Un d¨ªa en el Pent¨¢gono
23.000 bur¨®cratas trabajan sin cesar en Washington para ganar la guerra
El coraz¨®n de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el Pent¨¢gono, late estos d¨ªas apresuradamente. Desde el pasado d¨ªa 16 de enero, fecha en que las tropas multinacionales iniciaron su primer ataque contra Irak, comandantes, cabos, capitanes de fragata, generales de una, dos y tres estrellas, periodistas, civiles, se mueven sin mediar palabra por los 27 kil¨®metros de pasillos de este edificio, construido en 1943. Aqu¨ª, a orillas del r¨ªo Potomac, en Washington, a tan s¨®lo 10 minutos de la Casa Blanca y lejos del golfo P¨¦rsico, se planifica y ejecuta la Operaci¨®n Tormenta del Desierto. Aqu¨ª est¨¢ el ojo del hurac¨¢n.
La mayor parte de los empleados del Pent¨¢gono, el cuartel general del Departamento de Defensa, llega al edificio en metro, aunque cada d¨ªa las barreras de los aparcamientos contabilizan la entrada de 9.800 veh¨ªculos. Pentagon, la parada de la l¨ªnea azul y amarilla del metro de Washington, est¨¢ repleta de militares que han terminado el turno de noche. Sus rostros contrastan con los de quienes se hallan en el interior de los vagones, mucho m¨¢s frescos y reci¨¦n afeitados.En la entrada del edificio, en el primer control de seguridad, est¨¢ Roberto Rivera. "Llevo dos a?os trabajando en la polic¨ªa del Departamento de Defensa y me gusta mi trabajo", comenta mientras una fila interminable de personas se dispone a penetrar en este edificio con 350.000 metros cuadrados de oficinas intercomunicadas por 150 escaleras y 27 kil¨®metros de pasillos y rampas que permiten cruzar este enorme pent¨¢gono regular en s¨®lo siete minutos,
El Pent¨¢gono es un edificio de leyenda. Aqu¨ª se dise?aron los planes militares de la Segunda Guerra Mundial, de la guerra de Corea; aqu¨ª se gest¨® el fracaso de la contienda de Vietnam, la invasi¨®n de Granada, Panam¨¢ v las operaciones Escudo y Tormenta del Desierto.
El Pent¨¢gono alberga las oficinas de Richard Cheney, secretario de Defensa, y de Colin Powell, jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor, los m¨¢ximos responsables pol¨ªtico y militar de las Fuerzas Armadas norteamericanas despu¨¦s de su comandante en jefe, el presidente Bush.
"Estos son unos d¨ªas de incre¨ªble actividad", comenta en el pasillo de los corresponsales Frank Falakto, director de informaci¨®n del Departamento de Defensa, mientras un equipo de la ABC traslada sus c¨¢maras hacia la sala de conferencias de prensa, donde tres horas despu¨¦s se dar¨¢ el parte de guerra y se detallar¨¢n las operaciones militares de las ¨²ltimas 24 horas.
Falakto no es el ¨²nico que estos d¨ªas tiene trabajo. En los restaurantes de la primera planta se sirven a diario 30.000 tazas de caf¨¦, 6.000 vasos de leche y 5.000 refrescos. En el Pent¨¢gono hay dos restaurantes, seis cafeter¨ªas y nueve bares, pero tambi¨¦n hay barber¨ªas, tiendas de juguetes, de recuerdos, relojer¨ªas, zapater¨ªas, bancos...
Los datos estad¨ªsticos del Pent¨¢gono configuran una lista interminable, pero lo cierto es que cada d¨ªa se realizan aqu¨ª 200.000 llamadas telef¨®nicas oficiales a trav¨¦s de sus 170.000 kil¨®metros de cables y el servicio postal factura a diario 130.000 cartas.
La obsesi¨®n de los militares que se mueven por este enorme hormiguero es el tiempo. "Hay que ganar la guerra lo antes posible", comenta un sargento de las Fuerzas A¨¦reas mientras se come unos aros de cebolla con salsa t¨¢rtara.
