El nuevo Partido Democr¨¢tico de la Izquierda
"Veniva dall'Oriente rosso una luce che illurrimava le coscienze". As¨ª describe Giorgio Am¨¦ndola en su Storia del Partito Comunista Italiano el nacimiento del PCI en Livorno (enero de 1921), al calor de las luchas obreras del llamado Bienio Rojo (pocos meses m¨¢s tarde la marcha sobre Roma llevar¨ªa al poder a Benito Mussolini y empezar¨ªa a caer sobre Italia la negra malla de la dictadura fascista).Setenta a?os despu¨¦s, cuando en el Oriente de Am¨¦ndola se han apagado las luces y del otro Oriente llega s¨®lo el resplandor de una guerra que lo reduce a noticia sin apenas relieve, se anuncia la celebraci¨®n del ¨²ltimo congreso del Partido Comunista Italiano (PCI). En este foro se firmar¨¢ su acta de extinci¨®n y a la vez la partida de nacimiento del Partito Democratico della Sinistra (PDS).
Ser¨¢ el vig¨¦simo congreso en una historia rica y apasionante, protagonizada por l¨ªderes del calado intelectual y pol¨ªtico de Antonio Grarnsci, Palmiro Togllatti y Enrico Berlinguer. Ser¨¢ tambi¨¦n, salvando todas las distanclas, otro 20? Congreso que recordar, como aquel decisivo del Partido Comunista de la Uni¨®nSovi¨¦tica en 1956, durante el cual Nikita Jruschov reconoci¨® el alcance de los cr¨ªmenes de Stalin. All¨ª se empez¨® a redactar el certificado de defunci¨®n de toda una concepci¨®n monol¨ªtica y reductiva del marxismo y se abri¨® una esperanza de regeneraci¨®n de la izquierda de matriz comunista que por caminos enrevesados y contradictorios desemboc¨® tard¨ªamente en la perestroika de Gorbachov y acaba ahora confluyendo en Rimini. Aqu¨ª se tejer¨¢ el pen¨²ltimo nudo del hilo rojo que el PCI, con la inestimable herencia de la filosof¨ªa de la praxis de Gramsci, enhebr¨® a la perfecci¨®n con los objetivos de fondo de aquel primer y frustrado intento de revisi¨®n del dogma.
Audacia estrat¨¦gica
Es preciso recordar que desde la lejana fecha de su creaci¨®n, el PCI no se ha limitado a reflejar la luz roja que estimul¨® su nacimiento, sino que se ha distinguido por su permanente audacia estrat¨¦gica y se ha mantenido a la vanguardia de la reflexi¨®n te¨®rica, muy por delante casi siempre de sus organizaciones hermanas en el ya extinto movimiento comunista internacional, del que empez¨® a distanciarse en la d¨¦cada de los setenta, cuando promovi¨®, junto a sus hom¨®logos espa?ol y franc¨¦s, la corriente eurocomunista. Esa distancia se hizo incolmable en 1981, tras el golpe de Estado militar de Jaruzelski, en Polonia, al declarar Berlinguer que el impulso expansivo de la Revoluci¨®n de Octubre se hab¨ªa extinguido.Occhetto, secretario general del PCI desde 1987, hizo honor a esa tradici¨®n cuando en el oto?o de 1989, de forma inesperada, anunci¨® su firme intenci¨®n de realizar un giro estrat¨¦gico de gran alcance.
El giro -la svolta- que Occhetto consideraba imprescindible tras el derrumbe de los reg¨ªmenes del colectivismo burocr¨¢tico y la consiguiente crisis del referente ideol¨®gico de los partidos de matriz comunista pivotaba en torno a los siguientes e inseparables ejes:
1. La necesidad de crear un partido de nuevo tipo capaz de hacer converger todo lo que de v¨¢lido hay en la tradici¨®n comunista con el impulso regenerador de los nuevos movimientos progresistas y de izquierda.
2. La integraci¨®n del nuevo partido en la Internacional Socialista, dada su condici¨®n de aglutinante mayoritario de la izquierda europea.
3. En el ¨¢mbito de la pol¨ªtica italiana, la urgencia de desbloquear la situaci¨®n de predominio de la Democracia Cristiana (DC) mediante la construcci¨®n de una alternativa de progreso que contase con la participaci¨®n del Partido Socialista Italiano (PSI), socio de la DC en el Gobierno desde mediados de los anos sesenta, y de los amplios sectores cat¨®licos de vanguardia descontentos con el conservadurismo del partido confesional.
