James Joyce, 50 a?os despu¨¦s
El 13 de enero de 1941 fallec¨ªa en un hospital de Z¨²rich el escritor irland¨¦s en lengua inglesa James Joyce (1882-1941), uno de los autores m¨¢s influyentes de la literatura contempor¨¢nea. En estas p¨¢ginas se analiza c¨®mo a trav¨¦s de sus libros m¨¢s conocidos, como Ulises, El retrato del artista adolescente, Dublineses y Finnegans Wake, el escritor rompe con la tradici¨®n literaria del siglo XIX y realiza una exploraci¨®n psicol¨®gica desde una personalidad compleja a trav¨¦s de unos procedimientos narrativos que revolucionaron la escritura de su ¨¦poca.
Joyce escribi¨® gran parte de su obra maestra, Ulises, en Z¨²rich durante la Primera Guerra Mundial, y muri¨® en Z¨²rich en la Segunda Guerra Mundial. A ¨¦l y su familia no les hab¨ªa sido f¨¢cil pasar de la Francia ocupada por los nazis a ese lugar de refugio neutral. Aunque oficialmente eran ciudadanos de la Rep¨²blica independiente de Irlanda, ten¨ªan pasaporte brit¨¢nico. De hecho, Stephen, el nieto de James Joyce a pesar de casi no conocer Gran Breta?a, todav¨ªa sigue esa tradici¨®n familiar. El 16 de junio de 1982, durante la conmemoraci¨®n del centenario del nacimiento de Joyce, Dubl¨ªn, su ciudad natal, organiz¨® ciertos actos, sin demasiado entusiasmo, destinados a honrar al m¨¢s grande de sus hijos literarios -una placa aqu¨ª, un busto all¨¢-, pero a Irlanda nunca le gust¨®. Sus editores estaban en Londres; su protectora, Harriet Shaw Weaver, era inglesa de confesi¨®n cu¨¢quera. Joyce glorific¨® la lengua inglesa.en sus primeros libros, y en el ¨²ltimo, a decir de algunos, se dedic¨® a destruirla. ?A qu¨¦ pa¨ªs pertenece realmente? Dej¨® Dubl¨ªn con su mujer de Galway, Nora Barnacle, en 1904, y vivi¨® en Trieste, Z¨²rich y Par¨ªs. Era un exiliado por naturaleza -Exiliados es el t¨ªtulo de su ¨²nica obra de teatro-, y ha de ser considerado como un escritor internacional, porque neg¨® a todos los pa¨ªses (con excepci¨®n de la extra?a cuesti¨®n del pasaporte brit¨¢nico). Sin embargo, tiene un ¨²nico tema -bastante limitado- Todos sus libros son sobre Dubl¨ªn.Se puede visitar Dubl¨ªn, como hacemos algunos, y buscar el esp¨ªritu del joven Joyce -pobre, desma?ado, miope, intensamente literario y ya pol¨ªgloto-, pero la cludad que ¨¦l conoci¨® ya no existe. Fue una de las ciudades m¨¢s hermosas de Europa, a pesar de su gran poblaci¨®n de barrios bajos, pero los expertos en demolici¨®n la est¨¢n arrasando. Con sus bloque de oficinas, comercios y discotecas, es como cualquier otra ciudad europea. Su poblaci¨®n sobrepasa el mill¨®n y las firmas de electr¨®nica japonesas proporcionan los empleos. Pero sigue siendo una ciudad bebedora, donde la verdadera vida se hace en los bares, con su Guinness, whisky y fant¨¢stica conversaci¨®n. Los hombres est¨¢n demasiado borrachos para interesarse por el sexo. Se define al homosexual de Dubl¨ªn como el hombre que prefiere que las mujeres beban.
