La cohesi¨®n econ¨®mica y social en la CE, nuevas perspectivas (y 2)

Creo que el desafio que la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM) representa para las regiones requiere una respuesta comunitaria de cuatro ejes. En primer lugar, debemos garantizar que la Comunidad dispone de los recursos necesarios para poder desempe?ar las nuevas funciones que implica la UEM; en segundo lugar, tenemos que incrementar esfuerzos para garantizar que todas las pol¨ªticas comunitarias contribuyan a la cohesi¨®n econ¨®mica y social; en tercer lugar, la Comunidad tiene que aplicar instrumentos adecuados que absorban los efectos negativos de las perturbaciones que afectan de manera espec¨ªfica a determinados pa¨ªses; por ¨²ltimo, habr¨¢ que intensificar las pol¨ªticas estructurales comunitarias, y tal vez haya que modificar algunas de las normas operativas de los fondos con objeto de aumentar su eficacia.La l¨®gica de la UEM -y, naturalmente, la de la uni¨®n pol¨ªtica- indica que su realizaci¨®n requiere un presupuesto comunitario mayor. El presupuesto comunitario actual -s¨®lo un 1% del PIB- es muy reducido. La realizaci¨®n de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria disminuir¨¢ considerablemente la capacidad de los pa¨ªses comunitarios para practicar una pol¨ªtica econ¨®mica aut¨®noma y transformar¨¢ en gran medida las econom¨ªas nacionales en econom¨ªas regionales. Todos los Estados federales tienen mecanismos de redistribuci¨®n interregional cuyo alcance es mucho mayor que el que tiene la Comunidad actualmente. Es evidente que una mayor integraci¨®n monetaria, econ¨®mica y pol¨ªtica tiene que ir acompa?ada de un refuerzo de la solidaridad.

Resulta apropiado referirse al respecto al Informe Mac Dougall, encargado por la Comisi¨®n en 1974 y publicado en 1977. Dicho informe examinaba las repercusiones que una mayor integraci¨®p econ¨®mica y monetaria tendr¨ªa en las finanzas p¨²blicas de la Comunidad y recomendaba que, incluso en un periodo de inlegraci¨®n prefederal, el presupuesto comunitario deb¨ªa pasar de! 0,7% y del PIB comunitario (porcentaje que alcanzaba en ese momento) al2,5% aproximadamente. Los nuevos recursos se destinar¨ªan de manera prioritaria a efectuar reajustes estructurales en el sector regional y en el de! empleo, Adem¨¢s, Mac Dougall, en 1977, recomendaba introducir de al menos un mecanismo lirnitado de compensaci¨®n presupuestaria.

A ese respecto, considerofundamental que los recursos comunitarlos se destinen ante todo al desarrollo regional y a los reajustes estructurales. Es posible imaginar otros motivos perfectamente leg¨ªtimos para aumentar el presupuesto comunitario cuyo objetivo no sea necesariamente la redistribuci¨®n. Por ejemplo, se habla bastante actualmente de mejorar las infraestructuras de transporte comunitarias. ?No habr¨ªa que disponer de un presupuesto comunitario destinado especialmente al transporte?

Aunque existan argumentos de peso para defender esta idea, un presupuesto de este tipo no beneficiar¨ªa necesariamente a las regiones m¨¢s d¨¦biles. Si ese dinero se utilizase para mejorar las infraestructuras de transporte de las regiones atrasadas se favorecer¨ªa la redistribuci¨®n. Pero si los recursos se destinasen a las regiones centrales se producir¨ªa un efecto contrario.

Este ejemplo demuestra claramente que un incremento del presupuesto comunitario por s¨ª solo no nos ayudar¨¢ a acelerar el proceso de convergencia regional a menos que nos comprometamos firmemente a encauzar este aumento en pos de un mayor equilibrio entre los Estados miembros.algunos sostienen que muchas pol¨ªticas horizontales y sectoriales ejercen una influencia mucho m¨¢s profunda en el destino de nuestras regiones que la que cabe esperar de la pol¨ªtica regional.

Cohesi¨®n y otras pol¨ªticas

Esto nos lleva a considerar un segundo aspecto del esfuerzo comunitarlo en favor de la cohesi¨®n, es decir, la contribuci¨®n de las pol¨ªticas horizontales y sector¨ªales de la Comunidad al desarrollo regional.

En general se acepta que la mayor¨ªa de las pol¨ªticas que aplican los organismos p¨²blicos tienen efectos regionales. La mayor parte de las veces, estos efectos no son deliberados, pero no por ello son menos reales. De hecho,Teniendo en cuenta que en un n¨²mero cada vez mayor de sectores la toma de decisiones pol¨ªticas est¨¢ pasando gradualmente de la escala nacional a la comunitaria, creo que debemos prestar mayor atenel ¨®n a los efectos territoriales de las pol¨ªticas comunitarias y garantizar que las regiones menos desarrolladas puedan participar m¨¢s en los beneficios derivados de las pol¨ªticas comunes.

