El Madrid de una actriz desenfrenada
Hoy se cumple el primer aniversario de la muerte de Ava Gardner
Uno de los amigos madrile?os de Ava Gardner, el periodista y cr¨ªtico de cine Jorge Fiestas, cont¨® hace unos a?os una an¨¦cdota que dec¨ªa no poder olvidar: "En 1965, yo acababa de inaugurar Oliver, un pub entonces de mi propiedad, con Adolfo Marsillach como socio. Era el 31 de diciembre, y a eso de la una y media apareci¨® Ava. Iba de negro y arreglada a conciencia. Me dijo: 'He venido porque s¨¦ que, si estoy aqu¨ª, a tu negocio no le vendr¨¢ mal', y se qued¨® hasta las ocho de la ma?ana. Naturalmente, nadie se movi¨® de all¨ª".
Ava y Fiestas han muerto, pero el Oliver sigue abierto y con el mismo decorado de entonces. Su antiguo pianista, Francisco Mendoza, trabaja ahora en otro piano-bar situado en la calle de Luchana. "Conoc¨ª a Ava Gardner", dice Mendoza, "antes de trabajar en el Oliver, en un restaurante argentino llamado Quen Bess, cerca de Cuzco. Iba all¨ª todas las tardes, acompa?ada por su perro salchicha y una criada mulata. Le gustaban las canciones de Celia G¨¢mez". Mendoza habla despacio, haciendo memoria: "Cant¨® conmigo alguna vez. Creo que era la melod¨ªa de una pel¨ªcula americana de aquella ¨¦poca, pero no recuerdo cu¨¢l. Han pasado muchos a?os".Ava Gardner lleg¨® a Espa?a por primera vez en 1951. Ten¨ªa 29 a?os. Vino para el rodaje de la pel¨ªcula de Albert Lewin Pandora y el holand¨¦s errante. Dos a?os m¨¢s tarde, inmediatamente despu¨¦s de su divorcio de Frank Sinatra y del estreno en Nueva York de la pel¨ªcula de Joseph L. Mankiewicz La condesa descalza, volvi¨® a Espa?a y se instal¨® en Madrid, seg¨²n cuentan, siguiendo los pasos del torero Luis Miguel Domingu¨ªn, al que hab¨ªa conocido en Roma durante el rodaje del filme de Mankiewicz.
En Madrid, Ava Gardner tuvo tres casas. La m¨¢s famosa la compr¨® en 1954, y era un chal¨¦ en la urbanizaci¨®n La Moraleja. "Mi primera casa en Madrid se llamaba La Bruja, porque en su tejado hab¨ªa una veleta con una bruja encima", cont¨® en una ocasi¨®n la actriz, que pag¨® por aquella casa 66.000 d¨®lares de entonces.
Fiestas con toreros
M¨¢s tarde se mud¨® a la calle de Oquendo, donde alquil¨® un apartamento, y finalmente se traslad¨® al 11 de la calle del Doctor Arce, a un d¨²plex. Su vecino de abajo, el general Juan Domingo Per¨®n, ex presidente de Argentina, exiliado por entonces en Espa?a, lleg¨® a denunciarla a causa de las, seg¨²n ¨¦l, ruidosas fiestas que noche tras noche celebraba la estrella con sus amigos, entre los que abundaban toreros, bailaores, cantaores y actores. El portero de este inmueble sigue siendo el mismo, despu¨¦s de 27 a?os. Dice con virulencia: "No quiero hablar sobre ella ni sobre lo que ocurri¨® en esta casa. Mis recuerdos son para m¨ª y para ella. Hay que respetar a los difuntos". Este caso de portero orador no es aislado. Muchos de sus amigos madrile?os han colgado el tel¨¦fono inmediatamente despu¨¦s de mencionar el nombre de Ava.Durante esos a?os de fiestas pase¨® Ava Gardner con mucha frecuencia por la ciudad, especialmente de noche. Estas correr¨ªas empezaron a saltar de boca en boca, y los j¨®venes de entonces empezaron a deambular deseando ser alguno de aquellos camareros o aspirantes a actor o a torero que, seg¨²n la leyenda, se turnaban cada noche en la alcoba de la bella y desenfrenada actriz.