Dubl¨ªn
El Dubl¨ªn enmarcado en los libros de Joyce, por tanto, est¨¢ tan muerto como el Londres de Oliver Twist o el Madrid de Torquemada. El libro de relatos titulado Dublineses muestra c¨®mo era la ciudad en 1904 -moral y sexualmente paralizada, pero socialmente bulliciosa, llena de conversaci¨®n y bebida- La ciudad sigue en su sitio en el Retrato del artista adolescente, aunque centrada en el desarrollo de un esp¨ªritu joven que intenta volar contra las redes impuestas por la religi¨®n, la familia y el nacionalismo que rechaza el vasallaje del Imperio Brit¨¢nico. Ulises, una de las novelas m¨¢s influyentes de nuestro siglo, trata de un Dubl¨ªn tansformado en ciudad arquetipo, y su personaje central es el ciudadano arquetipo. No obstante, Leopoldo Bloom no es un dublin¨¦s t¨ªpico. Es medio jud¨ªo. Los dublineses niegan por la memoria de sus padres que hubiera habido jam¨¢s jud¨ªos en su cat¨®lica ciudad. Los hab¨ªa, pero hab¨ªa muchos m¨¢s en Trieste, donde Joyce empez¨® a escribir el libro. Combinar las im¨¢genes de ese puerto adri¨¢tico con las del mar de Irlanda es resaltar la naturaleza cosmopolita de la visi¨®n de Joyce. Escribe sobre la condici¨®n de todas las ciudades modernas. Bloom es todos los hombres modernos.
No es, sin embargo, la cuesti¨®n tem¨¢tica del Ulises lo que lo hace distinto. El argumento es escaso. Bloom, que ha perdido a su hijo, encuentra un hijo adoptivo en el joven poeta Stephen Dedalus -el protagonista de Retrato del artista y una versi¨®n casi sin subterfugios del propio Joyce-, Molly, la esposa de Bloom, comete adulterio, pero est¨¢ deseando la llegada a casa de Stephen -como hijo, redentor y, probablemente, amante-. El libro trata de la necesidad rec¨ªproca que tienen las personas, en la estructura menor de la familia y en la m¨¢s amplia de la ciudad. Ese sencillo tema se universaliza por la imposici¨®n de un mito intemporal, el del errante Odiseo en busca de su reino insular. Bloom es Odiseo o Ulises. Sus bastante triviales vivencias de un d¨ªa en Dubl¨ªn -el 16 de junio de 1904- se tranforman en un paralelo c¨®mico del personaje de Homero, y, a su vez, adoptan varias formas de resaltar el paralelismo con el cl¨¢sico, sobre todo a trav¨¦s del estilo y del lenguaje.
As¨ª, Bloom encuentra en un bar de Dubl¨ªn a un nacionalista irland¨¦s llamado El Ciudadano. Su paralelo hom¨¦rico es el c¨ªclope. Eso sugiere un estilo literario conocido como gigantismo, en el cual el lenguaje es inflado inconscientemente. Se exagera todo, a la manera de la ret¨®rica demag¨®gica o de la verborrea seudocient¨ªfica. En el cap¨ªtulo en que Bloom visita un hospital de maternidad para preguntar por el parto de una amiga de su esposa, la se?ora Purefoy, el paralelo hom¨¦rico es la matanza por los companeros de Odiseo de los toros del Sol, que son la representaci¨®n de la fertilidad, y los estudiantes dublineses de medicina del hospital blasfeman contra la fertilidad al glorificar la "copulaci¨®n sin poblaci¨®n". La estructura del cap¨ªtulo imita el desarrollo del feto en el ¨²tero. La semilla masculina fertiliza al femenino lat¨ªn; tenemos una historia completa de la lengua inglesa siguiendo el progreso de su literatura, con Joyce como oficiante mayor.
El estilo resulta m¨¢s importante que el contenido, pero la intensa concentraci¨®n en el lenguaje permite a Joyce llegar a l¨ªmites de la mente humana que antes eran inasequibles para el novelista. El lenguaje no s¨®lo es complejo, sino tambi¨¦n de una claridad sin precedentes: abundan las alusiones sexuales y se utilizan palabras que, en el a?o de la publicaci¨®n (1922) y en los 40 a?os posteriores, eran oficialmente tab¨². ?se es el motivo de que Ulises hubiera estado prohibido y de que Joyce, injustamente, hubiera sido tachado de tratante de obscenidades y pornograf¨ªa.
