La tierra m¨¢gica de Venezuela

El espectador debe darse prisa, pues s¨®lo va a durar ocho d¨ªas, si quiere visitar la exposici¨®n que se inaugura hoy en el Centro Cultural Buenavista [Avenida de los Toreros, n¨²mero 5], del Ayuntamiento de Madrid, bajo el lema Venezuela, tierra m¨¢gica. Se trata de una muestra de fotograf¨ªas de lugares maravillosos de la patria de Bol¨ªvar, que ya ha pasado por Roma y Par¨ªs y piensa seguir viaje hacia Salamanca, Washington y Tokio. Pues aunque lamentamos esa inexplicable premura en su paso por Madrid, el que tenga la fortuna de verla quedar¨¢ prendado de la magia y belleza de esa naturaleza casi ind¨®mita.Son paisajes de cuando el primer hombre sobre la tierra como v¨ªrgenes hasta de la mirada, llenos de grandeza, misterio y novedad. Paisajes efectivamente de otro mundo, distintos de los tambi¨¦n hermosos de nuestras latitudes habituales, que nos plantean el enigma de Am¨¦rica.

?Por qu¨¦ -me he preguntado muchas veces- suele ser dif¨ªcil para un espa?ol entender de verdad la Am¨¦rica hispana? Sentimos un latido cordial, nunca indiferente, al ver sus ciudades, sus formas de vida, y un inmenso asombro ante la sorprendente fisonom¨ªa de los elementos de su cultura y de su naturaleza. El paisaje es obra del destino, del destino geogr¨¢fico y del destino del hombre que lo habita, y ante estas espl¨¦ndidas fotograf¨ªas y reproducciones de alta calidad gr¨¢fica que ha hecho Roberto Colantini nos invade un enorme deseo de viajar a esos rincones privilegiados del planeta.

Y sentimos que hemos de hacerlo pronto, antes de que el turismo -que ha de ser, sin duda, la segunda industria de Venezuela- facilite demasiado su acceso y pierdan ese m¨ªnimo de aventura que guarda todav¨ªa el ir a verlos: valle del Aragua, con la ca?a azucarera en flor y las altas charaguanas, las monta?as de Guaiquinima, labradas por el agua; los campos de bromellas, el r¨ªo Chuao, en cuya ribera se produce el cacao m¨¢s fino del mundo, y esa regi¨®n inveros¨ªmil -alga y coral- de Cayo Pel¨®n, en el parque nacional de Morrocoy, etc¨¦tera deber¨ªa uno morirse sin recorrerlos.

Realidad mal conocida

Am¨¦rica -lo dijo ese venezolano universal llamado Arturo Uslar Pietri- ha sido "una realidad geogr¨¢fica, natural y humana, desconocida al principio, luego mal conocida y nunca bien entendida".

Cuando llegaron los espa?oles todo era equ¨ªvoco, desde el equ¨ªvoco inicial de creer que desembarcaban en las Indias hasta el clima, sin estaciones, o invertidas ¨¦stas como en El Plata. Despu¨¦s "el problema fundamental de la propia identidad que ha atormentado por siglos el alma criolla", aunque sea muy espa?ola esta duda sobre uno mismo, tampoco nos ayuda a aquel entendimiento. "Los europeos", dijo la argentina Victoria Ocampo, "no ven claro en lo que concierne a nuestra manera de sentir".

Dec¨ªa Goethe que "s¨®lo entre todos los hombres es vivido lo humano"; muy bien podr¨ªamos decirasimismo que s¨®lo entre todos los hispanoamericanos es vivido la plenitud de lo hispano y comprender as¨ª los matices de uno y otro pa¨ªs.

El espa?ol de hoy tiene el deber -y la necesidad- de atender m¨¢s y mejor a los que hablan nuestra lengua al otro lado de la Mar Oc¨¦ano. (Por cierto: ?c¨®mo la Sociedad del Quinto Centenario no da miles de becas a los estudiantes de all¨¢?) El espa?ol actual tiene la misi¨®n ineludible de emprender el redescubrimiento de Am¨¦rica.

Y esta exposici¨®n, tan acertadamente promovida por Corpoven, una filial de los petr¨®leos venezolanos, y movida por Janet Benavente, su gentil gerente de relaciones internacionales, puede ayudarle a comenzar tarea tan enriquecedora.