"La Europa de las dos velocidades es inevitable"
JAVIER AYUSOPaolo Cecchini ha pasado por Madrid como un meteorito. Con motivo de la celebraci¨®n del D¨ªa de Europa, este ex funcionario de la CE desde 1960 a 1987 pronunci¨® el jueves una conferencia en el Instituto de Empresa y se volvi¨® a Bruselas, en donde sigue pasando buena parte del a?o. A sus 64 a?os, el que llegara a ser el profeta del 92 dedica su vida de jubilado a seguir sus estudios en su Perugia natal y en la capital comunitaria, y a viajar dando conferencias como la ofrecida en la escuela de negocios madrile?a. En la primavera de 1988 present¨® su informe sobre la Europa de 1992, que posteriormente se convirti¨® en el libro de cabecera sobre los retos del Viejo Continente en esta d¨¦cada.
Pregunta. Usted siempre ha sido optimista sobre la Europa del 93. A estas alturas del proceso ?sigue valorando favorablemente el futuro de la CE?
Respuesta. El optimismo del informe de entonces estaba condicionado claramente a la actitud de los actores del proceso, tanto las empresas como los Gobiernos, y se refer¨ªa a un periodo posterior a 1993, una vez que haya cambiado el marco de referencia. Con respecto a esta idea nada ha cambiado, porque estaba asentado sobre expectativas razonables. Lo que se ha visto, sin embargo, es que hubo un movimiento bastante fuerte de anticipaci¨®n por parte del mundo econ¨®mico.
P. ?A qu¨¦ se refiere con anticipaci¨®n del proceso?
R. Bueno, ha habido dos s¨ªntomas claros de esa aceleraci¨®n. En primer lugar, el aumento del intercambio comercial entre los pa¨ªses comunitarios. Y el segundo elemento ha sido el incremento de las operaciones de capital entre Estados. Se puede decir que en ambos casos el volumen de operaciones intercomunitarias son ya tan importantes como las nacionales y mucho m¨¢s que aquellas que se realizan con bloques ajenos a la CE. Como consecuencia de estos dos movimientos se puede prever un nivel m¨¢s elevado de inversi¨®n y empleo.
Retrasos pol¨ªticos
P. El sector privado parece que ha reaccionado r¨¢pidamente, mientras que las maquinarias de los Gobiernos y de la propia Comunidad siguen a ritmo lento. ?C¨®mo van las 300 directivas que hab¨ªa que aprobar para constituir el mercado ¨²nico?
R. Ya no son 300, porque recientemente se ha decidido reducirlas a 279 para agilizar el proceso. De todas formas, muchas veces la gente olvida un hecho muy importante en la historia reciente de la CE. El Acta Unica no entrar¨¢ en vigor en 1993 como dicen algunos, sino que ya entr¨® en 1987, con el importante cambio de que las decisiones se adopten por mayor¨ªa en el Consejo en lugar de por el sistema de unanimidad. Eso ha permitido avanzar mucho m¨¢s r¨¢pido desde el punto de vista administrativo. Sin embargo, el proceso legislativo sigue sufriendo retrasos considerables por la lentitud del Parlamento Europeo a la hora de aprobar las leyes.
P. ?En que asuntos se est¨¢n produciendo estos retrasos?
R. Las principales demoras se producen en la reforma de los impuestos indirectos, en la armonizaci¨®n del derecho de sociedades y en el control de personas dentro de la CE. Respecto al primer tema, aunque vaya lento, se ha conseguido que el pago del impuesto haya pasado del productor al consumidor. Y por ¨²ltimo, la libre circulaci¨®n de ciudadanos depende m¨¢s de los Estados miembros que de la Comisi¨®n, ya que entran en juego problemas de seguridad, terrorismo, drogas o inmigraci¨®n, dif¨ªciles de resolver.
P. ?Y respecto a la uni¨®n monetaria?
R. Yo siempre he defendido el viejo precepto de que la ¨²nica condici¨®n necesaria y suficiente para suprimir las fronteras entre pa¨ªses es fusionar sus bancos centrales. La pura credibilidad del mercado interior depende de esta decisi¨®n, que no deja de ser dif¨ªcil porque supone la armonizaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y monetarias.
P. ?Cu¨¢les son los l¨ªmites cualitativos de una Europa unida?
R. Es muy dif¨ªcil de decir. Lo primero que hay que definir es lo necesario para que Europa sea una sola, y lo realmente posible. Dentro de los Doce hay algunos pa¨ªses que pueden hacer ciertas cosas y otros que todav¨ªa no est¨¢n posibilitados.
P. ?Quiere esto decir que usted est¨¢ de acuerdo con la idea de la Europa de dos velocidades?
R. No se trata de ideas. Es un hecho que la Europa de dos velocidades existe ya en la pr¨¢ctica. Es muy dif¨ªcil, insisto, que cada uno de los Doce adopte los mismos compromisos al mismo tiempo, y no se puede prohibir a algunos Estados que vayan m¨¢s despacio. Tanto riesgo hay en ir demasiado deprisa como en frenar a los que pueden ir r¨¢pidos.
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