Ava Gardner sol¨ªa acudir, adem¨¢s de a Oliver, a Riscal (hoy Archy) y a Chicote. Antonio Romero, de 64 a?os, es hoy el jefe de barra del reabierto Museo Chicote. Romero era por entonces botones. Recuerda bien a aquella mujer: "Yo me enamoraba siempre de todas las estrellas que ven¨ªan a tomar copas. Ella era muy amiga de Chicote y ten¨ªamos la orden de no dejarla pagar nunca. Siempre ven¨ªa con una mujer de compa?¨ªa. Parec¨ªa una persona muy discreta. Beb¨ªa tequila, jerez o bourbon. Le gustaba, como a todos los americanos, el Old Fashion y el manhattan, que son c¨®cteles hechos con bourbon. Beb¨ªa bastante, pero nunca perdi¨® la compostura", a?ade Romero. Luis Mate Sanz, que a sus 52 a?os sigue siendo camarero de Chicote, comenta risue?o: "Siempre se dijo que era una mujer muy asequible, pero no es cierto: era dif¨ªcil acercarse a ella. Me gustar¨ªa poder contar que habl¨® conmigo o que coquete¨® un poco, pero ser¨ªa falso. Ella ven¨ªa, como lo hac¨ªan muchas estrellas, y yo estaba aqu¨ª trabajando".
En Madrid, la actriz conoci¨® ap¨¢tridas compatriotas suyos como Hemingway, pap¨¢ para ella. El escritor la visit¨® por primera vez en una cl¨ªnica madrile?a donde ella descansaba de un c¨®lico nefr¨ªtico. Corr¨ªa el a?o 1954.
Ni casa, ni coche, ni nada
Jane Ellen Wayne cuenta en su libro Los hombres de Ava c¨®mo Hemingway le pregunt¨® en esa ocasi¨®n: "?Es verdad que est¨¢ planeando quedarse a vivir en Espa?a?". Gardner contest¨®: "S¨ª. No me gusta Nueva York ni Par¨ªs. ?Para qu¨¦ voy a volver all¨ª? No tengo coche, ni casa, ni nada. Sinatra no tiene nada". A?os despu¨¦s, en 1960, conoci¨® a Nicholas Ray, que dirigi¨® en Madrid 55 d¨ªas en Pek¨ªn, en los Estudios Bronston, con Ava en el reparto, y que abri¨® en la calle de Cartagena un bar llamado El Nickas. John Huston tambi¨¦n estaba aqu¨ª, y cuenta en sus memorias: "Durante tres o cuatro d¨ªas recorrimos la mayor¨ªa de los lugares nocturnos madrile?os. Ray estaba cada d¨ªa m¨¢s p¨¢lido y ojeroso. Ava resplandec¨ªa. ?sta era la vida que ella hac¨ªa habitualmente".Ava Gardner pis¨® todos los colmaos de flamenco de Madrid, sobre todo Zambra y Villa Rosa. En ellos hizo amistad con cantaores como el recientemente fallecido Rafael Romero, El Gallina. Unos meses antes de morir El Gallina, considerado como uno de los maestros del cante gitano, record¨® que en una ocasi¨®n subi¨® al coche de la actriz y que sinti¨® pavor por su forma loca de conducir.
En 1967, Ava se traslad¨® a Londres, donde fij¨® su residencia hasta el d¨ªa de su muerte, hoy hace un a?o. Pero quienes la recuerdan y siguieron sus pasos aqu¨ª afirman que Ava, a pie o en autom¨®vil, caminaba como si Madrid fuera suyo.
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