La guerra y los mercados
Una vez agotadas todas las v¨ªas diplom¨¢ticas, la guerra en el golfo P¨¦rsico ha estallado, eliminando la primera de las incertidumbres que han estado pesando sobre los mercados financieros y las decisiones econ¨®micas en general, durante los ¨²ltimos seis meses. Ni que decir tiene que el estallido del conflicto abre nuevas incertidumbres centradas, sobre todo, en la duraci¨®n e intensidad del mismo.Una buena prueba en este sentido la ha constituido la reacci¨®n de los mercados burs¨¢tiles y de contrataci¨®n de petr¨®leo en las primeras horas del conflicto. Tras una pesimista reacci¨®n inicial, se pasaba a un desaforado optimismo tras la contundencia y efectividad de las primeras acciones b¨¦licas, al interpretar que las mismas, y especialmente la incapacidad de respuesta iraqu¨ª, apuntan a un conflicto de corta duraci¨®n.
Esa volatilidad parece, por otra parte, el escenario m¨¢s probable en que se van a mover los mercados financieros en su extrema sensibilizaci¨®n hacia los dos par¨¢metros anteriores, duraci¨®n e intensidad, del marco b¨¦lico en el que la actividad econ¨®mica pasa a desarrollarse, pues de ambos depender¨¢ la evaluaci¨®n del impacto econ¨®mico del conflicto, que los mercados financieros tratan de anticipar.
Es precisamente esa anticipaci¨®n, es decir, el hecho de que el objeto de negociaci¨®n en los mercados financieros no es, al fin y al cabo, otra cosa que espectativas futuras, intangibles de inmediato, lo que confiere un car¨¢cter diferenciador a los mismos frente a los mercados de bienes o activos reales en general, en los que una situaci¨®n de guerra tiene efectos que pueden ir m¨¢s all¨¢ de un mero incremento de la volatilidad de los precios.
En estos mercados, en los que el objeto de la compraventa estangible, y de hecho f¨ªsicamente intercambiado, la caracter¨ªstica m¨¢s relevante del proceso de formaci¨®n de precios de forma competitiva, como es la sensibilidad a los mismos de las cantidades ofertadas y demandadas, puede ponerse seriamente en entredicho en una econom¨ªa de guerra, lo que a su vez cuestiona seriamente el papel del mercado como elemento de asignaci¨®n de recursos.
Al fin y al cabo, cuando la supervivencia deja de estar plenamente garantizada, puede estar justificado que los Gobiernos se arroguen, en detrimento de los mercados, la responsabilidad de establecer prioridades en la asignaci¨®n de recursos. Por ello no ha sido infrecuente, en econom¨ªas de guerra, el cierre de numerosos mercados o la intervenci¨®n en los mismos, bien sobre las cantidades -estableciendo cuotas de producci¨®n o racionamiento de la satisfacci¨®n de las demandas- o sobre los precios.
Actuaciones extremas como las anteriores, en absoluto admisibles en ¨¦pocas de paz, son, por otra parte, la respuesta a un comportamiento tambi¨¦n anormal de los agentes econ¨®micos en tiempo de guerra, en que fen¨®menos como la acaparaci¨®n o la elevaci¨®n arbitraria de los precios en respuesta a percepciones autoalimentadas de escasez, impiden actuar a los precios de libre mercado como el elemento equilibrador de las econom¨ªas.Prima de escasez
Actuaciones extremas, por otra parte, que responden a situaciones extremas -tan s¨®lo en las dos guerras mundiales se han presentado las mismas en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados- y que, en absoluto, cabe asimilar a la actual. La lejan¨ªa y concentraci¨®n geogr¨¢fica del conflicto, y la enorme desigualdad entre las partes contendientes, dif¨ªcilmente pueden dar las m¨¢s m¨ªnimas motivaciones a un comportamiento generalizado de los agentes econ¨®micos en el que la prima de escasez pase a ser el elemento dominante en la fijaci¨®n de precios. En este sentido, una actuaci¨®n de m¨¢xima transparencia informativa por parte de las autoridades, con su justa valoraci¨®n de los hechos y los peligros, parece la medicina m¨¢s apropiada para mantener la normalidad en los mercados.
Ahora bien, ello no quiere decir que ¨¦stos sean totalmente insensibles al escenario b¨¦lico, por muy alejado y concentrado geogr¨¢ficamente que ¨¦l mismo se halle. No cabe duda de que el esfuerzo b¨¦lico detrae recursos de otros sectores productivos de la econom¨ªa, que ser¨¢n tanto mayores en funci¨®n de la mencionada duraci¨®n e intensidad del conflicto. Por otra parte, la detracci¨®n de recursos que supone la importaci¨®n de productos energ¨¦ticos tambi¨¦n guarda una estrecha vinculaci¨®n, v¨ªa precio del petr¨®leo, con dichos aspectos del conflicto. Independientemente de la menor valoraci¨®n de los recursos, el fluido comportamiento de los mercados financieros constituye una importante prueba de que no tiene sentido alguno incurrir en primas por escasez en los mercados de bienes.?ngel Berges y Daniel Manzano son directivos de Analistas Financieros Internacionales (Grupo Ahorro Corporaci¨®n).
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