Fiscalidad, ahorro, ideolog¨ªa
Preferir, por su efecto sobre el bienestar general, la inversi¨®n privada, realizada con arreglo a las reglas del mercado, a la inversi¨®n p¨²blica, abordada con criterios pol¨ªticos, no es, a juicio del autor, sino una posici¨®n ideol¨®gica que se puede compartir pero que es in¨²til rebatir en su generalidad.
Hay que agradecer a Rafael Teries (v¨¦ase EL PA?S del 28 de enero, Las familias y el d¨¦ficit p¨²lico) que reconozca el car¨¢cter ideol¨®gico de sus preferencias por el ahorro y la inversi¨®n privada frente a la p¨²blica. En efecto, "preferir, por sus efectos sobre el bienestar general, la inversi¨®n privada, realizada de acuerdo con las reglas del mercado, a la inversi¨®n publica, abordada con criterios pol¨ªticos" no es sino una posici¨®n ileol¨®gica que se puede no compartir pero que es in¨²til intentar rebatir en toda su p¨¦trea generalidad.Explicitar preferencias de este tipo no puede hacerse sino en funci¨®n de juicios de valor, que precisen los fines que se asignan al sistema econ6inico y lo que se entiende por bienestar general. Es evidente que tales valoraciones no son las mismas para los liberales ut¨®picos que para los socialistas democr¨¢ticos, tan conscientes del potencial creativo de a libre iniciativa como de la necesidad de corregir desde la acci¨®n pol¨ªtica las deficiencias de in regulador imperfecto como es el mercado.
Pero, ideolog¨ªa aparte, el se?or Termes reconoc¨ªa que se ha producido un considerable aumento del ahorro p¨²blico, pero lamentando que ello se haya conseguido a costa de un menor ahorro del sector privado. Quisiera exponer algunas consideraciones, en parle concordantes y en parte discrepantes, con sus tesis y argumentos.
Es de agradaecer que el se?or Termes lamente como yo la equ¨ªvoca terminolog¨ªa utilizada por algunos al analizar la evoluci¨®n del ahorro familiar en Espa?a. Cuando se confunden conceptos tan elementales como ahorro y capacidad de financiaci¨®n es dif¨ªcil desarrollar un debate serio. Es de lamentar que tras la publicaci¨®n de las cuentas financieras de la econom¨ªa espa?ola por el Banco de Espa?a, no s¨®lo los "no muy expertos", sino algunos que pasan por ser grandes expertos, hayan estado alarmando a la opini¨®n p¨²blica proclamado que en 1989 el ahorro de las familias se hab¨ªa reducido a la mitad. En realidad lo -que- se ha reducido a la mitad, seg¨²n la citada fuente, es la capacidad de financiaci¨®n que las familias pueden poner a disposici¨®n del resto de los sectores, como consecuencia de un aumento de su inversi¨®n real, pero no de una disminuci¨®n de su ahorro, que creci¨® en valor absoluto un 2,6% respecto al a?o anterior.
Tambi¨¦n estamos de acuerdo en que los "h¨¢bitos" de ahorro de cada sector de la econom¨ªa deben medirse tomndo como base al porcentaje no consumido de su renta disponible. Medida as¨ª, la tasa de ahorro bruto de las familias espa?olas ha pasado del 11,4% en 1981 al 10,41/o en 1989, con una tasa media en este periodo del 11%, que no es muy diferente de la tasa media del periodo 1979-1983, que fue del 11,7%.
El descenso del ahorro familiar en la d¨¦cada de los a?os ochenta es una constante general del mundo industrializado, independientemente de la pol¨ªtica fiscal de los distintos pa¨ªses (v¨¦ase el cuadro). Espa?a es uno de los pa¨ªses donde menos acusado ha sido este descenso, que obedece a un complejo conjunto de factores institucionales, sociol¨®gicos, demogr¨¢ficos y de expectativas de renta, adem¨¢s de los fiscales.Ahorro familiarEn pa¨ªses donde la presi¨®n fiscal sobre la renta familiar ha disminuido o ha permanecido constante, la tasa de ahorro familiar ha ca¨ªdo m¨¢s que en Espa?a. Por eso es escasamente riguroso establecer una relaci¨®n de causalidad a partir de la correlaci¨®n entre el incremento de una magnitud y el descenso de otra.
Es asimismo positivo que se reconozca que el ahorro de la econom¨ªa espa?ola est¨¢ aumentando desde 1983.
En realidad, la evoluci¨®n del ahorro en Espa?a ha seguido un perfil muy similar al de la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales. una etapa de crecimiento hasta 1973, un fuerte descenso en la d¨¦cada siguiente y una fase de recuperaci¨®n desde 1983, que ha hecho aumentar el porcentaje que se supone el ahorro nacional desde el 18,8% hasta el 22,7% de la renta nacional bruta disponible en 1989, situ¨¢ndose, as¨ª, dos puntos por encima de la media europea.
Sin embargo, al analizar la evoluci¨®n de los diferentes componentes del ahorro nacional, el se?or Termes lamenta que la mayor participaci¨®n que en estos ¨²ltimos a?os ha alcanzado el ahorro de las Administraciones p¨²blicas se haya conseguido a costa de una reducci¨®n del ahorro familiar. Y dicha reducci¨®n se atribuye a la ca¨ªda de la participaci¨®n de la renta disponible de las familias en la renta nacional, que a su vez se atribuye al incremento de la presi¨®n fiscal.
