WILLIAM PFAFF Un nuevo orden mundial ilusorio
Nos han prometido un nuevo orden mundial para despu¨¦s de la guerra del golfo P¨¦rsico. Sin embargo, el hombre prudente apostar¨ªa por un nuevo desorden.El presidente George Bush y sus asesores no han descrito todav¨ªa el nuevo orden del que habla el presidente. El se?or Bush ha dicho ¨²nicamente que prev¨¦ un comportamiento internacional basado en las normas del derecho y en una mayor participaci¨®n en el mantenimiento de la paz por parte de la ONU. Parece razonable decir que Washington no ha hecho m¨¢s que empezar a pensar en este asunto y que no se dedicar¨¢ a ello en serio hasta que la guerra del Golfo haya finalizado.
La pol¨ªtica de Washington se rige de forma caracter¨ªstica por las frases del redactor de discursos. Proponer un nuevo orden mundial parec¨ªa una buena idea el pasado mes de agosto, pero su significado sigue sin explicarse.
La promesa result¨® f¨¢cil de hacer porque los ¨®rdenes nuevos son terreno abonado para los norteamericanos, cuya experiencia nacional empez¨® con la ambici¨®n de la Ilustraci¨®n de establecer un novus ordo saeculorum. La propuesta del se?or Bush est¨¢ en la l¨ªnea directa del internacionalismo reformista americano, que empez¨® en 1917 con la invenci¨®n por parte de Woodrow Wilson del principio de la autodeterminaci¨®n nacional universal y, despu¨¦s, de la Sociedad de Naciones. Posteriormente vino la Carta del Atl¨¢ntico de Franklin Roosevelt, en 1941, prometiendo cuatro libertades a la poblaci¨®n mundial, y tras ello, Naciones Unidas, una idea americana.
No obstante, ¨¦sta es una tradici¨®n pol¨ªtica que se apoya en una falacia: la transposici¨®n de la experiencia nacional a la internacional carece de sentido cr¨ªtico. Asume el que una asociaci¨®n o coalici¨®n de las naciones del mundo puede representar la voluntad de la poblaci¨®n mundial; de aqu¨ª que una asamblea de Gobiernos facilite un tipo de democracia universal y pueda reivindicar la legitimidad de la opini¨®n de todos los pa¨ªses.
En el extranjero hay una idea diferente sobre el nuevo orden mundial. Se piensa que consistir¨¢ en que Estados Unidos, la ¨²nica superpotencia, act¨²e como polic¨ªa del mundo para defender los intereses de la democracia. Un comentarista franc¨¦s prev¨¦ que este nuevo orden "prohibir¨¢, en nombre de los derechos de la humanidad, la represi¨®n en los Estados del B¨¢ltico, as¨ª como la anexi¨®n siria de L¨ªbano". Esto resulta en verdad poco realista por cuatro razones.
Lo m¨¢s probable es que cuando finalice lo que seguramente demuestre ser una "guerra de castigo" en el Golfo, la opini¨®n p¨²blica americana no tenga ninguna gana de lanzarse a otra guerra en cualquier parte delmundo, "acciones pol¨ªticas" o no, que no sirvan directamente a los intereses nacionales primordiales americanos. Incluso el apoyo en la guerra del Golfo es fr¨¢gil ahora; el problema divide a la naci¨®n; un n¨²mero de bajas demasiado elevado provocar¨¢ con toda certeza una crisis en la opini¨®n nacional. La experiencia de esta guerra es muy posible que fomente m¨¢s el aislamiento que el internacionalismo.
En segundo lugar, las potencias europeas y Jap¨®n, que con notables excepciones no han aportado una gran contribuci¨®n militar al esfuerzo del Golfo, no parecen candidatos a unirse en el futuro a las "acciones pol¨ªticas" lideradas por los norteamericanos. Es posible que pongan objeciones a un acuerdo mundial para el mantenimiento del orden en el que los problemas y las acciones sean determinados unilateralmente por Washington, que es lo que ha sucedido esencialmente en el caso del Golfo.