Fantas¨ªa
El Ulises, usando la t¨¦cnica del mon¨®logo interior para descubrir los pensamientos y sentimientos m¨¢s ¨ªntimos de sus personajes -de una forma presint¨¢ctica y casi preverbal-, llev¨® al l¨ªmite el examen de la fantas¨ªa de la conciencia humana. Joyce ten¨ªa s¨®lo 40 a?os cuando se public¨® el libro, y la cuesti¨®n era evidente: ?qu¨¦ pod¨ªa hacer, despu¨¦s de haber llegado tan lejos, con el resto de su vida creativa? De hecho, no le quedaban de ella m¨¢s que 19 a?os, y fueron totalmente ocupados por la composici¨®n de un incre¨ªblemente densa y dif¨ªcil seudonovela titulada Finnegans Wake. Despu¨¦s de haber tratado la mente consciente, Joyce ten¨ªa que sumergirse ahora en las profundidades del mundo on¨ªrico. El Finnegans Wake es el relato del sue?o de una sola noche. El durmiente y so?ador, Humphrey Chimpden Earwicker, es el humilde due?o de un bar de Chapelizod, un barrio de Dubl¨ªn, pero en su manifestaci¨®n paternal se convierte en la totalidad de la humanidad masculina, desde Ad¨¢n hasta el propio Joyce, en tanto que su mujer, Ann, es todas las madres, su hija Izzy es todas las tentadoras (Eva, Dalila, lady Hamilton) y sus. hijos gemelos, Kevin y Jerry, son todos los rivales masculinos enfrentados, desde Ca¨ªn y Abel hasta Napole¨®n y WeIlington y posteriores.
El lenguaje es el de los sue?os, oniroglota. Lo mismo que el tiempo y el espacio se disuelven en los sue?os, tambi¨¦n las pala- bras, a trav¨¦s de las cuales vemos el continuo espacio-tiempo, han de distorsionarse para que el significado no se trastoque, sino que se haga ambiguo. La ambig¨¹edad tiene la naturaleza de los sue?os. Joyce sab¨ªa que las t¨¦cnicas de interpretaci¨®n de Freud y de Jung no eran suficientes. Una invenci¨®n como cropes es una fusi¨®n de, crops (cosechas) y corpse (cad¨¢ver), de forma que quedan unificadas las ideas opuestas de la vida naciendo de la tierra y del cuerpo muerto sepultado en ella. La acci¨®n del sue?o tiene lugar en 1132, un a?o puramente simb¨®lico en el cual 11 significa la resurrecci¨®n (despu¨¦s de haber contado hasta 10 con los dedos, hay que empezar de nuevo) y 32 es la ca¨ªda (los cuerpos que caen lo hacen a una velocidad de 32 pies por segundo). "The abnihilisation of the otym" significa tanto la desintegraci¨®n del ¨¢tomo como la recreaci¨®n del significado (griego, etymon) a partir de la nada (ab nihilo).
Manifiesto vital
Para abreviar, la obra es simplemente un intento de reconciliar opuestos, de afirmar la vida, de insistir en que nada muere. Es m¨¢s que una novela, es una especie de manifiesto vital. Es tentador ver en eso al James Joyce cat¨®lico, que estuvo a punto de ingresar en la orden de los jesuitas, pero que cambi¨® un tipo de sacerdocio por otro: el del arte, en el cual el oscuro pan de la vida diaria se convierte en la hostia eucar¨ªstica de la belleza intemporal. Pero Joyce hab¨ªa dejado la Iglesia, negado a su esposa un matrimonio cat¨®lico y privado a sus hijos de la bendici¨®n del bautismo. Hab¨ªa perdido su fe religiosa y nunca dese¨® recuperarla, pero el ambiente de su obra es cat¨®lico europeo -m¨¢s pr¨®ximo a Dante que a Goethe o incluso a su ¨ªdolo lbsen-. Como medio jud¨ªo agn¨®stico, a Bloom solamente le interesa la religi¨®n corno fuerza de conexi¨®n social, pero su esposa, Molly, nacida en Gibraltar, conoce el catolicismo en sus aspectos mediterr¨¢neo y puritano de Norte, y reza a una especie de Dios franciscano. Stephen Dedalus parece no haber llegado a recuperarse del espantoso serm¨®n sobre el infierno que se predica en el Retrato, y es visitado por su madre muerta, que lo conmina a arrepentirse. A pesar del gran n¨²mero de profesores ateos especializados en Joyce, probablemente sea cierto que solamente un cat¨®lico, creyente o ap¨®stata, puede comprender plenamente a Joyce. Pero conmemoramos el cincuentenario