"Una jetita de cerdo afeitada"

No se tiene de Mozart ning¨²n retrato realizado por un pintor "que hubiese percibido y plasmado rastros ocultos de su genialidad", seg¨²n opina, en un trabajo biogr¨¢fico, Bernhard Paumgartner (Alianza Editorial). Quedan, eso s¨ª, m¨²ltiples testimonios literarios de la apariencia f¨ªsica del compositor. En 1790, un alumno le describi¨® como "un hombre menudo, de cabeza grande y manos carnosas"; un a?o antes, uno de los asistentes al estreno de El rapto del serrallo en Berl¨ªn le vio "menudo, r¨¢pido, ¨¢gil, con ojos de expresi¨®n est¨²pida". Un actor que coincidi¨® con Mozart en Mannheim le tom¨® por "un flaco oficial de sastre", y a una de las cantantes el rostro del compositor le pareci¨® "una jetita de cerdo afeitada".Mozart, al que "nada irritaba tanto como una observaci¨®n despectiva sobre su apariencia f¨ªsica", seg¨²n Paumgartner, se enorgullec¨ªa, en cambio, de sus manos, "peque?as, nada huesudas, perfectamente formadas". Amante de las bromas extravagantes, Mozart sent¨ªa pasi¨®n por el billar y los bolos, la equitaci¨®n, los paseos y la danza. Aunque, seg¨²n Paumgartner, siempre dese¨® encontrar a "un amigo aut¨¦ntico, de su misma altura", Mozart no fue un solitario. Al contrario. "El zumbido de voces alborozadamente excitadas, la risa franca, el retoz¨®n entrechocar de vasos, espantaban las preocupaciones cotidianas y fecundaban las fuerzas creadoras de su esp¨ªritu". Y si ten¨ªa dinero, dice el bi¨®grafo, "no era raro que se pasase de la raya" en su afici¨®n por la comida, el vino o el ponche.