Hasta ma?ana, padre Llanos
El articulista glosa aqu¨ª la figura de Jos¨¦ Maria LLanos, al que considera maestro de verdad y sinceridad de una generaci¨®n hu¨¦rfana de maestros, y se interroga acerca de qu¨¦ es lo que tienen que hacer el padre Llanos y quienes compartieron sus ideales en esta hora de la pax americana.
Al cumplir los 85 a?os y con m¨¢s de medio siglo de lucha diaria e infatigable al servicio de los desheredados y de la justicia, el padre Llanos ha recibido en estos d¨ªas, en su Pozo del T¨ªo Raimundo, ese m¨ªtico basti¨®n de la esperanza obrera y social a las puertas del Madrid-Babilonia, el homenaje sincero y entra?able de hombres y mujeres de sucesivas generaciones, que tras ¨¦l, con ¨¦l o por ¨¦l han cre¨ªdo y siguen creyendo que la vida humana es m¨¢s importante que la ley del mercado.Quiero hablar hoy de este querido y sencillo ap¨®stol y seguramente profeta porque despu¨¦s de haber vivido mi primera juventud vitalmente ligado a sus inquietudes y acciones, y el resto de mi vida (aun estando geogr¨¢ficamente lejos) espiritualmente identificado con su manera de sentir la sociedad, Espa?a y el mundo, creo ahora que el padre Llanos sigue siendo para muchos de nosotros, a pesar de lo que ha llovido en nuestro pa¨ªs, la encarnaci¨®n viviente de los ideales morales de nuestra generaci¨®n.
De esta generaci¨®n, la que cumpl¨ªa sus 20 a?os hacia 1945, bajo el m¨¢s ¨¢rido y despiadado franquismo, aislada en campana neum¨¢tica de toda cultura viviente,como ha dicho Carlos Par¨ªs, en una entrevista publicada el 22 de abril en El Mundo, que fue autodidacto y que surgi¨® sin maestros, en total orfandad intelectual.
Creo que esa orfandad es evidente, si nos referimos a maestros en un plano filos¨®fico y estrictamente intelectual. Pero en el plano moral, en el de la verdad y sinceridad de la conducta, s¨ª tuvimos un maestro, uno solo, reconocido por todos: Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos.
En los ¨²ltimos a?os cuarenta y primeros a?os cincuenta, a?os de hambre f¨ªsica para muchos, de hambre moral para todos tiempo de silencio, una juventud inquieta, inspirada de, cerca o de lejos por el padre Llanos, buscaba en Madrid desesperadamente caminos de salida que, por desgracia, tardaron decenios en llevar a alguna parte: fueron las salidas a las tabernas de Vallecas o de la carretera de Extremadura, adonde ¨ªbamos ingenuamente a beber con los obreros para vivir y compartir sus sangrantes problemas; los domingos pasados en el viejo y santo hospital Provincial de Madrid, lavando los pies de los enfermos y reparti¨¦ndoles ropa y alimentos, vestidos de negro y en el marco barroco de San Felipe Neri: los Grupos de Agitaci¨®n Hisp¨¢nica, en solidaridad con los pueblos oprimidos y hambrientos de Iberoam¨¦rica y contra la explotaci¨®n yanqui; el primer manifiesto universitario antifranquista, A la juventud de Espa?a, distribuido en las facultades madrile?as en 1947 y precursor del de 1956, que se abr¨ªa con las mismas palabras; las largas andanzas a pie de la hermandad de trotamundos por las dos Castillas; los intentos de c¨ªrculos, congresos y revistas m¨¢s libres, de alcance social o filos¨®fico, durante el sincero intento de apertura de Joaqu¨ªn Ruiz Gim¨¦nez, brutalmente aplastado en 1956.
En aquellas iniciativas, actividades e ideales participaron hombres que luego han seguido caminos diversos, pero que un¨¢nimemente reconocen un origen espiritual com¨²n: el ejemplo de sinceridad y de integridad del padre Llanos. Recordando s¨®lo a los m¨¢s pr¨®ximos a¨²n vivos, no puedo olvidar aqu¨ª a Carlos Par¨ªs, Francisco P¨¦rez Navarro, Jos¨¦ Luis Rubio, Manuel Lizcano, Ceferino Maest¨², Manuel Calvo Hernando y Tom¨¢s Lozano.