Es cierto que la presi¨®n fiscal en Espa?a ha aumentado considerablemente desde 1983. Concretamente en 5,1 puntos del producto interior bruto entre 1983 y 1989. Tan cierto como que en 1989 sigue siendo la m¨¢s baja de los pa¨ªses de la Comunidad Europea. Pero la relaci¨®n entre la variaci¨®n de la presi¨®n fiscal y la renta disponible del sector privado en general, o de las familias en particular, no puede ser despachada con la afirmaci¨®n de que "a las familias les queda menor renta porque han pagado m¨¢s impuestos", como si de una tautolog¨ªa se tratase.
El sector privado puede pagar globalmente m¨¢s impuestos sin que disminuya necesariamente su renta, porque con los impuestos se financian transferencias sociales (pensiones, prestaciones por desempleo, etc¨¦tera) y subvenciones a empresas o familias, que aumentan la renta disponible de quienes las perciben exactamente igual que los impuestos la disminuyen. Es evidente que lo que es cierto en t¨¦rminos globales no lo es para cada familia o empresa en particular, porque a trav¨¦s de estos flujos de impuestos y de transferencias tiene lugar un proceso de redistribuci¨®n de la renta. Pero salvo que se quiera reducir el concepto de sector privado no ya a las familias, sino s¨®lo a una parte de las familias, tendremos que analizar la variaci¨®n de la presi¨®n fiscal neta, es decir, los impuestos que van desde el sector privado a las Administraciones p¨²blicas, menos las transferencias que recibe el sector privado desde el p¨²blico. Y entonces resulta que la reducci¨®n de renta disponible del sector privado, que es equivalente al aumento de la presi¨®n fiscal neta del sector p¨²blico, es de 3,2 puntos. del producto interior bruto entre 1983 y 1989.Pero adem¨¢s de las Administraciones p¨²blicas y de las familias existe el sector empresarial, cuyo comportamiento puede afectar a la renta disponible de las familias tanto como los impuestos, a trav¨¦s de las pol¨ªticas de auto financiaci¨®n y distribuci¨®n de dividendos que canalizan m¨¢s o menos renta al sector familiar. Y en realidad as¨ª ha sido, porque si entre 15183 y 1989 las familias han perdido 6,4 puntos de participaci¨®n en la renta nacional, la participaci¨®n de las empresas ha aumentado en 3,2 puntos. Luego no son s¨®lo los impuestos los responsables de la reducci¨®n de la renta de las familias en el producto interior bruto ni esta reducci¨®n es tan "desmesurada" (ocho puntos del producto interior bruto).Ahorro p¨²blicoPero con independencia de las variaciones que se han producido en la participaci¨®n de cada uno de los sectores en la renta nacional, el componente que m¨¢s ha contribuido a la ca¨ªda de la tasa de ahorro nacional y a su recuperaci¨®n posterior es el ahorro del sector p¨²blico, que oscil¨® en tomo al 30% hasta 1973, cay¨® hasta el 11% en 1985 y se recuper¨® hasta casi el 16% en 1989. En cambio, la tasa de ahorro privado se ha mantenido estable en los ¨²ltimos 25 a?os, en tomo a un 25%, sin registrar ning¨²n cambio apreciable de tendencia. No es posible, por tanto, argumentar que el aumento del ahorro p¨²blico se haya logrado en detrimento de lo ahorrado por el sector privado de la econom¨ªa, independientemente de los juicios de valor de cada cual acerca de la idoneidad de este trasvase.
La realidad es ¨¦sta: en 1984 las Administraciones "desahorraban" un 5,5% de su renta disponible, mientras que en 1989 ahorraban un 15,9% de esa renta. Frente a este aumento de 21,4 puntos, el ahorro del sector privado en 1984 fue del 24,3% de su renta disponible, y en 1989, un 24, 1 %. Es decir, pr¨¢cticamente el mismo, y las cosas cambian poco si, como en ocasiones se hace, el ahorro de cada sector se mide con respecto a la renta disponible de toda la econom¨ªa.
Las razones de la discrepancia provienen de reducir el ahorro privado a aquella parte del mismo que se genera en el seno de las familias. Esta visi¨®n es parcial e incompleta. porque el sector privado est¨¢ formado por familias y empresas. Si nuestra preocupaci¨®n es el efecto de la pol¨ªtica fiscal sobre el ahorro del pa¨ªs, entonces hay que considerar la tasa de ahorro del pa¨ªs. Si la preocupaci¨®n es, por las razones que sean, el ahorro del sector privado, entonces nuestra atenci¨®n, y la del se?or Termes, deber¨ªa dirigirse al ahorro de todo el sector privado y no de uno solo de sus componentes. Y si la preocupaci¨®n es c¨®mo afecta la fisca lidad a la renta disponible de las familias, entonces hay que computar tanto los impuestos que se pagan (menos renta familiar) como las transferencias que se reciben (m¨¢s renta familiar). Tambi¨¦n se pueden tener otras preocupaciones leg¨ªtimamente defendibles, pero entonces hay que explicarlas coherentemente.
En el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda hemos intentado analizar este problema sin apriorismos y recurriendo a las aportaciones de numerosos expertos internacionales. La fiscalidad debe afectar, como otros muchos factores, al ahorro, pero hay que reconocer que no sabemos demasiado bien ni c¨®mo ni cu¨¢nto, a pesar de los enormes esfuerzos de investigaci¨®n que se han dedicado a este tema. Me alegro de que el se?or Termes conceda que as¨ª es, como lo hace J. Skinner en el ¨²ltimo n¨²mero del National Tax Journal, por citar uno de los estudios m¨¢s recientes y prestigiosos a nivel internacional.
Y, finalmente, lo anterior no quiere decir que hayamos renunciado, dentro del escepticismo que compartimos con los t¨¦cnicos del Fondo Monetario Internacional y la OCDE, a fomentar fiscalmente el ahorro familiar en la medida en la que ¨¦ste puede representar un esfuerzo a apoyar.
es secretario de Estado de Hacienda.
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