Isabelle Huppert
El rostro de Madame Bovary
Desde 1857 el lector de Madame Bovary intenta imaginarse el rostro de la hero¨ªna. El cine quiso d¨¢rselo en las versiones de la novela que dirigieron Jean Renoir en 1934 o Vincente Minnelli en 1947. No lo consiguieron. Ahora, Claude Chabrol ha puesto delante de la c¨¢mara a Isabelle Huppert y parece haber convencido a los franceses de que, finalmente, ella es Madame Bovary."Es un personaje que tiene una vertiente abstracta, Flaubert apenas la describe f¨ªsicamente", dice la actriz. Es algo que la tranquiliza: "La novela disecciona con bistur¨ª sus sentimientos, pero apenas da datos de su fisico. El lector no la visualiza. Para una actriz esto es algo formidable porque no ha de luchar contra una imagen, sino llenar un vac¨ªo".
En su primera semana de proyecci¨®n, Madame Bovary ha recaudado lo mismo que Bailando con lobos, de Kevin Costner. La cr¨ªtica le reprocha a Chabrol su excesiva fidelidad al texto, que parezca querer desaparecer bajo la sombra protectora de Flaubert. El cineasta se defiende: "Flaubert era muy buen guionista. A veces la fidelidad es la mejor opci¨®n". Respecto a Isabelle Huppert no hay discrepancias, todo el mundo coincide en que el suyo es un trabajo formidable.
La actriz lleva 20 a?os de carrera. Alterna cine y teatro, pel¨ªculas francesas con producciones americanas, grandes y peque?os presupuestos. En Francia es una aut¨¦ntica estrella, pero no cultiva el misterio, como Adjani, sino la imagen de mujer inteligente y trabajadora. "Habitualmente, Emma Bovary s¨®lo es una ad¨²ltera o una imb¨¦cil perdida en sus sue?os. Es una manera muy masculina de ver las cosas", dice Isabelle Huppert. Su Bovary es alguien m¨¢s activo, vi olento, alguien que se siente herido, que poco tiene que ver con ese car¨¢cter ideado por el lector masculino.
El rostro pecoso de Isabelle Huppert, sus ojos claros, pequefia figura y voz suave debieran hacerla una actriz adecuada para papeles de f¨¦mina sumisa. No es as¨ª. Hay en ella una fuerza secreta en la que el espectador se reconoce. No en vano Michael Cimino la convirti¨® en la propietaria de un burdel en -La puerta del cielo o el propio Chabrol la quiso como ¨²ltima mujer ejecutada en Francia o como alguien capaz de afrontar toda la hipocres¨ªa de la ¨¦poca de Vichy en Violette nociere y Une affaire de femmes.
El cine franc¨¦s, como el sueco, el dan¨¦s, el espa?ol, el polaco o el indio, viaja poco y mal. Sus est¨¢ndares no han sido internacionalizados, sus realidades o t¨®picos no son los de todos. Recurrir a la gran literatura es una cierta garant¨ªa de trascender el propio mercado. Disponer de Isabelle Huppert es estar seguro de aprovechar la oportunidad. Tener entre manos a una gran hero¨ªna de ficci¨®n es lo que todo director desea. "Cuando le¨ª Madame Bovary", cuenta Isabelle Huppert, me pareci¨® sublime. En el filme me he esforzado por acercarla a una sensibilidad m¨¢s moderna. No desea vivir un cuento de hadas, est¨¢ siempre al borde de su resistencia. Es una mujer materialista, menos evanescente, que se siente herida precisamente porque es l¨²cida".
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