Cl¨¢sicos contempor¨¢neos
Celos del aire tiene 40 a?os: aparece ahora casi intacta. No cotejo textos, sino memoria; tambi¨¦n resisto el impulso de reponer la cr¨ªtica que escrib¨ª entonces. No valdr¨ªa. Veo un fragmento de ella en el pr¨®logo a la nueva edici¨®n del texto; subrayaba entonces la sorpresa del final del primer acto, como clave teatral. Hoy apenas supone ninguna sorpresa, ni importan las sorpresas: el p¨²blico se ha acostumbrado desde entonces a las situaciones inesperadas, y se han quedado como apoyatura para otros valores. Lo que importa es otra calidad interna. En este caso, el juego tenue de los amores, la suavidad penetrante del di¨¢logo, la duplicaci¨®n de lo que pasa por el comentario de otros personajes que aparecen como invisibles sin serlo, y que podr¨ªan reconocerse ellos mismos en la otra pareja. O ser esa misma pareja, recordada. Hay, en efecto, un admirable mecanismo de relojer¨ªa en toda la construcci¨®n, pero tampoco es hoy esa mec¨¢nica la que importa, cuando el espectador ha aceptado otra libertad en la sintaxis dram¨¢tica; sino la capacidad del autor para utilizarlo al servicio de otras cosas.Los 40 a?os pasados se resisten muy bien. La obra est¨¢ joven. ?Fue mejor entonces? Naturalmente, toda la tendenciosidad del recuerdo dice que s¨ª. Veo en el entonces un gran decorado y un magn¨ªfico reparto, en el que todos estuvieron a gran altura: rememoro una ¨¦poca de muy mal teatro en la que esta obra era un hito, y L¨®pez Rubio y sus compa?eros de generaci¨®n rasgaban los forillos para aparecer como nuevos, y valiosos y renovadores: con un lenguaje terso -gusta o¨ªrlo ahora-, con un sentido del humor, con una frivolidad elegante, cosmopolita... Escapando del dictado de los tiempos. Naturalmente, yo mismo era mucho mejor, y m¨¢s listo, y m¨¢s lleno de esperanzas. As¨ª que no s¨¦ comparar. Esta reposici¨®n vale en lo que vale; y en lo que influya hoy.
Celos del aire
De Jos¨¦ L¨®pez Rubio (1950). Int¨¦rpretes: Aurora Redondo, Jos¨¦ Mar¨ªa Escuer, Luis Barbero, Julia Trujillo, H¨¦ctor Colom¨¦, Rosa Valenty, Juan Messeguer. Escenograf¨ªa de Rafael Redondo. Direcci¨®n: Ram¨®n Ballesteros. Centro Cultural de la Villa de Madrid, 16 de diciembre.
Aprobaci¨®n
Puede que mucho. En una funci¨®n de tarde, la sala estaba llena, y era un p¨²blico interesante en el que se fund¨ªan nuevos espectadores y mayores. El rumor de aprobaci¨®n a las frases era ostensible, y el aplauso final, largo y sostenido. Pienso, por ello, que podr¨ªamos estar ante un regreso parecido al de Rosas de oto?o, de Benavente. ?Hay paralelismo entre las dos obras? Muy lejano, claro, en el tiempo y en la manera de hacer; pero m¨¢s pr¨®ximo en la lecci¨®n y en el af¨¢n de transmit¨ªrsela de madres a hijas, en la esperanza del regreso del marido infiel. Hablamos de los puntos de contacto de un teatro burgu¨¦s, sin darle a esta palabra el menor sentido peyorativo, sino como descripci¨®n de una clase de cierta cultura y de cierta formaci¨®n moral tradicional: que parece que perdura, y que sigue encontrando que el verdadero teatro es as¨ª, y que todo lo que se haga en ese sentido es valioso. Por lo menos, reponer los cl¨¢sicos contempor¨¢neos. No hay mucho m¨¢s p¨²blico para otras cosas.
Babelia
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