La caducidad de la historia

La apropiaci¨®n del presupuesto norteamericano por la v¨ªa del inter¨¦s pol¨ªtico, la pork-barrel, acabar¨¢ dando al Pent¨¢gono el protagonismo econ¨®mico mundial. Cuando en cierto grado hab¨ªa perdido su enorme peso tras las alarmantes cifras del d¨¦ficit fiscal. Lo recupera con la decisi¨®n inapelable de enviar al Golfo el carro de J¨²piter cargado de fuego.La caducidad de la historia, o por lo menos de una de sus ulteriores fases, es una sensibilidad creciente tambi¨¦n en el mundo de las finanzas, tan dado a esperar y ver como a entrar en el exasperante frenes¨ª del miedo a la inactividad. Saber c¨®mo van a reaccionar los mercados a unas horas vista es casi tan dif¨ªcil como entrar en los impenetrables secretos militares que esconden las cifras de bajas en el escenario rea de la guerra tras una cortina de comunicados. Los precios del brend y del oro son la ¨²nica referencia en pie cuando el desconocimiento real de los combates ha devuelto el derecho a las referencias m¨ªticas sobre la milenaria Mesopotamia. Frente al estuario en el que confluyen el Tigris Y el ?ufrates se pasean los dioses de la Iliada, mientras en cualquier mesa de dealers un operador colgado al tel¨¦fono recuerda que un exceso de informaci¨®n siempre desinforma.