Irak, al borde del colapso pol¨ªtico y econ¨®mico
Irak parece al borde del colapso psicol¨®gico, pol¨ªtico y econ¨®mico. Los iraqu¨ªes han experimentado una amarga e incierta alegr¨ªa al enterarse del final de la guerra. Un hombre llora apoyado en una de las columnas de los soportales de la vieja calle de Rasheed, en el centro de Bagdad: "Menos mal que ha llegado la paz. No tengo noticias de mi hijo desde hace 25 d¨ªas. Hemos perdido todo".
La conclusi¨®n de la aventura kuwait¨ª es un desastre sin precedentes. Nunca como hasta ahora la gente se muestra m¨¢s lejana, m¨¢s desilusionada del Gobierno de Sadam Husein. No hay duda de que ha empezado la cuenta atr¨¢s.Las primeras horas del alto el fuego han sido tambi¨¦n para Bagdad las ¨²ltimas horas de uno de los m¨¢s violentos bombardeos. Todos los centros de poder, especialmente la sede del partido Baaz, la de la milicia popular y las altas y lujosas casas de los funcionarios del r¨¦gimen, se resquebrajaban al comp¨¢s de las explosiones. Una nueva noche de miedo que hac¨ªa pensar que el asalto a la capital se estaba acercando.
La paz ha tra¨ªdo alivio y felicidad a un pa¨ªs que ha vuelto inmediatamente a la normalidad. Las aceras, hasta hace poco vac¨ªas, se han vuelto a llenar de gente; los coches, incluso con poca gasolina, han vuelto a embotellar las calles. El mercado, las tiendas, han vuelto a abrir sus puertas, a pesar de sus estantes semivac¨ªos. Las mezquitas han abierto de par en par sus puertas a los rezos de acci¨®n de gracias, y la ¨²nica iglesia cat¨®lica de Bagdad resplandec¨ªa a la luz de las velas encendidas.
Estrechamente vigilados por los gu¨ªas del Ministerio de Informaci¨®n, caminamos entre la muchedumbre tratando de establecer contacto. Un contacto que en este primer d¨ªa de paz es incluso m¨¢s dif¨ªcil que otros d¨ªas. Los hombres del aparato, ante la inseguridad de la situaci¨®n, refuerzan su vigilancia. Pero la emoci¨®n es tan fuerte que las ganas de hablar son irreprimibles. "Nada, no hemos ganado nada con todo esto", grita un hombre por encima del hombro de otro que habla, por el contrario, como en una entrevista oficial. Es doloroso ver c¨®mo todos miden sus palabras y sus silencios.
Todos los que piensan en un cambio imaginan m¨¢s bien un cambio realizado por militares, y es probable que ¨¦sta no sea la mejor soluci¨®n. Es muy probable que asistamos a una tentativa de consolidaci¨®n de quien ya est¨¢ en el Gobierno. Sadam Husein, por ejemplo, no ha hablado en estas ¨²ltimas horas, posiblemente para distanciarse de esta fase dram¨¢tica para el pa¨ªs. Los indicios de reorganizaci¨®n son evidentes incluso entre las filas de oficiales.
Pero es demasiado pronto para hacer previsiones. Irak tiene que afrontar todav¨ªa el momento peor, que llegar¨¢ cuando la profundidad de la derrota sea medida por el n¨²mero de f¨¦retros, por la continuaci¨®n del rigor del embargo que, como ha anunciado el secretario de Estado norteamericano, durar¨¢ mientras Sadam Husein est¨¦ en el poder.
Y por ¨²ltimo, en la derrota de todas las causas justas que Sadam ha arrastrado consigo. Todas las causas justas que esta guerra ha planteado -la cuesti¨®n palestina, la de la identidad y la del orgullo de la naci¨®n ¨¢rabe- y que ahora corren el peligro de ser injustamente olvidadas por la ambici¨®n de una ¨²nica persona.
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