Un tercer problema es el endeudamiento y el descenso relativo de la competitividad industrial de Estados Unidos, lo cual disminuye su capacidad de liderazgo. Actualmente, el relevante papel de Estados Unidos se apoya principalmente en el poder militar. Mientras tanto, Europa y Jap¨®n poseen recursos econ¨®micos e industriales de un valor competitivo muy superior en un mundo liberado de la confrontaci¨®n militar Este-Oeste.
Finalmente est¨¢ el problema de Naciones Unidas. La gran mayor¨ªa de los miembros de la ONU son Gobiernos, clases u oligarqu¨ªas vinculadas a intereses, dictaduras o despotismos poco representativos. En el Consejo de Seguridad de la ONU, dos de los cinco miembros permanentes son dictaduras de partido ¨²nico, con antecedentes abominables de abuso a los derechos humanos. No parece realmente el organismo adecuado para establecer una democracia mundial y el respeto a los citados derechos humanos.
?sta es una de las razones de que EE UU y otras democracias hayan ignorado las resoluciones de la ONU en el pasado o las hayan vetado. EE UU colaborar¨¢ con la ONU en el futuro cuando las decisiones de la ONU coincidan con la pol¨ªtica de Estados Unidos, o la mejoren. Es posible que el derecho internacional se respete m¨¢s que en el pasado reciente, pero Washington no renunciar¨¢ a su derecho a determinar su pol¨ªtica unilateralmente. Esto no debe sorprendernos. Sin embargo, no es lo que la gente espera de un nuevo orden mundial.
Puede dudarse de que vaya a existir tal orden. El mundo del futuro podr¨¢ ser menos ordenado que cuando se vio congelado por la guerra fr¨ªa. En vez de proporcionar un paradigma para un nuevo orden internacional, la guerra del Golfo puede provocar un desorden mayor.
Nos olvidamos con demasiada facilidad del hecho de que el conflicto no es producto de la ambici¨®n individual o de la pol¨ªtica de una ¨²nica naci¨®n, Irak, sino que tiene or¨ªgenes culturales e hist¨®ricos en el dominio de la sociedad isl¨¢mica por parte de Europa desde la ¨¦poca de la conquista de Indonesia por los holandeses en el siglo XVII y la conquista de la India por el Reino Unido en el siglo XVIII. La rabia que est¨¢ explotando Sadam Husein -y el ayatol¨¢ Jomeini o sus seguidores, y el coronel Gaddafi- tiene sus or¨ªgenes en m¨¢s de tres siglos de dominaci¨®n extranjera.
Desde 1950, tres Estados isl¨¢micos han reaccionado frente a esto con ¨¦xito: Argelia contra Francia; Egipto, con Nasser, en Suez, y con Sadat, en el ataque de 1973, sobre Israel, e Ir¨¢n con Jomeini. La guerra del Golfo es el cuarto esfuerzo. S¨®lo un loco podr¨ªa pensar que ser¨¢ el ¨²ltimo.
Resulta muy dificil, creer que puede haber una resoluci¨®n ordenada de las tensiones que existen actualmente, no s¨®lo entre los pa¨ªses isl¨¢micos y Occidente, sino tambi¨¦n entre todas las sociedades empobrecidas y d¨¦biles y las naciones privilegiadas. La distancia entre ellas es cada vez mayor.
?Qui¨¦n puede creer que a quienes experimentan una anarqu¨ªa y un empobrecimiento creciente y un renovado irredentismo nacional y comunal en los Balcanes, en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en Asia del Sur puede conced¨¦rsele paz y orden mediante una coalici¨®n liderada por EE UU, incluso aunque fuese una coalici¨®n que actuase en nombre de la ONU? La idea de un nuevo orden mundial no es innoble. Sin embargo, un idealismo que se apoya en ilusiones es de por s¨ª una ilusi¨®n.
es experto norteamericano en pol¨ªtica internacional.
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