Hubo toreria
La expectaci¨®n del festival estaba en los toros, pero lo bueno lo hicieron los toreros. Los toreros opina al feo estilo y la bronquedad de los toros, con lo cual ofrecieron doble prueba de su generosidad. Ya hab¨ªan sido generosos toreando gratis el festival, y luego lo fueron con el prestigio de la divisa justamente gana do en otras tardes de triunfante bravura-, allegando t¨¦cnica, exponiendo f¨ªsico, porfiando suertes para no dar ninguna erribestida por perdida, resulta ra o no boyante.Hubo, s¨ª, un toro bravo para el caballo (de picar), el cuarto, y un toro excelente para la muleta (de parar, templar y mandar), el quinto. El cuarto acab¨® bronco y, revoltoso, rruentras el quinto perfeccion¨® su nobleza porque Luis Francisco Espl¨¢ le par¨®. le templ¨® y le mand¨® con mucha sabidur¨ªa y no poco gusto. No siempre, en realidad. Unicamente en las tres primeras series de pases en redondo - abrochadas con sobzranos pases de pecho, por cierto-, pues cuando luego se ech¨® la muleta a la izquierda ya no paraba-templaba-mandaba a fin de concertar el toreo que erribestidas tan buenas requieren de suyo, ni en los nuevos redondos tampoco, ni planteaba el cite desde esa distancia que los toros de casta demandan.
Mart¨ªn / Espl¨¢, Mendes Toros afeitados de Victorino Mart¨ªn, en general bien presentados mansos excepto 4? y 5?, noble 5? manejable 6?
resto de feo estilo. Luis Francisco Espl¨¢: esocada contraria al encuentro (silencio)- estocada (silencio): dos pinchazos y estocada trasera, en la suerte de recibir (oreja). V¨ªctor Mendes: media (silencio) media (oreja protestada) estocada (ovaci¨®n Y saludos). Plaza de Las Ventas, 5 de abril. Festival a beneficio de las obras de la catedral de la Almudena. M¨¢s de tres cuatros de entrada.
Los toros de casta, para embestir bien, necesitan ver la pa?osa y, naturalmente, si se la porien pegada a los ojos, no la ven, necesitan tambi¨¦n que el portador de pa?osas no les atosigue plant¨¢ndose junto a su hocico, ni les atuf¨¦ con los des,igradables efluvios propios del cuerpo humane. O sea, igualito que las personas. Y, sin embargo, Espl¨¢ no hizo en numerosos pasajes de su faena lo que necesitan los tores de casta, como a¨²n menos lo har¨ªa despu¨¦s V¨ªctor Mendes en el sexto, a pesar de que tomaba los enganos con una boyant¨ªa muy apanadita.
Son detalles, matices, tecnicismos, claro, que en nada deben desmerecer la torer¨ªa de ambos diestros, deniostrada ampliamente a lo largo de la tarde. Por ejemplo, Espl¨¢ lidi¨® con aut¨¦ntica categor¨ªa de maestro. Decir maestro, a estas alturas de la vida y, de la Fiesta, equivale a no decir nada, pues est¨¢ de moda llam¨¢rselo a cual quier avispado zapatillero Pero de alguna rnanera habr¨¢ que distinguir a quien mandaba en el ruedo, pon¨ªa en suerte a los toros mediante variados y dominadores lances: jugaba con los terrenos y las querenc¨ªas para el ni¨¢s pr¨¢ctico, fluido y espectacular ejercicio de la lid¨ªa. Aquello de provocar al toro para que galopara en su persecuci¨®n, durante la carrera indicarle con la mano que se detuviera y que, efect¨ªvamente obedeciese el toro qued¨¢ndose inm¨®vil, s¨®lo se ha le¨ªdo en el Coss¨ªo, referido a legendarios maestros de los a?os de Mancasta?a. Y eso, precisamente, lo hac¨ªa Espl¨¢ en el festival, como quien lava.
El alarde ocurr¨ªa en banderillas, seg¨²n se puede suponer, lo cual no significa que Espl¨¢ fuera el mejor banderillero en la plaza. Puso emocionantes pares pasando por junto a tablas, es cierto, mas V¨ªctor Menes se asomaba al balc¨®n, reuniendo con mavor autenticidad, e incluso h?bo un excelente par del pe¨®n Mariano de la Vi?a, a quien Mendes cedi¨® los palos porque lo pidi¨® una parte del p¨²blico.
Los toros, salvo las excepciones mencionadas, ya se ha dicho que eran broncos y revoltosos, algunos incluso con man¨ªfestaci¨®n de feo estilo. En cuanto tomaban el enga?o -humillando mucho, eso s¨ª, al exclusivo estilo de los victorinos- ya se estaban revolviendo y buscaban el bulto.
El bulto era, a la saz¨®n -seg¨²n la irrespetuosa jerga de la especie bovina-, ora Espl¨¢, ora Mendes, quienes, lejos deamilanarse, aguardaban valientes el momento del embroque, libraban los arreones con buena t¨¦cnica. Y V¨ªctor Mendes hasta consigui¨® sacar al cuarto larga y emotiva faena sobre la mano derecha, a base de consentir y obligar. Si en esa faena se hubiera estado decidiendo su futuro profesional, posiblemente no habr¨ªa puesto m¨¢s arrestos.
V¨ªctor Mendos estuvo, adem¨¢s, muy bien con la espada, y Espl¨¢ a¨²n mejor. Espl¨¢ mat¨® al quinto toro en el centro del redondel, ejecutando la suerte de recibir. La ejecut¨® tres veces, porque pincho en dos de ellas, antes de cobrar una estocada. Ya dec¨ªan los tratadistas cl¨¢sicos que si matar recibiendo es la suerte suprei-na de la torer¨ªa, repetirla no resta m¨¦ritos sino que suma. Deniariera que la torer¨ªa de Espl¨¢ qued¨® tres veces ratificada, mientras la afici¨®n quedaba tres veces complacida, y el toro tres veces muerto: dos de] susto y una del esapadazo que le meti¨® el inatador por el hoyo de las agujas. Bueno, un palmo m¨¢s atras de las agu¨ªas, o dos; tampoco conviene exagerar.
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