Un Madrid a la deriva
Los madridistas han perdido 7 de sus 11 partidos a domicilio
La s¨¦ptima derrota del Real Madrid a domicilio -esta vez frente al Breog¨¢n de Lugo, que no hab¨ªa ganado ante su p¨²blico desde hace tres meses- vuelve a confirmar su cr¨ªtica situaci¨®n. Sumido en un juego mediocre en su campo y decepcionante fuera de ¨¦l, con problemas de comunicaci¨®n entre entrenador y jugadores y con un extranjero que lleva m¨¢s de un mes lesionado, el Real Madrid parece navegar a la deriva. La situaci¨®n del club blanco, con una directiva a menos de 15 d¨ªas de presentar la dimisi¨®n, hace a¨²n m¨¢s dif¨ªcil una soluci¨®n a corto plazo.
El Real Madrid parece un conjunto triste y desanimado incluso cuando gana. No hace falta tener un tercer ojo para darse cuenta de que los jugadores no disfrutan con lo que hacen, ni tampoco tienen la imprescindible convicci¨®n de que lo que hacen o intentan hacer sea lo mejor. La personalidad de su entrenador, Wayne Brabender, met¨®dica, introvertida y sin grandes alardes imaginativos -como lo era en su carrera de jugador- se refleja en el estilo del equipo, aunque ser¨ªa injusto hacer recaer en ¨¦l todas las causas de un juego que aburre, desespera y desconcierta.Una leyenda del baloncesto, todav¨ªa en activo, sol¨ªa utilizar una frase. "Hay que saber jugar, a pesar de los entrenadores". Esta m¨¢xima puede confundirse con una arenga revolucionaria cuando no lo es. Fundamentalmente se refiere a que sea quien sea el hombre encargado de dirigir los destinos t¨¦cnicos del equipo, nunca puede influir en aspectos como el ¨¢nimo a la hora de encarar un partido, la profesionalidad o el saber estar en determinados momentos.
Otra particularidad del equipo blanco es la disparidad de resultados obtenidos ante su p¨²blico y lejos del calor de sus incondicionales. ?nico equipo, junto al Montigal¨¢ Joventut, imbatido en su campo, en ambientes adversos todo cambia. 7 derrotas en 11 partidos es el 15? mejor r¨¦cord de la Liga, impensable posici¨®n si se tiene en cuenta la calidad de la plantilla. La clave se llama concentraci¨®n, o dicho de otra forma, motivaci¨®n. No existe mejor explicaci¨®n al radical cambio de cara que muestra el equipo, su dificultad de superar las adversidades en campo ajeno, la incapacidad para encontrar soluciones a situaciones de libro. Resulta dif¨ªcil razonar con planteamientos t¨¦cnicos una victoria contundente frente al Taugr¨¦s, tercer clasificado, seguida cuatro d¨ªas m¨¢s tarde con una derrota en Murcia con el Juver.
Lejos del Palacio de los Deportes, se agudizan los problemas que han hecho del Real Madrid un equipo anodino. La mayor¨ªa de los jugadores han perdido su individualidad para convertirse en aut¨®matas incapaces de m¨¢s improvisaci¨®n que la que obliga la precipitaci¨®n. Con unos sistemas ofensivos que, sin entrar a buscar culpables, no facilitan una posici¨®n clara de tiro y parecen encontrar enormes dificultades para suministrar balones interiores con mediana claridad, todo queda a la capacidad de resoluci¨®n individual de unos jugadores que, sobre todo a domicilio, est¨¢n encorsetados.
Con todo ello, algunos componentes de la plantilla est¨¢n cayendo en el recurso, la mayor¨ªa de las veces off de record, de apuntar a su entrenador como ¨²nico culpable. Cuando un jugador est¨¢ en el campo durante m¨¢s de 15 minutos y no es capaz de anotar m¨¢s de una o dos veces, si su actuaci¨®n se reduce a dar dos manotazos y protestar decisiones arbitrales, el se?alar al t¨¦cnico obedece a criterios poco profesionales.
El Real Madrid agoniza pero el deterioro en el que se encuentra es dif¨ªcil que tenga un s¨®lo nombre. Siendo Brabender culpable de muchas cosas, hay algo que siempre debe estar por encima de entrenadores y jugadores, y es el orgullo y la b¨²squeda de la victoria. Alguno se ha olvidado de este detalle.
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