Calvo Sotelo no quiso seguir
Su¨¢rez se neg¨® a volver despu¨¦s del golpe, tras haber dimitido a causa de un fuerte deterioro pol¨ªtico
Leopoldo Calvo Sotelo sugiri¨® a Adolfo Su¨¢rez que deb¨ªa mantenerse en la presidencia del Gobierno a ra¨ªz del golpe de Estado del 23 de febrero. Calvo Sotelo, que no hab¨ªa tenido acceso a la informaci¨®n militar en el Gabinete anterior, desconoc¨ªa la profundidad de la trama golpista y entend¨ªa que hab¨ªan cambiado las condiciones pactadas con Su¨¢rez para sucederle como jefe del Ejecutivo. Sin embargo, el presidente saliente, que el 29 de enero hab¨ªa dimitido a causa de la gravedad del deterioro pol¨ªtico sufrido, unido al temor de que cuajaran las conspiraciones pol¨ªticas iniciadas contra ¨¦l -alguna de las cuales contaba con la posibilidad de ofrecer la presidencia a un general-, no vio condiciones para hacerse cargo del poder tras un golpe.
Se?or Su¨¢rez, soy El Judas; vengo de parte del Cebolla.
-?Qu¨¦?
Amodorrado tras ocho horas de arresto en el cuarto de ujieres del Congreso, el presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, mir¨® sin comprender al oficial de la Armada que le hablaba de esa forma. Por primera vez ve¨ªa un uniforme de la Marina tras el asalto al Congreso de los guardias civiles mandados por el teniente coronel Antonio Tejero. El oficial de la Armada, que hab¨ªa discutido con los guardianes de Su¨¢rez para que le dejaran entrar, insisti¨®:
-Se?or Su¨¢rez,. que es de parte del Cebolla.
_Oiga -se impacient¨® el presidente-, d¨ªgamelo m¨¢s claro, que no tengo la clave.
-Me env¨ªa su ayudante. Que le diga que est¨¦ usted tranquilo, que est¨¢ todo en v¨ªas de arreglo.
Transmitido su mensaje, el capit¨¢n de Intendencia Jes¨²s N¨²?ez Sim¨®n, m¨¢s conocido en la Marina por el sobrenombre de El Judas, abandon¨® el cuarto donde Su¨¢rez permanec¨ªa encerrado.
Jes¨²s N¨²?ez hab¨ªa llegado un rato antes, acompa?ando al capit¨¢n de nav¨ªo Camilo Meri¨¦ndez, que ten¨ªa muchas ganas de unirse a Tejero, y cuando se cans¨® decidi¨® marcharse. Al salir, su inconfundible gorra azul de marino fue descubierta por el capit¨¢n de fragata Crist¨®bal L¨®pez Cortijo, el m¨¢s antiguo en el equipo de ayudantes de campo de Adolfo Su¨¢rez, que buscaba la manera de transi-nitir a Su¨¢rez, de parte de la Junta de Jefes de Estado Mayor, la seguridad de que el golpe no iba a triunfar. L¨®pez Crist¨®bal pregunt¨® a su compa?ero si pod¨ªa hacerle ese favor y ¨¦ste lo hizo, no sin discutir con los guardianes del presidente del Gobierno.
Por lo menos dos cualificados compa?eros de Gobierno de Adolfo Su¨¢rez creen que este ¨²ltimo medit¨® en la posibilidad de retirar su dimisi¨®n desde el momento en que supo que el golpe estaba en v¨ªas de fracaso. Alguno cree, incluso, que empez¨® a maquinar en el contragolpe.
A unos metros de distancia, pero en el interior del hemiciclo, la persona prevista para sucederle, Leopoldo Calvo Sotelo, se encontraba sumido igualmente en la meditaci¨®n. Durante toda la noche hab¨ªa tenido delante de s¨ª las armas de los miembros de la Guardia Civil que hab¨ªan interrumpido su investidura como presidente del Gobierno. Hab¨ªa pedido hablar con el jefe de los guardias civiles, y se lo hab¨ªan denegado; envi¨® recado a Tejero de que ofrec¨ªa su persona y la de los ministros a cambio de la liberaci¨®n de los parlamentanos, y tampoco le hicieron el menor caso.
Toda su capacidad intelectual de hombre de orden, miembro de una familia bien conocida en Espa?a, se vio desafiada por la impresionante actitud de desprecio con que Antonio Tejero se fum¨® un cigarro, sentado junto a la pira que hab¨ªan armado varios de sus 'guardias con la paja de unas sillas isabelinas, sin dirigirles la palabra a sus secuestrados.
Minutos despu¨¦s, Calvo Sotelo coment¨® a los compa?eros m¨¢s pr¨®ximos del banco azul:
-Yo renuncio a la presidencia.
Cerca de ¨¦l se encontraban el ministro de Exteriores, Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca; el de Justicia, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, y el de Hacienda, Jaime Garc¨ªa A?overos. Tambi¨¦n algunos diputados, que ten¨ªan mayor dificultad para escucharle.
-Yo, esto de los militares, no lo entiendo -a?adi¨® Calvo Sotelo- Es mejor que se haga cargo Adolfo.
Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez tambi¨¦n atravesaba una fase pesimista: "Si salimos de ¨¦sta, me voy al extranjero". P¨¦rez Llorca no descartaba una soluci¨®n violenta: y quiso tener la seguridad de que, si a ¨¦l le pasaba algo, su amigo Jairie Garc¨ªa A?overos estaba dispuesto a hacerse cargo de su familia.
