MANUEL V?ZQUEZ MONTALB?N La n¨¢usea
Una aplastante mayor¨ªa de diputados de todos los parlamentos de los pa¨ªses democr¨¢ticos es partidaria de la guerra en el golfo P¨¦rsico. En los parlamentos, la mayor¨ªa belicista es tan evidente Como lo es la mayor¨ªa pacifista instalada en la sociedad clvl'.,. Dentro de esos parlamentos, las derechas han votado coherentemente, por cuanto ellas son las creadoras de los actuales aparatos econ¨®micos, pol¨ªticos y estrat¨¦gicos que rigen el mundo, y la guerra del Golfo tiende a perpetuar un sistema por ellas instaurado y celosamente defendido frente a toda clase de intentos de modificaci¨®n y transformaci¨®n. Dentro de esos parlamentos, la minor¨ªa de la izquierda tradicional, poscomunistas, ha formado un d¨¦bil bloque, cuando ha sido posible, con formaciones de la nueva izquierda embrionaria, para votar en contra de la guerra. Podr¨¢ arg¨¹irse que es un tic hist¨®rico que viene de lejos, de aquella cultura internacionalista antib¨¦lica que se corrompe con motivo de la guerra del 14 y que se pudre definitivamente a la intemperie de la guerra fr¨ªa. 0 tal vez, simplemente, la izquierda extrema s¨®lo quiere aguar la fiesta del consenso a las fuerzas del orden racionalista del neocapitalismo que han decidido intervenir en el Golfo. Incluso es posible presumir que esa extrema izquierda s¨®lo quiere sacar provecho electoral inmediato de su toma de posici¨®n antibelicista por el procedimiento de excitar las bajas pasiones pacifistas de las masas.Por tanto voy a dejar de lado la raz¨®n parab¨¦lica de las derechas, leg¨ªtima y connatural, y el sospechoso pacifismo de las izquierdas radicales, nuevas o viejas. Lo que me excita, casi me fascina, es el laberinto dial¨¦ctico por el que han deambulado las izquierdas mayoritarias para llegar a la conclusi¨®n de que su proyecto hist¨®rico pasa por la intervenci¨®n en el golfo P¨¦rsico, flanqueando ese decidido intervencionismo norteamericano. Buena parte de esas izquierdas mayoritarias parten de un saber cr¨ªtico sobre el orden internacional fraguado seg¨²n los intereses de las grandes potencias. Concretamente en la zona que nos ocupa, desde el final de la 1 Guerra Mundial, las grandes potencias han conseguido convertirla en una parte del mundo disgregada, y por tanto d¨¦bil, vigilada a partir de los a?os cincuenta desde dos garitas: el Estado de Israel y el Ir¨¢n del sha, hasta que la ca¨ªda del emperador exigi¨® la soluci¨®n de emergencia de potenciar a Sadam Husein para que taponase el avance shi¨ª e impidiera que el integrismo isl¨¢mico se convirtiera en una fuerza ideol¨®gica integradora de la "naci¨®n ¨¢rabe". Israel tiene el estatuto de un superagente del capitalismo internacional, con licencia para hacer y deshacer, al margen de las resoluciones in ternacionales, porque tanto Es tados Unidos como el Reino Unido saben que la crispaci¨®n belicista israel¨ª es la mejor ga rant¨ªa de que act¨²e como un tenso e implacable cancerbero. El otro centinela era ocasional. Sadam Husein se convirti¨® en uno de aquellos jefes de zona de la mafia que sobrestima su poder y se toma atribuciones que un d¨ªa u otro provocar¨¢n la reacci¨®n del padrino. A Sadam Husein se le fue dando cuerda para que se ahorcara, y hay evidencias de que el l¨ªder iraqu¨ª in cluso consult¨® la posibilidad de la anexi¨®n de Kuwait, angustia do por la deuda externa con tra¨ªda durante la guerra con Ir¨¢n y por la presi¨®n social y pol¨ªtica de un ej¨¦rcito elefanti¨¢sico. Se le dio m¨¢s cuerda, y cuando Sadam Husein invadi¨® Kuwalt, lo que se puso en marcha no fue un mecanismo de presi¨®n internacional disuasorio, sino una compleja comedia, plataforma para el exterminio del socio que se hab¨ªa vuelto peligroso. La ocasi¨®n era propicia para matar diferentes p¨¢jaros mediante la simple pulsi¨®n de un bot¨®n en una guerra concebida y presentada como un juego de m¨¢quinas tragaperras: aniquilar al socio ensoberbecido, asegurarse una hegemon¨ªa pol¨ªtica y estrat¨¦gica en la zona, fundamental para el suministro del petr¨®leo, y complementar la del Estado de Israel con un intervencionismo directo del Gran Gendarme, beneficiado por la impotencia disuasoria de la URSS. El otro d¨ªa, ante las c¨¢maras de nuestra miserablemente colonizada TVE, dos cerebros de post¨ªn, los se?ores Boyer y Hachuel, sostuvieron que no hay una relaci¨®n entre crisis del capitalismo y guerra del Golfo, porque la crisis fue m¨¢s fuerte en los a?os sesenta y entonces no se provoc¨® una guerra. En los a?os setenta, la URSS a¨²n era una potencia disuasoria, y hoy es un imperio a la deriva dispuesto a vender la hegemon¨ªa no por un plato de lentejas, pero s¨ª por un dejar hacer, dejar pasar sobre sus crisis internas. Ah¨ª est¨¢ para demostrarlo el interesado silencio internacional sobre la cuesti¨®n lituana.