de su muerte, -como celebrar¨ªamos, m¨¢s pr¨®digamente, el centenario de su muerte- con un esp¨ªritu puramente literario. Vivimos en la llamada era posmoderna, pero seguimos siendo los herederos del modernismo, y Joyce, junto con Pound y Elliot, dejaron perfectamente claro lo que es el modernismo. El modernismo, desde el punto de vista ling¨¹¨ªstico, es el empleo de un vocabulario que hace sonar las campanas de lo coloquial, de lo tradicionalmente po¨¦tico y de la nueva tecnolog¨ªa. Est¨¢ implicado en la exactitud del lenguaje, pero sabe que la naturaleza del lenguaje es transportar una carga de ambig¨¹edad aprovechable. El modernismo es honesto y enemigo de f¨®rmulas filos¨®ficas para salvar el mundo. Es extrapol¨ªtico y muy esc¨¦ptico, tanto en lo que respecta al totalitarismo como al populismo. Es dif¨ªcil, lo mismo que Joyce es dif¨ªcil, porque trata de ver la humanidad como una complejidad que solamente los pol¨ªticos, curas y novelistas de ¨¦xito en ventas se niegan a ver de una forma tan sencilla. La dificultad de Finnegans Wake es inmensa precisamente por la humanidad de su tema-sujeto. El modernismo se atrevi¨® a profundizar, pero a los hombres y mujeres normales les asusta ese coraje: quiz¨¢ pueda destapar cosas que sea m¨¢s conveniente ignorar.
En este resumen de los logros de Joyce se ignora una cualidad que debe considerarse como preponderantemente vital: su humor. A pesar del tremendismo de Dostoievski, de la visi¨®n tr¨¢gica de Dreiser y de la implacable violencia de tant¨ªsimas grandes obras contempor¨¢neas, la novela de todos los tiempos, Don Quijote, es una gran comedia, y Joyce aprendi¨® de ella m¨¢s de lo que estaba dispuesto a admitir. El Ulises invierte la situaci¨®n haciendo que el protagonista sea una especie de Sancho Panza y poniendo en segundo lugar, o posici¨®n filial, a una especie de Don Quijote. Cuando Leopold Bloom y Stephen Dedalus caminan juntos despu¨¦s de medianoche por un Dubl¨ªn desierto, vemos una figura alta y delgada y otra m¨¢s baja y gruesa. Bloom sabe m¨¢s que Sancho, pero su sabidur¨ªa es del estilo de la de Sancho, expresada en proverbios triviales; Stephen es el po¨¦tico so?ador que necesita el sentido com¨²n de su padre adoptivo. No obstante, subsisten en una relaci¨®n c¨®mica y est¨¢n apoyados, o m¨¢s bien enfrentados, por un numeroso reparto de personajes c¨®micos. El Ulises es uno de esos extra?os libros que nos hacen re¨ªr a carcajadas. El Finnegans Wake tambi¨¦n est¨¢ lleno de carcajadas, con un lenguaje basado en las posibilidades c¨®micas del ingl¨¦s. El ingl¨¦s se puede considerar como una lengua c¨®mica por contener elementos irreconcillables -germ¨¢nicos y latinos- perpetuamente enfrentados. Traduzcamos el Finnegans Wake al espa?ol y ese elemento c¨®mico desaparecer¨¢. El milagro est¨¢ en que, aunque Joyce explot¨® al l¨ªmite las posibilidades, e imposibilidades, del ingl¨¦s, sigue siendo un escritor europeo. Est¨¢ amamantado en ingl¨¦s, pero se eleva por encima de ¨¦l.
Dickens
Al igual que todos los grandes novelistas, de alguna forma consigue subsistir fuera de su medio literario. Don Quijote y Sancho Panza cabalgan alrededor de la plaza de toros de Valladolid en 1605 y sigue haci¨¦ndolo en los desfiles de carnaval suramericanos. Los personajes de Charles Dickens son reconocidos incluso por los analfabetos. Leopold Bloom, Molly Bloom, Stephen Dedalus y Humphrey Chimpden Earwicker pertenecen a ese orden cl¨¢sico. Son tan grandes que se pueden someter a todo tipo de excentricidad estil¨ªstica o juego ling¨¹¨ªstico y seguir brillando plenos, tridimensionales, desesperadamente vivos. En una ¨¦poca en que tantos de nuestros escritores son pesimistas, es bueno celebrar a uno que tom¨® partido por la vida.
Traducci¨®n: Leopoldo Rodr¨ªguez Regueira.
Babelia
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