Mientras tanto, los diputados de la parte alta del hemiciclo, azuzados por Fernando Abril, trataban de comerles la moral a los guardias que ten¨ªa.n m¨¢s cerca: "?Uf!, ya puedes despedirte de tu novia, porque no vas a verla en 30 a?os". Y Blas Camacho: "Por esto le van a caer a usted 30 a?os, como m¨ªnirno". Y Miquel Roca: "En menudo l¨ªo se han metido ustedes", encontr¨¢ndose con la helada respuesta del guardia: "A m¨ª me da igual, a mi padre le mat¨® ETA hace un a?o".
Los diputados y el Gobierno vieron la luz del sol a partir de las 12.30 del 24 de febrero, tras 18 horas de secuestro. Su¨¢rez avis¨® a los ministros de que se iba a celebrar una reuni¨®n del Consejo en La Moneloa tan pronto como ¨¦l regresara de la Zarzuela, adonde se dirigi¨® inmediatamente despu¨¦s de ser liberado.
"Ahora no puedo"
Cuando Su¨¢rez volvi¨® al palacio de la Moneloa, tras su visita al Rey, Calvo Sotelo quiso hablarle a solas.
-Presidente,lo que ha ocurrido es un hecho muy grave. T¨² conocer¨¢s mejor que yo el alcance que tiene. Esto nececesita una revisi¨®n entre t¨² y yo de todo lo que hab¨ªamos hablado antes.
-Pero es que yo ahora no puedo, Leopoldo.
-A lo mejor, del an¨¢lisis que hagas se deduce por tu parte un cambio de actitud. Que sepas que yo no me niego a hablar de nada, incluso de si crees conveniente replantear la presidencia.
-Ya hablaremos, Leopoldo. Sin duda, Adolfo Su¨¢rez entendi¨® lo que su interlocutor le suger¨ªa. No zanj¨® la cuesti¨®n con una tajante negativa, lo cual indica que se lo estaba pensando. Fuentes solventes aseguran que no le plante¨® al Rey la posibilidad de volver a hacerse cargo de la presidencia. Felipe Gonz¨¢lez tambi¨¦n dijo, en su d¨ªa, que Su¨¢rez no le hab¨ªa pedido apoyo para continuar. Las consultas del que todav¨ªa era presidente debieron limitarse a su c¨ªrculo de ¨ªntimos.
Lo cierto es que Calvo Sotelo se vio investido presidente el 25 de febrero. A la ma?ana siguiente jur¨® el cargo en la Zarzuela, acompa?ado por Adolfo Su¨¢rez. De regreso a La Moncloa, Su¨¢rez antiunci¨® a Calvo Sotelo que le quedaban unos minutos para hablar con ¨¦l, antes de marcharse de vacaciones a Panam¨¢. Algurias fuentes sostienen que Su¨¢rez pidi¨® a Calvo Sotelo que mantuviera a Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n en la cartera de Defensa du-
rante unos meses, para desmontar la trama golpista, lo cual ha sido negado tajantemente por Calvo Sotelo. -"Eso es falso. Yo me llev¨¦ una sorpresa infinita al ver que Su¨¢rez se marchaba sin haber despachado conmigo despu¨¦s de lo sucedido. Si es verdad eso de la soledad del poder, puedo asegurar que yo me sent¨ª. completamente solo en el momento de iniciar mi gesti¨®n tras un golpe de Estado".Pero Su¨¢rez tampoco sab¨ªa mucho sobre la profundidad de la trama golpista. Ten¨ªa m¨¢s informaci¨®n que la mayor parte de los miembros de su Gabinete, incluido Calvo Sotelo. Pero las razones de su dimisi¨®n no se deb¨ªan, esencialmente, a la inquietud militar o a la involuci¨®n.
Su¨¢rez tom¨® la decisi¨®n de dimitir cuando apenas faltaba un mes para el golpe de Estado. No comunic¨® esa decisi¨®n al pueblo espa?ol hasta el 29 de enero, despu¨¦s de haber organizado la sucesi¨®n. El hab¨ªa renunciado, esencialmente, por temor a que cuajaran los intentos de organizar una coalici¨®n parlamentaria para derribarle, con un general tal vez Alfonso, Armada como alternativa a su persona. Su¨¢rez se consideraba v¨ªctima de una pinza pol¨ªtica y trat¨® de escapar a ella promoviendo a Calvo Sotelo como hombre de transici¨®n y rehacer su plataforma de poder desde el interior del partido. Desconoc¨ªa la importancia de los preparativos golpistas o no los hab¨ªa valorado.
Lo anterior est¨¢ deducido de las declaraciones de personas de su confianza, porque Su¨¢rez nunca lo ha explicado. Hay un dato m¨¢s: la p¨¦rdida de popularidad reflejada por las encuestas del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS). En enero de 1980, Su¨¢rez recib¨ªa una valoraci¨®n de 5.5 puntos, frente a 5.7 de Felipe Gonz¨¢lez y 3.9 de Manuel Fraga; en enero de 1981, Su¨¢rez hab¨ªa descendido a 4.6 puntos, frente a la subida de Felipe Gonz¨¢lez a 5.9 y la de Fraga a 5.4 puntos. Su¨¢rez dimiti¨® ese mes.
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