La propuesta de Occhetto origin¨® inmediatamente la formaci¨®n de dos bloques (el frente del s¨ª, encabezado por el mismo Occhetto, y el frente del no, liderado por Prieto Ingrao y Armando Cossutta) escasamente homog¨¦neos en su interior, que se han venido combatiendo desde entonces, con apenas breves treguas seguidas de ¨¢speros rebrotes conflictivos. Ni siquiera el XIX Congreso del PCI, celebrado en marzo de 1990 en Bolonia, que se sald¨® con el triunfo de las tesis renovadoras con el voto favorable de m¨¢s del 65% de los delegados, logr¨® apaciguar los ¨¢nimos. Los pobres resultados alcanzados por el partido en las elecciones municipales y regionales de mayo (el PCI registr¨® una ca¨ªda de seis puntos, perdiendo dos millones de votos) no ayudaron precisamente a rebajar el tono del enfrentamiento. Enfrentamiento que se encon¨® a ra¨ªz de la presentaci¨®n por Occhetto, en noviembre de 1990, del s¨ªmbolo del partido por nacer: un frondoso ¨¢rbol que en su base contiene el tradicional escudo del PCI con la hoz y el martillo.
Esta situaci¨®n conflictiva tiene pocos precedentes en la propia historia del PCI. Esta es una organizaci¨®n en la que pr¨¢cticamente desde su creaci¨®n, junto a la existencia de diversas sensibilidades se hab¨ªa consolidado una tradici¨®n de consenso interno que hab¨ªa permitido que el grupo dirigente se mantuviese unido en los momentos m¨¢s dif¨ªciles. Occhetto infringi¨® esa ley no escrita al anunciar la svolta de improviso, marginando en la toma de tan transcendental decisi¨®n a dirigentes hist¨®ricos como Prieto Ingrao, que se encontraba de visita en Espa?a, y a otros destacados exponentes de la izquierda berlingueriana que le hab¨ªan apoyado en su elecci¨®n como secretario general pocos meses antes en el Congreso de Roma. Ello hizo a¨²n m¨¢s dif¨ªcil la aceptaci¨®n de una propuesta tan radical y pol¨¦mica como seria y meditada, y cre¨® las condiciones para la formaci¨®n de un bloque de rechazo en el que se alineaban quienes se hab¨ªan visto sorprendidos tanto por la forma como por la sustancia del giro propuesto.
Sin embargo, esa tradici¨®n de consenso interno ha permitido que a pesar de todo el PCI no se haya roto en pedazos, como sucedi¨® en la primera mitad de los a?os ochenta con el Partido Comunista de Espa?a (PCE).
Ahora ese enfrentamiento tendr¨¢ su escenario final en Rimini, donde, desde ayer hasta el 3 de febrero, representando a un mill¨®n de afiliados, se re¨²nen m¨¢s de 1.300 delegados elegidos en las asambleas que han tenido lugar en las casi 7.000 sezioni (agrupaciones) diseminadas por todo el territorio italiano y por los numerosos pa¨ªses de la emigraci¨®n. De acuerdo con los ¨²ltimos datos, el ¨¢rea nucleada en torno al secretario general Achille Occhetto obtendr¨¢ el apoyo del 70% de los delegados; la oposici¨®n que lideran Pietro Ingrao y Armando Cossutta, el 25%, y la minor¨ªa a cuya cabeza se halla Antonio Bassolino, el 5% restante.
Posible escisi¨®n
La interrogante que se abrir¨¢ una vez terminado el congreso y aprobada la creaci¨®n del PDS es si ¨¦ste lograr¨¢ cumplir las expectativas de sus promotores y ser¨¢ capaz de alcanzar los ambiciosos objetivos propuestos. Existe el peligro real de que el nuevo partido nazca tocado por la divisi¨®n que su largo proceso de gestaci¨®n ha causado en las Filas del PCI; se habla incluso de una posible escisi¨®n, aunque muy minoritaria. Pero es preciso apostar por la esperanza de que, enfrentados a la evidencia de una nueva realidad, los bloques ahora en pugna encuentren una raz¨®n de unidad program¨¢tica y de acci¨®n.El ¨¢rbol del nuevo Partido Democr¨¢tico de la Izquierda, afirmado en sus ra¨ªces y abierto a la incorporaci¨®n de nueva savia, podr¨ªa as¨ª tomar el relevo de un PCI cuyo pasado glorioso merece el mejor de los futuros. Ser¨ªa lo mejor que le pudiese suceder a la izquierda europea en esta dif¨ªcil fase de su historia.
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