Por ejemplo, debemos garantizar que la pol¨ªtica de competencia contribuya de manera m¨¢s eficaz al logro de la cohesi¨®n econ¨®mica y social en la Comunidad. En la actualidad, los importes m¨¢ximos de las ayudas a la inversi¨®n que se conceden a las regiones m¨¢s d¨¦biles pueden ser superiores a los de las zonas m¨¢s pr¨®speras de la Comunidad. No obstante, debido a dificultades presupuestarias, los Estados miembros m¨¢s atrasados no est¨¢n en condiciones de aprovechar esta posible ventaja. As¨ª pues, las diferencias actuales entre los importes m¨¢ximos de las ayudas siguen siendo en gran medida te¨®ricas. Si dichos importes m¨¢ximos autorizados se redujesen en toda la Comunidad, los pa¨ªses comunitarios menos desarrollados podr¨ªan conseguir importantes ahorros siempre que se mantuviesen las oportunas diferencias entre los niveles m¨¢ximos de la ayuda en las regiones fuertes y d¨¦biles.

Tal como he mencionado anteriormente, con la supresi¨®n del mecanismo del tipo de cambio nominal, los Estados miembros encontrar¨¢n mayores dificultades para llevar a cabo los reajustes necesarios para combatir las perturbaciones exteriores que afectan de manera espec¨ªfica a determinados pa¨ªses, problema que resulta especialmente agudo en el caso de los Estados miembros m¨¢s d¨¦biles. A tal fin, la Comisi¨®n ha prepuesto la creaci¨®n de un r¨¦gimen especial de asistencia financiera. Dicho r¨¦gimen se activar¨¢ cuando surjan problemas econ¨®micos importantes en uno o varios pa¨ªses comunitarios o cuando la convergencia econ¨®mica requiera un esfuerzo especial de la Comunidad en favor de las estrategias de reajuste nacionales. No se ha alcanzado a¨²n ning¨²n acuerdo en cuanto a la concepci¨®n y funcionamiento de este r¨¦gimen.

Creo que: un mecanismo de este tipo podr¨ªa contribuir considerablemente a la cohesi¨®n econ¨®mica y social. No obstante, me pregunto si el Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas resulta el foro m¨¢s apropiado para analizar los problemas concretos que planteen los reajustes que haya que efectuar en los Estados, miembros. ?No existe el peligro de que en un escenario de este tipo sean los intereses nacionales y no los comunitarios los que dominen los debates?

Fondos estructurales

Por ¨²ltimo, el documento de la Comisi¨®n sobre la UEM pide que se refuercen las pol¨ªticas estructurales cornunitarlas en sufase final. Pienso que un refuerzo de este tipo est¨¢ plenamente justi icado debido a los dificiles reajustes que las regiones y los pa¨ªses comunitarios m¨¢s d¨¦biles tendr¨¢n que llevar a cabo para poder enfrentarse a un nuevo marco econ¨®mice y monetario mucho m¨¢s riguroso.

No obstante, hay que decir claramente qu¨¦ objetivos creemos de manera realista que podr¨¢n alcanzarse con los fondosestructurales. Incluso aunque se duplicasen, los recursos de los fondos no representar¨¢n m¨¢s que el 0,3% del PIB comunitario total. As¨ª pues, la repercusi¨®n de las operaciones de los fondos, consideradas desde el punto de vista de la redistribuci¨®n de los ingresos entre las regiones y los Estados miembros seg¨²n su grado de prosperidad, seguir¨¢ siendo muy limitada. Por consiguiente, es fundamental que sigamos concentrando nuestros recursos en medidas encarriinadas a mejorar la base productiva de las regiones m¨¢s d¨¦biles.

Considero, por tanto, que en los pr¨®ximos a?os las pol¨ªticas estructurales comunitarias tendr¨¢n que desempe?ar dos tareas importantes. La primera de ellas consistir¨¢ en eliminar las principales desventajas estructurales con que se enfrentan las empresas de las regiones desfavorecidas de la Comunidad. Es evidente que ninguna compania puede competir eficazmente a escala internacional si no tiene acceso a unas telecomunicaciones modernas y a unas infraestructuras de transportes adecuadas, si la regi¨®n en la que est¨¦ situada carece de medios de investigaci¨®n y desarrollo o si la mano de obra local carece de formaci¨®n suficiente. Asimismo, las empresas de todas las regiones deber¨ªan poder competir en igualdad de condiciones. Por consiguiente, es fundamental que aumentemos los esfuerzos para nivelar el terreno, de juego europeo en relaci¨®n con las infraestructuras econ¨®micas b¨¢sicas.

La segunda tarea importante consiste en ayudar al sector de la peque?a y mediana empresa de las zonas desfavorecidas a enfrentarse con los desaf¨ªos que implica la realizaci¨®n del mercado ¨²nico europeo.

Los instrumentos estructurales de la Comunidad, y particularmente el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDR) y el Fondo Social Europeo (FSE), ya est¨¢n comprometidos para lograr tales objetivos. No cabe duda, sin embargo, que habr¨¢ que ampliar este esfuerzo en el futuro. La propuesta que acaba de presentar el Gobierno espa?ol en el marco de las conferencias intergubernamentales sobre uni¨®n pol¨ªtica y uni¨®n monetaria merece toda la atenci¨®n, al recoger la necesidad de consolidar el papel de las pol¨ªticas estructurales comunitarias.