, como ha sucedido hist¨®ricamente". Aristide no quiere convertirse en una piedra en el zapato de Estados Unidos, pero los observadores estiman que su sola presencia representa ya un elemento novedoso que puede influir en el futuro de toda el ¨¢rea.
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