Las secuelas de una invasi¨®n
Habitantes de Kuwait City narran los atropellos cometidos por los soldados iraquies
ENVIADO ESPECIALSon tan terribles las historias que cuesta creerlas. "Le invito a exhumar los cad¨¢veres y comprobar las mutilaciones". Sahara, con un ni?o de meses en brazos, dice que los iraqu¨ªes que ocuparon Kuwait City "no parec¨ªan seres humanos". Estamos en una calle del centro de la capital del emirato y Sahara es una kuwalt¨ª de 30 a?os que convive con la alegr¨ªa de la liberaci¨®n y el rencor de las afrentas. Los habitantes de la ciudad de Kuwait disfrutaron ayer de su segundo d¨ªa de libertad.
El presidente de Estados Unidos, George Bush, es la estrella indiscutible de una fiesta que durar¨¢ varios d¨ªas y varias noches. La reconstrucci¨®n del pa¨ªs puede necesitar de inversiones cercanas a los 40.000 millones de d¨®lares (casi cuatro billones de pesetas).Las secuelas de la invasi¨®n iraqu¨ª no parecen encontrarse ¨²nicamente en los edificios y comercios arruinados de una capital cuyos arrabales parecen haber albergado almas en pena tampoco se limitan a los hoteles saqueados y a ese paseo mar¨ªtimo con alambre de espino cedido durante siete meses a las trincheras de ladrillo y a los sacos terreros, ni a los destrozo del sacrosanto palacio del emir que huy¨® del emirato en la madrugada del 2 de agosto.
Las huellas de la conquista est¨¢n en esos testimonios terribles, en esa estabilidad emocional afectada por unos sufrimientos a los que los nacionales del rico emirato petrolero no estaban acostumbrados. La brutalidades atribuidas a la soldadesca son tantas que aconsejan el trabajo de vuelta del sepulturero y la intervenci¨®n de los forenses. Las humaredas de los pozos de petr¨®leo incendiados por los iraqu¨ªes y el viento que las dirige convierten a veces los mediod¨ªas de Kuwait City en atardeceres. "Nos mataban sin raz¨®n. ?ramos piezas de una cacer¨ªa", afirma Mahdi al Kallaf. "Llamaban a las puertas de nuestras casas y se llevaban a nuestros hijos peque?os, incluso a los beb¨¦s. Nos quitaban toda la comida. Eran monstruos". Este kuwalt¨ª, al igual que otros, asegura haber visto ejecuciones. "Muchas, muchas. Fue horrible".
Saqueo de laboratorios
Las enfermeras del hospital Alamari, el m¨¢s importante de la capital, saludan desde una de sus terrazas junto a una pieza de artiller¨ªa antia¨¦rea. All¨ª tambi¨¦n fue activo el saqueo de los laboratorios, al igual que de los equipos inform¨¢ticos de los bancos y de la tecnolog¨ªa del Ministerio de Industria, donde se consigui¨® un suculento bot¨ªn. En un pa¨ªs sin electricidad, el hospital debi¨® utilizar generadores y grupos aut¨®nomos.La algarab¨ªa y los v¨ªtores por la liberaci¨®n prosiguen en una ciudad devastada y con m¨¢s de la mitad de su poblaci¨®n en el exilio. Uno de los integrantes de la resistencia kuwait¨ª, que agrupa a algunos militantes con gran imaginaci¨®n, reclama una memorable haza?a. Con un M-16 en la mano, asegura haber capturado a 400 soldados iraqu¨ªes. Por sus ademanes, se dir¨ªa que encontr¨® enorme resistencia.
Una criba de las acusaciones permite deducir que, durante los siete meses de presencia iraqu¨ª, los habitantes de Kuwait City apenas salieron de sus casas y aguantaron como pudieron los desmanes perpetrados por algunas unidades de las fuerzas de Sadam Husein. Akshamery Sabaj me encarece que escriba bien su nombre, despu¨¦s recuerda con indignaci¨®n c¨®mo los iraqu¨ªes les exig¨ªan el cambio de nacionalidad como condici¨®n para suministrarles gasolina para sus veh¨ªculos. "No lo hicieron ni cien personas", dice. "Nadie", agrega otro kuwalt¨ª. Equipos de especialistas registraron el interior de la Embajada estadounidense y del Reino Unido y sus recintos en busca de minas. Para evitar riesgos, derribaron puertas y ventanas con explosivos y detonaron varias cargas para activar las trampas sembradas por los iraqu¨ªes.
Helic¨®pteros norteamericanos han acercado hasta la misi¨®n diplom¨¢tica de su pa¨ªs equipos de comunicaciones y los enseres imprescindibles para reabrir la sede. Se espera que los embajadores de estas dos naciones reanuden en breve sus funciones. El Gobierno kuwait¨ª en el exilio y, sus departamentos econ¨®micos ultiman mientras tanto contratos con cientos de empresas norteamericanas para levantar el pa¨ªs y adecentar una ciudad controlada ahora por los marines y por las tropas ¨¢rabes como antes lo estuvo por el Ej¨¦rcito iraqu¨ª, muchos de cuyos soldados, el ¨²ltimo d¨ªa de la operaci¨®n, registraban casa por casa en busca de trapos con los que procurarse una bandera blanca o ¨¢vidos de un traje de lagarterana.
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