Recuerdo especialmente al padre Llanos en aquellos d¨ªas de los ¨²ltimos a?os cuarenta, en los que con algunos de estos compa?eros y con algunos otros fundamos en Madrid, dejando las casas de nuestros padres, la famosa comuna de Chamart¨ªn, donde vivimos un ingenuo comunismo, m¨¢s cerca de la edad de oro y del discurso de Don Quijote a los cabreros que de Carlos Marx, en el que libros, ropas y objetos eran comunes. En esa iniciativa tuvo tambi¨¦n un papel importante el muy conocido padre D¨ªez Alegr¨ªa, que fue profesor y rector de la Universidad Gregoriana de Roma y otro de los jesuitas creadores de sinceridad y de humanidad de la inagotable cantera revolucionaria de la Compa?¨ªa.
Hero¨ªsmo
Al padre Llanos hemos de asociarle -por su integridad, humanidad y grandeza moral- con los heroicos espa?oles que desde la Universidad Centroamericana de El Salvador luchan contra la injusticia y la opresi¨®n de todo el continene iberoamericano, algunos de los cuales, como el padre Ellacur¨ªa y sus compa?eros, han sido brutalmente asesinados por el Ej¨¦rcito salvadore?o, que sigue apoyado por sus aliados, c¨®mplices y protectores yanquis, sin que hasta hoy haya sido posible obtener justicia y reparaci¨®n. Tambi¨¦n, de un modo m¨¢s amplio, hay que asociarle con todos los jesuitas espa?oles que han impulsado y siguen impulsando en Iberoam¨¦rica la teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
?No es evidente que si Blas Pascal se hubiera encontrado en su tiempo con jesuitas espa?oles de esta talla, en lugar de tropezar con el casuista y cortesano padre Escobar aqu¨¦l de quien se dec¨ªa en la corte de Luis XIV que "para ir al cielo / Escobar tiene un puente de terciopelo", se hubiera avergonzado de escribir contra ellos Las provinciales?
Pero hoy nos importa responder a una pregunta m¨¢s actual y decisiva: ?es que tenemos algo que hacer el padre Llanos y quienes compartimos sus ideales de humanidad y dejusticia en esta triste hora de la pax americana y del nuevo orden moral universal apoyado en la exaltaci¨®n de la fuerza racista y clasista, del dinero y de la violencia, en defensa de la sacrosanta ley del mercado?
Nuestra respuesta es clara y tajante: precisamente es ahora cuando tenemos que hacerlo todo o casi todo. Si un d¨ªa fue preciso gritar: "El trabajo no es una mercanc¨ªa", hoy ese nuevo orden moral, m¨¢s injusto, discriminador, irracional y despiadado que los anteriores, hace surgir con fuerza creciente en millones de gargantas, junto a ese grito inicial, otros gritos no menos justos: "La cultura no es una mercanc¨ªa", "la educaci¨®n no es una mercanc¨ªa", "la vivienda no es una mercanc¨ªa", "la intimidad no es una mercanc¨ªa", "la moral no es una mercanc¨ªa", "el medio ambiente no es una mercanc¨ªa", "la salud no es una mercanc¨ªa", "la vida y la muerte no son una mercanc¨ªa", "el hombre no es una mercanc¨ªa".
Ahora podemos gritar estas cosas de un modo m¨¢s claro y definitivo que antes: con humildad, porque ya toda la fuerza est¨¢ enfrente; con sencillez, porque ya toda la soberbia y la petulancia est¨¢n enfrente; con experiencia y ala vez con fe, porque todas las posibles derrotas de la justicia ya se han producido y seguimos, no obstante, creyendo en ella.
Falsos mitos
Derribados los falsos mitos, las falsas v¨ªas hacia el socialismo, desvelado un capitalismo con rostro a¨²n m¨¢s inhumano que el de antes, podemos decir de un modo m¨¢s puro y m¨¢s real, como mi amigo el diputado socialista ginebrino Jean Ziegler, en el t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro, que acaba de aparecer en Par¨ªs y que estoy deseando traducir al castellano y difundir en nuestra Espa?a: "Hasta ma?ana, Karl".
Aunque estoy seguro de que en nuestra defensa a ultranza del hombre y de su esp¨ªritu frente a la ley del mercado, frente a los eternos banqueros y mercaderes, el padre Llanos querr¨ªa recordarnos un precedente m¨¢s antiguo, ilustre e importante que el de Karl Marx, el que encontramos en el Evangelio de San Mateo cuando nos cuenta que, "habiendo entrado Jes¨²s en el templo de Dios, ech¨® fuera de ¨¦l a todos los que all¨ª vend¨ªan y compraban y derrib¨® las mesas de los banqueros... Y les dijo: "Escrito est¨¢: mi casa ser¨¢ llamada casa de oraci¨®n; mas vosotros la ten¨¦is hecha una cueva de ladrones". Hasta ma?ana, padre Llanos.
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