Esa guerra electr¨®nica, contundente, incontestable, representa un serio aviso que el Norte dirige al Sur pocos meses des pu¨¦s de la definitiva desaparici¨®n del Este y del Oeste. El Norte no se ha equivocado (le destinatario. El Norte sabe que el Sur m¨¢s peligroso es precisamente ese mundo ¨¢rabe, con el Cor¨¢n en una mano y el grifo del petr¨®leo en la otra. El se?or Roca Junyent lo dijo clar¨ªsima mente en el Parlamento: es preferible que este enfrentamiento se produzca ahora y all¨ª, que m¨¢s tarde y m¨¢s cerca. El se?or Roca Junyent representa a tina derecha l¨²cida que sabe lo que se juega si el nuevo orden internacional pasa por una dr¨¢stica correcci¨®n de las condiciones de explotaci¨®n y dependencia que rigen las relaciones internacionales. Nada que reprocharle, pues, al se?or Roca Junyent, porque es coherente, como lo es el se?or Hachuel, que se juega un fortun¨®n en esta historia, o el se?or Boyer, definitivamente integrado entre los ya no tan j¨®venes gestores del neocapitalismo, con unas minutas que se acercan al precio de un misil convencional. Lo que me parece extra?o es que la izquierda mayoritaria de a pie haya podido alinearse hasta el punto de haber cre¨ªdo que la ONU desempe?a en esta guerra un papel de gobierno mundial racionalista, y EE UU el de su fiel Ministerio de Gobernaci¨®n. Que se haya cre¨ªdo que m¨¢s all¨¢ de EE UU, los emiratos ¨¢rabes en peligro y los Gobiernos ¨¢rabes recelosos del crecimiento de Sadam Husein, hay una aut¨¦ntica fuerza multinacional machacando con m¨¢s de 5.000
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La n¨¢usea
Viene de la p¨¢gina anteriorbombardeos al pueblo iraqu¨ª. Que puedan sospechar que todo el pacifismo desencadenado contra esta matanza de moscardones a ca?onazos es fruto o de la mala fe mesi¨¢nica del leninismo agazapado o del pacifismo concebido como enfermedad infantil de pueblos debilitados por el confort y el consumismo. Que se traguen d¨ªa a d¨ªa que una guerra a priori democr¨¢tica y televisada sea en realidad un asunto de comisar¨ªa sin ventanas, con las im¨¢genes televisivas monopolizadas por el Ministerio de Gobernaci¨®n universal y censuradas por diferentes mandos militares de esa ,fuerza in ternacional.
?Qu¨¦ le ha pasado al aparato digestivo y metab¨®lico de esa izquierda que asiste a esta guerra imperialista, burdamente maquillada, dispuesta a tragarse el sapo de un compromiso criminal con los m¨¢s directamente beneficiarlos de la tragedia? ?Era esto la modernizaci¨®n? Era esto subirse al tren de] concierto de las naciones? Era esto meterse en organizaciones parab¨¦licas para influir en su reorientaci¨®n hacia las causas de progreso?
Los medios de comunicaci¨®n, privados o p¨²blicos, est¨¢n demostrando su impotencia para convertirse en elementos reales de concienciaci¨®n cr¨ªtica ante una guerra denunciada taxativamente por una autoridad moral que en teor¨ªa deber¨ªa sermuy tenida en cuenta por los propietarios de la comunicaci¨®n privada. Me refiero al Papa. Su decantaci¨®n parabelicista es evidente diga lo que diga su Papa, y las trampas dial¨¦cticas identificando esta situaci¨®n con la de M¨²nich de 1938 y a Sadam Husein con Hitler ni siquiera son originales. Hasta en eso nos han colonizado, y los loros aut¨®ctonos que crean opini¨®n est¨¢n repitiendo una consigna internacional que trata de hacer aparecer al ariete intervencionista como un ej¨¦rcito democr¨¢tico emancipador que va a liberar al mundo de un peligroso genocida.
Mal ha empezado el nuevo alineamiento de la izquierda internacional, liberada de las presiones que la hab¨ªan malformado durante m¨¢s de 40 a?os de guerra fr¨ªa. Que la izquierda se haya dividido entre el belicismo pragm¨¢tico y el pacifismo angustiado implica una seria quiebra cultural entre los dispuestos a prescindir del an¨¢lisis cr¨ªtico porque se han apoderado de ¨¦l los comunistas o los pacifistas, o lo que es m¨¢s nauseabundo, porque lo dice el jefe, y, el jefe del jefe, y el Jefe del jefe del jefe. Tomar partido por la guerra en contra de los pacifistas o a favor de unos cada vez m¨¢s sospechosos compromisos internac¨ªonales que tienen en la cara llena de tics del se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez su tenebrisa expresi¨®n significa el pricipio del fin de una identidad socialista y democr¨¢tica, y la p¨¦rdida de una credibilidad emancipadora que es indispensable en un momento de clarificaci¨®n del nuevo orden internacional. No. No se han ganado la confianza del gendarme para luego exigirle que les ayude a cambiar el mundo. Se han ganado la desconfianza de los que est¨¢n dispuestos a hacer algo para que cambie.
Y cuando el otro d¨ªa los ve¨ªamos vociferantes y prepotentes, tras la verga disuasoria y electr¨®nica del gran padrino, una antigua n¨¢usea me vino desde el fondo de un pozo de mal vino que cre¨ªa seco. ?Estaban tan matones y contentos! ?Por fin en el mismo escenario que los due?os de la historia' ?Bush! ?Menem! ?Major! ?Jeques! ?La KIO! Por Fin han ingresado en la jet-set del misil.
Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n es escritor y periodista.
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