El tiempo est¨¢ en la mente de todos y es dif¨ªcil que alguien se olvide de ¨¦l. Unos 4.200 relojes digitales distribuidos por todo el edificio marcan la hora segundo a segundo junto a letreros electr¨®nicos en los que se puede leer: "Ayuda a combatir el terrorismo".
En el interior de muchas oficinas se puede ver con claridad la marca de la guerra. Las paredes est¨¢n plagadas de mapas del golfo P¨¦rsico. En muchas oficinas hay televisores conectados permanentemente a la Cable News Network (CNN), donde se pueden conocer las ¨²ltimas noticias que llegan desde Dahran, Tel Aviv o desde el mismo edificio. Wolf Blitzer, de la CNN, bromea a este diario sobre su horario. "Cada d¨ªa trabajo 12, 13, 16, 18 horas; nadie lo sabe", comenta. Blitzer, una de las caras televisivas de esta crisis, explica que toda la informaci¨®n que transmite es fruto "de horas de pasillos y decenas de llamadas telef¨®nicas; los partes oficiales no nos aportan nada".
'Pasillo de corresponsales'
La actividad en el pasillo de los corresponsales, donde se hallan los periodistas, es incre¨ªble. Esta zona del Pent¨¢gono fue creada en 1972 por el secretario de Defensa del presidente Richard Nixon, Melvin Laird, "en honor de una prensa americana fuerte y libre". El pasillo est¨¢ repleto de recuerdos period¨ªsticos y fotograf¨ªas de Ernie Pyle, el m¨¢s famoso de los corresponsales de guerra, muerto en acci¨®n en la guerra del Pac¨ªfico. En las paredes hay primeras p¨¢ginas del Times de Nueva York, del Post de Washington, del Tribune de Chicago y del Chronicle de San Francisco.
El papel de la prensa provoca alguna que otra chispa, a pesar de que el coronel Miguel Monteverde, director de la oficina de informaci¨®n de Defensa, explique que "las relaciones son muy buenas".
Los reporteros quieren saber qu¨¦ pasa y no tienen demasiados sitios donde contrastar. El parte oficial, las declaraciones del teniente general de Ej¨¦rcito Thomas Kelly, director de operaciones del Pent¨¢gono, y Pete Williams, portavoz del Departamento de Defensa, son las dos ¨²nicas fuentes oficiales. "Es una guerra dentro de una guerra", explica Jackie Frank, una experta en temas militares de Reuter que plantea la relaci¨®n prensa-Pent¨¢gono de la forma m¨¢s sencilla posible: "Nosotros queremos saber todo y ellos no quieren que nos enteremos de nada".
El secretismo es una de las normas del edificio. Nadie puede explicar a nadie en qu¨¦ consiste su trabajo. Todo est¨¢ clasificado con unas letras rojas en las que se puede leer "Secret, for your eyes only" ("Secreto, s¨®lo para sus ojos ").
El visitante, sin embargo, se sorprende porque una vez que se ha penetrado en el edificio puede deambular de aqu¨ª para all¨¢ sin que nadie le pregunte d¨®nde va.
Las horas van pasando y la luz del d¨ªa va desapareciendo. La estructura de este pent¨¢gono es de cinco plantas y cinco anillos interiores separados por patios interiores y zonas ajardinadas. Los ¨²ltimos rayos de sol penetran por las 7.748 ventanas del edificio que, unidas, configurar¨ªan una superficie de 29.000 metros cuadrados de cristaler¨ªa.
Cuando cae la noche, la mayor parte de los empleados del edificio regresan a sus casas, pero al frente de todos y cada uno de los departamentos quedar¨¢n las guardias, que seguir¨¢n consumiendo caf¨¦ y recibiendo informaciones procedentes del Golfo. Desde las ventanas del lado norte se ve el Capitolio y el monolito a George Washington. Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa y los periodistas volver¨¢n a la carga con la pregunta clave de estos d¨ªas: "?Cuando empezar¨¢ la ofensiva terrestre?".
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